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Adrián Mateos, jugador de póker profesional: "El azar influye bastante a corto plazo, pero en periodos largos los mejores jugadores siempre ganan"

Aimar Bretos entrevista a uno de los mejores jugadores del mundo

Madrid

Con 18 años Adrián Mateos lo apostó todo al póker. En su mano tenía un espíritu competitivo, una enorme dedicación y una pasión por el riesgo. Apenas un año después ganó su primer torneo. Con apenas 22 años se convirtió en el más joven en ganar tres torneos de la Serie Mundial de Póker. Se calcula que, a día de hoy, sus ganancias suman en total más de 48 millones de euros.

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Dice Mateos que al sentarse en una final de póker, la tensión se nota. Ahí reside para él el atractivo del juego: “me pone un poco los momentos de presión, me gusta cuando la gente está tensa y en los momentos de alta tensión es cuando mejor juego”. Comenta que la gestión de las emociones es algo que se va perfeccionando con el tiempo y es algo a lo que el cuerpo se acostumbra. Jugar online, pese a tener su atractivo, no despierta las mismas emociones en el madrileño. La adrenalina que provoca el estar rodeado de otros jugadores, de sentir la emoción y la sensación de estar en una final es lo que más atrae al jugador.

Las emociones ajenas son también parte del juego y Mateos se fija hasta en la velocidad a la que sus rivales apuestan. En el ambiente profesional, cuanto más se conoce al rival mejor se lee su rostro. Dado que lo que rige la estrategia de un jugador profesional es el aspecto técnico, Mateos estudia y entrena 8 horas al día. Es el camino para mitigar el efecto de la suerte. “El azar influye bastante a corto plazo, pero en períodos largos no, los mejores jugadores siempre ganan”, dice Mateos.

El dinero es una parte intrínseca del póker. Para Mateos es donde reside parte de la magia. Aunque por medio de patrocinadores se pudiera eliminar la necesidad de apostar, para el jugador, haría perder la esencia y lo distorsionaría. “Esa sensación de poder ganar o perder y estar jugándote algo, creo que es lo que hace al póker tan interesante”, sentencia el madrileño.

Parte del triunfo de Mateos reside en entender el póker como un juego con un fuerte componente de matemáticas. Es lo que le hizo dejar la carrera de Economía e irse a Londres. Es la ciencia que, según Mateos, hace que la mala suerte se diluya a lo largo del tiempo y le haga poder decir que “ si trabajas vas a ganar todos los años”. Para él, las malas rachas existen, pero la matemática del juego hace que se acabe ganando antes o después.

Pese a la lectura tan metódica que Mateos hace del póker, confiesa que es la necesidad de convivir con el riesgo y la competitividad lo que más le atraen. Fue lo que sintió con apenas 16 años y el motivo por el que con 18 ya se estaba sentando en el principal casino Madrid. “Era muy atrevido, jugaba, mi manera de jugar era muy agresiva”, recuerda. A lo largo de los años ha mantenido este estilo.

A pesar de haber entrado tan joven en un casino, no juega a ningún otro juego de azar. “Vi cómo eran los otros juegos. Rápidamente deduje que no se podía ganar y no jugué” sentencia. Advierte, eso sí, de la necesidad de proteger a los menores del juego a la vez que, en relación con la ludopatía, se debe dejar a los adultos cometer sus propios errores.

Mateos, por el momento, no se plantea dejar el póker y aspira a seguir en la élite. Cuenta que la necesidad de competir de una manera tan intensa es lo que le hace ser feliz, unido a saberse uno de los mejores en, el que es, su juego.

 
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