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Albert Serra: "Si hubiera contado lo que quiere el torero, probablemente sería un publireportaje"

El director catalán habla con la SER de 'Tardes de soledad', la película evento de este Festival de San Sebastián que desgrana y desnuda el toreo a través del diestro Andrés Roca Rey

El director Albert Serra ha presentado este lunes en el 72 Festival de Cine de San Sebastián "Tardes de soledad", que compite en la Sección Oficial del certamen. EFE/Javier Etxezarreta. / Javier Etxezarreta (EFE)

San Sebastián

Para la última película de Albert Serra, una parte de la promoción consistió en distribuir camisetas con las frases que el elocuente e ingenioso director catalán ha ido soltando en las entrevistas. "Soy la madre Teresa del cine español", "Tienes que ser un cretino para tener éxito", etc, etc. Ahora ha dinamizado el Festival de San Sebastián, pero por todo lo contrario, por el contenido de su película, Tardes de soledad, y por su sobriedad a la hora de explicarla tanto en la rueda de prensa del Festival de San Sebastián, como en sus entrevistas. "Estoy a favor, o sea, no estoy en contra o prefiero evidentemente que exista a que que no exista. Pero este tipo de actitud no te sirve para nada", decía sobre el mundo de toreo, el tema de su nueva y esperada película que compite por la Concha de Oro. Sobre la petición de quitar esta película del certamen, por parte de Pacma y de Podemos Euskadi, lo tiene claro: "Es ridículo. Es una película, no tiene otra consideración".

"Para hacer una película lo bonito es precisamente ponerte en esta inocencia, en esta posición de búsqueda, que la cámara busque cosas inéditas o cosas que te sorprendan a ti mismo. Cosas no podrías encontrar de ninguna otra manera y, sobre todo, cosas que los ojos humanos no han visto nunca o no hemos tenido acceso", nos dice en una entrevista en la Cadena SER. Se refiere a cómo la cuadrilla de Andrés Roca Rey, uno de los toreros más importantes en este momento, le ha abierto las puertas a él y a sus cámaras para que Serra ruede, durante cinco años, su rutina: del hotel a la plaza, la corrida, la matanza del toro, la vuelta al hotel. Y así sucesivamente. Una manera de mostrar el toreo que nunca antes habíamos visto. "La televisión lo que hace siempre es banalizar. Y aquí es lo contrario, es amplificar, de alguna manera estilizar y ser parte de la realidad", decía el director sobre la diferencia en cómo se retransmite una corrida y cómo el cine se ha acercado a esta realidad.

La película ya la han visto los implicados, aunque no el montaje final. A San Sebastián no han venido. "Es inevitable pensar en la recepción, pero yo no cambio nada de una película por lo que pueda pensar la gente", reconoce. "Si hiciera caso a unos, tendría que poner unas imágenes. Si hiciera caso a otros, tendría que poner otras. Si tuviera que hacer 100 por cien caso al torero, probablemente sería un publirreportaje de su mejor corrida del año. No puedo. Tengo que. De alguna manera, no puedo ser consciente de esto. Y sé que el debate está ahí.

El proyecto surgió casi como un encargo, aunque es, de todo, menos eso. Fue la Universitat Pompeu Frabra la que le pidió hacer un documental, pero no encontraba tema, hasta que se le ocurrió. No les convenció y eso estimuló más al cineasta. Empezó a moverlo y se encontró con el maestro Frederick Wiseman, el gran director de documentales. "Le hablé de este proyecto y me dijo que le encantaba y que si yo no lo hacía, pues que lo quería hacer él. Eso me estimuló más", relata Serra que no era aficionado a los toros, aunque sí había ido a algunas corridas. "Vi alguna vez a José Tomás", nos cuenta. "Al principio incluso yo pensaba que igual era algo casposo, que no estaba asociado a mis cosas modernas".

Dice que se ha acercado sin ningún prejuicio, simplemente con el motor de la búsqueda. "Me sorprendieron las cosas que fuimos descubriendo, esta cosa de los diálogos de la película, algunas de las frases, de la poesía que hay detrás de este universo". Se refiere a esas sentencias que lanza la cuadrilla del torero y que el cineasta ha plasmado gracias a que le dieron acceso a los micrófonos inalámbricos con los que se comunican en plena corrida el equipo y a las conversaciones en el coche, antes y después de la faena. "Esto de, la vida no vale, no eso es la vida, no vale nada, ese es el precio. Cuando dicen "los frentes del alma", cuando se acerca más al toro".

