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San Sebastián 2024 | 'El llanto', la violencia contra las mujeres es más que una maldición heredada

El debutante Pedro Martín-Calero trae el cine de género a la sección oficial del festival con una historia de mujeres conectadas y perseguidas cuyo guion firma Isabel Peña

Fotograma de 'El llanto' con Ester Expósito

San Sebastián

A lo que le llaman cine de género, que abarca desde el terror, al horror y todas sus variantes, le ha costado romper la barrera de los festivales internacionales. Al menos entrar en la sección oficial de los grandes certámenes europeos -Cannes, Venecia, San Sebastián, Berlín...- y no ser solo películas de nicho programadas en festivales dedicados al género. Sin embargo, en los últimos años una nueva generación de directores y directoras han revitalizado y dado una nueva dimensión autoral a estas historias. Nombres como las francesas Julia Ducournau y Coralie Fargeat con Titane y La sustancia en Cannes o Ana Lily Amirpour con Mona Lisa and the Blood Moon han emergido con sugerentes propuestas reconocidas y premiadas. El Festival de San Sebastián también ha ido abriéndose al terror y a otros géneros y este año ha programado en sección oficial El llanto, el debut de Pedro Martín-Calero producido por Caballo Films, la compañía de Sorogoyen, y escrito junto a Isabel Peña, la guionista de As bestas, Antidisturbios, El Reino...

"El género está entrando en su edad adulta. Cada vez más autores se atreven a abordarlo desde perspectivas menos obvias y más estilizadas. El género tiene una posibilidad de generar imágenes poéticas muy poderosas y además justificadas. Hay también una seducción desde el punto de vista estético, además de como gran metáfora de los miedos sociales", explica el realizador de un cambio de mentalidad que tiene también mucho que ver con el relevo generacional en nuestro cine. "Es el momento de nuestra generación y viene un poco de una ruptura, de matar un poco al padre, de romper muchos tabús en el cine. Y además la llegada de mujeres en la toma de decisiones ha supuesto un cambio brutal", añade.

'El llanto' es un proyecto en el que lleva trabajando durante años con Isabel Peña, a la que conoció mientras estudiaban cine. El resultado es una historia inquietante y críptica que va de España a Argentina, y de la actualidad a veinte años atrás para buscar un hilo en la violencia contra las mujeres y en los efectos que genera a su alrededor. Tres son las protagonistas y las actrices que componen este relato que el espectador tiene que ir completando. Ester Expósito es una joven universitaria con un novio a distancia que entra en una espiral de obsesión cuando detecta una inquietante presencia. A partir de ahí conoce parte de su pasado, ese que transporta la historia a una escuela de cine de Argentina donde el personaje de Malena Vila va grabando con su cámara -como en Tesis, es una de las claras referencias- e intenta advertir a otra joven, la que encarna la francesa Mathilde Ollivier, de la amenaza que la ronda. Las tres, en diferentes épocas y escenarios, han escuchado el mismo sonido. Un llanto.

Es difícil contar más de esta historia que juega con la sorpresa y va dosificando la información para intentar armar el rompecabezas. Por el camino los autores trabajan sobre ideas como la herencia, la maldición o la locura, ítems clásicos del género a los que dan la vuelta desde una perspectiva más contemporánea. "La mujer habitualmente protagonista de género del terror que está loca se ha convertido un poco en un lugar común. Es un campo que está lleno de lugares comunes y hemos intentando darle la vuelta. Está la casa encantada, está el monstruo y también cómo se trata esa especie de locura, lo que hemos hecho es jugarlo desde el realismo más espeluznante. Si no te creen, entonces pasan dos cosas, tú estás creyendo que no estoy bien y yo me acabo creyendo que no estoy bien", dice Isabel Peña sobre cómo se trata la credibilidad de las mujeres, otro de los temas centrales de la cinta. "Todo este dolor y esta violencia no solo afecta a las víctimas, sino a toda la gente que le rodea y cómo esa cadena de dolor no se para y sigue fluyendo. Queríamos contar eso y el género nos dio esa opción de ser metafóricos y a la vez muy directos", añade el director.

Hay varias referencias claras, como la citada película de Alejandro Amenábar, pero también conecta con el nuevo boom de lo sobrenatural en la literatura latinoamericana. "Queríamos contar cómo el mal trasciende durante los siglos y kilómetros. Argentina estaba en el imaginario desde que arrancó la película, desde una apetencia de los dos de hacer una peli sencilla de terror, pero luego el tema hizo que todo se fuera expandiendo. Mariana Enríquez estaba flotando en el aire y él estaba enamorado cinematográficamente del continente", cuenta la guionista de esta propuesta que nutre su puesta en escena también de atmósferas muy diversas.

De una España invernal donde la comunicación entre los jóvenes es por el móvil -de hecho, integran en pantalla los mensajes, llamadas, WhatsApp...- a una Argentina veraniega y analógica. Ese viaje también lo hace la película desde su estética. Desde el color, la imagen granulada, la música. "Abrazamos el cambio tecnológico, es también uno de los temas de la película, cómo ha cambiado la vida y nuestra relación con los demás. Ahora tú solo en tu casa puedes hablar con mucha gente y estar sola. Antes tenías que salir a la calle e interactuar. Queríamos con la cámara y la atmósfera plasmar esas sensaciones", revela el director.

'El llanto' también es cine de género con visión feminista. Está la libertad sexual de las mujeres y su represión histórica, pero también subyacen temas como la sororidad, la figura de las amigas como elemento clave para romper el círculo de la paranoia y la depresión. Pedro Martín-Calero e Isabel Peña añaden también referencias al cine de Kieslowski y juegan con lo metacinematográfico en esa escuela de cine donde solo hay una alumna incomprendida por trabajar desde lo experimental. Hay momentos desconcertantes, hay momentos de confusión, el guion está llena de giros, pero al final 'El llanto' cierra todos los hilos en un ejercicio extraño, irregular y atípico en el cine español y, probablemente sea una de las películas que mejor muestra esa incredulidad a la que se enfrentan las mujeres víctimas de algún tipo de violencia machista.