Ousman Umar: "Me iría con Pedro Sánchez a un faro para hablar de la realidad de los migrantes"

Madrid

Posiblemente no haya mejor sitio para sentarse a charlar sobre la realidad de los migrantes que un faro de Canarias, ni mejor compañía que Pedro Sánchez para analizar una crisis que le ha costado la vida a más de 5.000 personas en lo que llevamos de año. Ousman Umar tenía 13 años cuando llegó en patera a Fuerteventura, pero lo peor no fue la travesía del mar, sino la del desierto del Sáhara: "De las 46 personas que empezamos el viaje solo llegamos seis. Los más afortunados eran los que podían hacer pis para bebérselo".

En su caso, lo que le salvó la vida fue la cantimplora de un cadáver que encontró por el camino. "Reciclábamos tanto el mismo líquido que ya no podíamos ni hacer pis. Cogí esa cantimplora, pero me costó mucho superarlo porque en mi cultura el peor delito es coger algo que no has ganado con tu sudor. Durante muchos años fue un mal sueño para mí porque me quedé con el agua o el pis de alguien que no estaba vivo", cuenta con la voz entrecortada.

La pesadilla no terminó en suelo canario, sino en el barcelonés. Por aquel entonces tenía 16-17 años y llevaba meses durmiendo en la calle cuando se topó con Montserrat, la mujer que le acogió en su casa y le dio el primer beso de su vida: "Me dio un plato caliente y un beso en la frente antes de dormir. No fui capaz de cerrar los ojos ni un solo minuto en toda la noche preguntándome por qué, qué había hecho mal para merecer tanta tortura".

Dejó de preguntarse por qué para centrarse en el para qué, y llegó a la conclusión de que había llegado hasta aquí no por ser el más fuerte o el que más lo merecía, sino porque "tenía un propósito": evitar que los demás viviesen una experiencia similar a la suya. Aprendió catalán y castellano, se pagó los estudios trabajando en un taller de bicicletas, empezó un grado en química, hizo la carrera de relaciones públicas y marketing y un máster en dirección y gestión de ONGs, y fundó NASCO Feeding Minds con el fin de proporcionar a los jóvenes acceso a la información y a la educación. "Hay que formarles y darles información para que no se suban a una patera. Todos los que vinieron conmigo están recogiendo tomates o chatarra por las calles de Barcelona". Suerte la suya de haber encontrado a Montserrat.

En 2012 puso en marcha un proyecto de educación en Ghana con el que ha conseguido que 6.000 niños vayan a la escuela y tengan oportunidades laborales. "De los chicos que empezaron a estudiar hace ya una década, once están trabajando desde allí para el banco Santander", ha explicado. Su discurso es sencillo: dejar la caridad a un lado y cambiar el paradigma. "La propuesta de Pedro Sánchez de la migración circular como remedio a la crisis actual es un gran paso, pero hay que buscar una solución conjunta con el resto de Europa. Hay que dejar de alimentar estómagos una vez al año y empezar a alimentar las mentes", repite como un mantra. Al despedirse, no pierde la oportunidad de elegir al presidente del gobierno para compartir una charla frente al mar y contarle "todo lo que ha logrado hasta ahora".