"Bienvenidos a los coños españoles": el legado español de Valparaíso y el desembarco del Winnipeg
Guillermo Sabas, compañero de Radio Bilbao, ha contado en 'La Ventana' la historia de su bisabuelo, Esteban Rodríguez, uno de los exiliados republicanos del barco Winnipeg
La Ventana a las 17h | El legado español en el desembarco del Winnipeg
Madrid
El 85º aniversario de la llegada del Winnipeg a Valparaíso coincide con el 120º aniversario del nacimiento de Pablo Neruda, quien gestionó la evacuación de más de 2.000 republicanos españoles hacia Chile. La periodista Nieves Concostrina contó en su Acontece que no es poco un relato sobre la selección de los exiliados republicanos que Neruda debió realizar para evitar que el barco fuera detenido. Entre aquellos elegidos estuvo el bisabuelo de Guillermo Sabas, compañero de Radio Bilbao, que ha compartido la historia familiar de Esteban Rodríguez, quien emigró a Chile en el Winnipeg.
El barco, en realidad, servía para llevar mercancías. Aunque en principio tenía una capacidad para menos de una cincuentena de personas, fue reacondicionado para que cupieran más de 2.000. Partió de un puerto de la Aquitania francesa y durante 30 días cruzó el Atlántico y, a través del Canal de Panamá, llegó hasta Valparaíso por el Pacífico. Años después del desembarco, en 1942, el Winnipeg fue hundido por un submarino alemán.
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Esteban Rodríguez, de idéntico nombre al de padre y abuelo de Sabas, quien también ha intervenido desde Viña del Mar, rememorando cómo su padre se adaptó a la vida en Chile y cómo llegó a trabajar en la radio. Su padre llegó a Valparaíso diciendo que era pescador y hortelano, pero en realidad había sido piloto durante la guerra. "Había varias pasarelas y le tocó la de Neruda. Él le dijo: «usted tan joven y con dos oficios». Neruda sabía que mi padre había sido piloto y le dijo: «usted en Chile no va a poder volar»", ha contado Rodríguez.
Y es que el entonces presidente chileno Pedro Aguirre le pidió a Neruda que hiciera una selección de los que subieron al Winnipeg: tenía que seleccionar a pescadores, agricultores y obreros metalúrgicos y, preferentemente, vascos o catalanes. Debía evitar a los mineros asturianos, que eran demasiado reivindicativos y activos políticamente, así como a los andaluces, porque pensaban que eran más vagos que los demás. La derecha chilena hizo una campaña para que no llegaran porque decían que iban a traer enfermedades, pero no surtió efecto, pues hasta la iglesia mormona de EE. UU. ayudó a financiar el viaje.
Esteban ha relatado algunas de las memorias de su padre. "Castelo, otro de los del buque, escribió un artículo en El País en el que decía que no había conocido en la historia que los perdedores de una guerra fueran recibidos como héroes. Y así fue". También ha contado otra divertida, como la de la pancarta que recibió a los exiliados españoles, que rezaba: "Bienvenidos a los coños republicanos". "El chileno es muy dado a poner motes. Los españoles estaban todo el día diciendo "coño": «ven aquí, coño», o si se daban un martillazo en los dedos era: «¡coño!». Y así surgió el mote y la pancarta. Las mujeres que llegaban en los barcos a Valparaíso se quedaron espantadas porque no entendían lo que aquello significaba", ha contado Esteban entre risas.
En Barcelona, desde hace menos de dos semanas, se rinde homenaje a la epopeya de los exiliados del Winnipeg con un mural de arte urbano. Está ubicado en la Plaza Pablo Neruda, en el distrito de L’Eixample y lleva por título “Barco de los pueblos migrados”. Hasta allí se ha trasladado nuestra compañera de Radio Barcelona, Gemma Alegrí, que ha descrito el mural como enorme. "Se ven las manos de una niña que sujetan las manos de una maleta. La imagen sirve para representar el exilio, la guerra y, a la vez, qué significa llevarse una maleta con lo necesario para el futuro", ha contado Alegrí.
Álvaro García-Dotor
Periodista cultural. Redactor en La Ventana.