Luego está el tema de la verdad, una de las palabras más escuchadas del filme. "Es muy interesante y cada vez me gustaba más, porque era como algo que está totalmente perdido en el mundo contemporáneo, que todo es como reducido a comunicación o al efecto que crea. Cuando dice, con qué verdad has matado los dos toros, una verdad plena. Todo un tipo de poesía en los diálogos que no sabía que existía". Esa es una de las novedades, otra es la manera indirecta en cómo se habla de la vida y la muerte. "La película tiene esos momentos de trascendencia sobre la vida, la muerte, etcétera. Esto forma parte, es lo que lo hace único y lo que lo diferencia de cualquier otro espectáculo. También era hacer honor a la a la honestidad o al compromiso este que el torero tiene. Hacer un retrato también paralelo, igual de honesto y con todos los elementos".

Confiesa Serra, director de películas como Liberté y La muerte de Luis XIV, que no descubrió esas frases hasta el montaje, pues no había escuchado antes la grabación de los micrófonos. Artur Tort, director de fotografía, estuvo también presente en el trabajo de edición que fue intenso, por la cantidad de horas grabadas, pero también por la reflexión de qué incluir y qué no. Hablamos de una corrida, donde el toro es torturado y muerte asesinado por el torero. Hay sangre, hay rugidos, hay suspiros y hay momentos de crueldad. "Evidentemente después de grabar tantas horas y tener todo tipo de de imágenes y hay que escoger", reconoce el director. Sin embargo, explica que moral y éticamente, el proceso ha sido como el del resto de sus trabajos. "Mi proceso de montaje no se ha distinguido de los de las películas de ficción. Y es que de todas las imágenes yo escojo las que me gustan por el motivo que sea, de manera totalmente arbitraria". Esa arbitrariedad y ese criterio son la base para su honestidad: "eso hace que la película también escape a cualquier tipo de reducción ideológica. Nosotros teníamos otra manera de rodar, porque precisamente la cámara es un proceso de aprendizaje. Los cámaras era una búsqueda, o sea, ellos no tienen que retransmitir nada, mis cámaras no están al servicio de nada y cada uno tenía autonomía para buscar algo, buscar algo interesante, buscar, buscar".

En esa búsqueda, sí hay una constante: el toro aparece por primera vez retratado de frente. "Hay muchos planos de un toro que mira hacia la cámara. El toro siempre lo ves en acción. Es decir, mira al torero, mira al espectador y ya es como que te pone en frente de muchas cosas. Y el riesgo evidentemente queda muy muy bien reflejado en la película. Son cosas estéticas, pero que tienen símbolos o que sirven de imágenes que no se han visto tanto y que esto tiene algo de semiótico", reconoce Serra. "El toro no sabe lo que es la muerte. La gente lo mira y dice, pobre toro, pero si no sabe que se va a morir. Y por eso precisamente me gustan tanto estos momentos. Porque se ve realmente de una manera muy gráfica. Es algo que con las personas no suele pasar tanto porque son autoconscientes de la muerte, pero el animal no, no sabe que es el concepto de la muerte. No sabe que va a morir", explica el director.

La crudeza de esa muerte queda ante los espectadores no una, ni dos veces, sino hasta cinco. Los cinco toros que Roca Rey torea en plazas distintas, generando una rutina. Serra insiste en que no hay una posición con respecto a la tauromaquia en su película, pero que es consciente que no va a gustar ni a los taurinos, ni a los antitaurinos. "No acabarías nunca si escucharas a la gente, si buscas complacer a la gente. No puedes hacer las cosas así y menos una cosa como esta. Entonces tiene que haber algo de honestidad también en tu caso. Es un documental. Hay una fricción inevitable respecto a esto, pero precisamente por eso es un retrato de otra persona que soy yo", insiste el director que sí reconoce que ha sentido cierta fascinación por el personaje que retrata. De hecho, la película a versar sobre la rutina de dos toreros, Roca Rey y Pablo Aguado, pero finalmente se quedó con el primero. "Ha sido como un casting. Hay veces que te gusta un actor, pero no cuadra", explicaba Serra. Del torero, de origen peruano, una de las super estrellas del mundillo, dice que le ha sorprendido su compromiso. "Es una especie de deber y de dar lo máximo cada vez. Cada día se va a inmolar, esto sí que era misterioso y continúa siéndolo un poco. Y en la película no sabes muy bien por qué lo hace y por qué este grado de compromiso tan extremo. Y esto creaba una cierta fascinación", concluía el director.

 
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