San Sebastián 2024 | Javier Giner emociona con su viaje de la adicción a la reconciliación en 'Yo, adicto'
El autor estrena en sección oficial la serie sobre su proceso de desintoxicación, una historia honesta y conmovedora de perdón que protagonizan Oriol Pla y Nora Navas
San Sebastián
En 2021, Javier Giner publicó Yo, adicto, un desgarrador relato donde contaba su experiencia real, en una etapa concreta de su vida, que le cambió para siempre. Una novela autobiográfica donde el autor contaba su paso por una clínica para superar su adicción al sexo y a las drogas. Esa historia, la suya, se ha convertido ahora en serie de televisión, que dota al relato de una nueva dimensión. Todo lo que contaba nos hacía un nudo en el estómago, nos abría la mente y los ojos a una realidad poco abordada en el cine que, además, ha contribuido a forjar estereotipos en torno a la figura del adicto. Por eso es tan potente la forma en que Giner relata la adicción en esta serie que se estrena en el Festival de San Sebastián en sección oficial y que llegará a Disney Plus el 31 de octubre. "Yo, adicto no es una serie sobre enfermos, es una serie sobre seres humanos en un momento de su vida en que muchos de ellos están perdidos, muchos de ellos están rotos, muchos de ellos están confundidos con diagnósticos profesionales de enfermedades mentales muy variadas, y eso es un reflejo absoluto de la realidad. Entonces era muy importante no solo transmitir la experiencia de Javier Giner, sino acompañarla", nos explica en una entrevista en la SER.
"Evidentemente es la misma historia, pero son dos maneras de narrarla. En la serie ha habido una transformación", confiesa el autor sobre el proceso de adaptación. "Digamos que la experiencia de la serie está ya completamente empaquetada. O sea, no, no cuenta con la imaginación del lector. El lector se podía imaginar los personajes de una manera o los ambientes y los paisajes. En la serie, yo te lo doy hecho. Pero sí es verdad que ambas comparten, por un lado, el ser dos artefactos hechos en carne viva, trasladando a imágenes la experiencia tan íntima que contamos". Habla en plural y se emociona al nombrar al equipo, desde la productora Laura Rubirola, por cada uno de los actores, o la directora Elena Trapé, que dirige tres de los episodios, así como el resto de guionistas que crearon esta historia íntima. "Todo se ha hecho desde un lugar muy íntimo, casi como si no fuese a estar de cara al público. Hemos conseguido que sea una serie profundamente emocional, como lo es un proceso de desintoxicación o de crecimiento personal, o de autodescubrimiento; pero la experiencia es casi pudorosa. Queríamos ser radicalmente honestos". La honestidad ha sido una constante, tanto al escribir el libro, como al levantar el relato audiovisual del mismo "La cara b de todo esto es que ser honesto sea un acto revolucionario, es como si diera la sensación de que vivimos rodeados de mentira".
En seis capítulos el creador compone un viaje al autoconocimiento y al perdón con el que no es necesario ser adicto para identificarse. "La idea era que el espectador viviera una experiencia inmersiva, la de entrar en una clínica de desintoxicación y sentir en primera persona lo que puede ser un proceso de este tipo". Lo hace a través de su alter ego, Javier Giner, un tipo divertido, extrovertido, con un buen trabajo, con una buena familia, pero abrumado por la exigencia social. En realidad, una situación universal, desgraciadamente, propiciada por las dinámicas capitalistas del mundo en que vivimos. Toca fondo e ingresa en una clínica, donde asistimos a un proceso, más que de sanación, casi de ver al otro, de entender que lo individual no es nada sin lo colectivo. "Yo he compartido ingreso con muchos compañeros y compañeras de los que sabía solo ciertas cosas. Es cierto que es muy importante todo el paisaje que acompaña Javier, porque en una desintoxicación, el poder del grupo como como elemento de identificación y de compartir lo que estás atravesando, es importantísimo. Es capital", insiste.
Oriol Pla es el actor que se ha convertido en Javi, sin imitarle, pero siendo complemente él. Yendo de la energía y el nervio del personaje a lo más emotivo y dramático. "Probablemente es uno de los trabajos más íntimos que he hecho y que voy a hacer. Pocas personas me conocen como me conoce Oriol y pocas personas le conocen como le conozco yo a él. No ha sido un trabajo de un año largo que se dice pronto, un año de simbiosis absoluta". Impresionante la escena del capítulo cinco, donde el personaje se enfrenta a sus padres, Itziar Lazcano y Ramón Barea. Sin duda, uno de los momentos más potentes de una serie que parte de una historia íntima, de un personaje con bastante ego, pero que acaba convirtiéndose en un relato coral de la vulnerabilidad, con personajes secundarios, esos adictos y adictas que pasan por la clínica, que representan muchas de las cosas que nuestra sociedad provoca. "Lo colectivo tiene una fuerza incalculable. Yo me desintoxiqué, pero no me desintoxiqué solo, sino que me ayudaron personas profesionales y me ayudaron una gran cantidad de pacientes que estaban atravesando una situación como la mía. Esas redes de afectos son importantísimas como sostén de la vida. Igual que en una serie. Yo soy el creador, soy el director, soy el guionista, pero yo no he hecho esta serie solo. Por eso, la serie es también una reivindicación muy íntima del poder de lo colectivo en una sociedad donde cada vez hablamos menos y hablamos peor y donde cada vez somos más individualistas".
Marina Salas, Vicky Luengo, Omar Ayuso, Quim Àvila, Catalina Sopelana o Bernabé Fernández dan vida a personas que acaban ayudándose unas a otras. La empatía está siendo uno de los grandes temas que esta temporada, el cine y las series abordan. Está en el filme de Pedro Almodóvar, La habitación de al lado, y está en Los destellos, de Pilar Palomero. Por supuesto, en Yo, adicto, es un tema central. Esa bondad la representa los personajes de Álex Brendemühl y el personaje de Nora Navas, basado en la terapeuta real de Giner. "En la serie se dice muchas veces vivimos en un mundo de mierda y es cierto, es un mundo salvaje, pero también es importante donde ponemos el foco. Es decir, hay mucha mierda, pero hay mucha bondad. Y si es verdad que hay una reivindicación de no solo de las emociones, sino de la capacidad del ser humano de sobreponerse a sí mismo y de reconocer que, alrededor nuestro, hay gente muy buena. El personaje que interpreta Nora Navas, que es Anaïs López, que fue mi terapeuta, es el de una persona anónima que salva vidas a diario".
Como vemos en la serie, hay todo un soporte social y cultural que incita al consumo alcohólico y, cada vez más, al de las drogas. Sin embargo, el tabú al hablar del problema de la adicción cuando este se da en nuestro propio entorno es fuerte. El audiovisual tampoco ha contribuido mucho a bajarlo a tierra, siempre con relatos demasiado oscuros o demasiado estereotipados, muy al contrario que esta serie, que utiliza una fotografía luminosa, pero que evita embellecer la adicción. "Pretendo que a través de la experiencia de ver la serie se conceda dignidad a todas esas personas que nos extraviamos por mil razones distintas, que somos enfermos por mil razones distintas, pero que somos seres humanos y que tenemos derecho a existir y que somos tan dignos como cualquier otro". Por eso, la cámara está al servicio de los actores, evitando el preciosismo y proponiendo un retrato lo más transparente posible. "Yo quería dar la sensación de que la pantalla te está hablando directamente, de que no hay nada en medio. De alguna manera, Elena Trapé y yo no apartarnos todo lo posible para que sea el propio relato y la historia la que te lleve".