El diagnóstico de un historiador por la polémica con México y Felipe VI: "España vive en la desmemoria más absoluta"

La polémica está servida. El próximo 1 de octubre la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, tomará posesión del cargo y lo hará ante cientos de representantes de otros países, entre los que no estará España. México ha decidido excluir del evento a Felipe VI, jefe del estado Español, porque consideran que debe pedir perdón a México, en nombre de toda España, por la conquista que tuvo lugar siglos atrás.

El debate parece ser eterno. ¿Fue una conquista ética? Una viñeta humorística del actor mexicano Hugo Catalán ilustra el sentimiento del pueblo latinoamericano ante el debate. En ella se ve a un conquistador español que promete traer cultura, educación y progreso, mientras que el indígena le pregunta para qué sirve la espada que porta.

La viñeta ilustra el desentendimiento entre ambas partes y, en La Ventana, pretendemos perfilar el relato y analizarlo desde todas las aristas posibles. Justo Cuño, profesor de Historia de América en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, explica este jueves en La Ventana su opinión sobre la polémica entre Claudia Sheinbaum y Felipe VI, y sus respectivas naciones a lo largo de la historia.

Reconstruir una identidad común

"Debemos iniciar una reconciliación con México. Tenemos que mirarnos de frente y reinterpretar una identidad que es tanto de lo americano como de lo español. ¿Cómo podemos entender una parte sin la otra? Es un proceso imprescindible que parte de una historiografía perversa que ha desvirtuado esa construcción identitaria, convirtiendo unas identidades complementarias en antagónicas", explica el profesor de Historia.

Cuenta Justo Cuño que, cuando los países latinoamericanos decidieron independizarse, ofrecieron a la monarquía española, en ese momento dirigida por Fernando VII, la creación de un Common Wealth, en otras palabras, una mancomunidad España-Latinoamérica que fue rechazada: "Ya en 1825 salieron artículos de opinión en la Gaceta de México que llamaban imbecil a Fernando VII por no haber aprovechado la independencia latinoamericana para crear un espacio económico común, basado en una misma identidad, idioma, religión y cultura compartida".

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El historiador considera que la historia compartida entre España y México está altamente ideologizada y ha convertido a estas dos naciones en antagonistas: "Ahora debemos construir una historia de aliados complementarios, en la que desde España se mire de otra manera a Latinoamérica y viceversa. Hay que fomentar la idea de que España y Latinoamérica tienen un pasado común y se complementan perfectamente. Yo siento que tengo más en común con la cultura mexicana que con la islandesa, por ejemplo, por mucho que Islandia forme parte de nuestro mismo espacio económico europeo".

¿Debe España pedir perdón a México?

Justo Cuño manifiesta su opinión al respecto: "España vive en la desmemoria más absoluta. Este año en Latinoamérica se conmemora el bicentenario de la Batalla de Ayacucho, que puso fin a la presencia española y afianzó la independencia. En España no se ha mencionado nada respecto a este episodio de la historia. Para nuestro país, todo lo que no son victorias épicas se entierra en lo más profundo. Escondemos constantemente la cabeza como si no hubiese existido esa parte de nuestra historia", reflexiona.

Continúa preguntándose: "¿Por qué no podemos pedir perdón? Nosotros no somos los que cometimos esas atrocidades, pero encarnamos el espíritu histórico de los que las cometieron. El filósofo alemán Hegel comentaba que los pueblos tienen un espíritu que se transmite de generación en generación. No nos cuesta nada pedir perdón por las atrocidades que se cometieron en la conquista y, además, por la reconquista posterior a partir de 1815 con el envío del ejército de Pablo Morillo, algo de lo que nadie habla".

"Lo mejor es preguntarle a los gobiernos latinos de qué manera podríamos reconstruir esta identidad separada, y cómo podemos encarrilar la situación para preservar la identidad común. Creo que los historiadores tenemos mucho que decir y mucho que hacer en este asunto", concluye Justo Cuño.