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Albert Serra, Concha de Oro 2024: "Reivindico un cine osado formalmente, esa es mi obsesión"

El director atiende a la Cadena SER tras conquistar el máximo galardón de San Sebastián con el documental sobre la tauromaquia 'Tardes de soledad'

El cineasta Albert Serra recibe junto a su equipo la Concha de Oro a la mejor película este sábado en el 72 Festival de Cine de San Sebastián. 'Tardes de soledad', el documental sobre la tauromaquia de Albert Serra centrado en el torero peruano Andrés Roca Rey, se ha alzado con la Concha de Oro a la mejor película en el 72 Festival de Cine de San Sebastián. EFE/ Juan Herrero / Juan Herrero (EFE)

El cineasta Albert Serra recibe junto a su equipo la Concha de Oro a la mejor película este sábado en el 72 Festival de Cine de San Sebastián. 'Tardes de soledad', el documental sobre la tauromaquia de Albert Serra centrado en el torero peruano Andrés Roca Rey, se ha alzado con la Concha de Oro a la mejor película en el 72 Festival de Cine de San Sebastián. EFE/ Juan Herrero

San Sebastián

Para Albert Serra es nuevo esto de convencer con rotundidad, de causar admiración y furor. Es lo que ha generado su Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, unanimidad y aplausos que llegan desde distintos espectros ideológicos de una crítica que ha caída rendida al poder visual y sonoro de Tardes de soledad, su documental que nos muestra la tauromaquia como nunca la habíamos visto, que ha satisfecho a taurinos y antitaurinos por igual y que demuestra que ha realidades y esencias que solo el cine puede captar. "La televisión es banal", decía Serra esta semana sobre la diferencia entre las retransmisiones televisivas de las corridas de toros y lo que él propone en esta película, llena de cine y que permite al espectador evocar diferentes temas como el miedo, la muerte, la violencia, la crueldad o la masculinidad.

"Nunca me planteo qué va a ver la gente en ella. Pero creo, sinceramente, que es la honestidad. Esa es la palabra. Es una película que no rehuye nada. De la misma manera que muestra la intimidad, también hay algunos otros planos que muestran otra realidad de violencia. Muestra el toreo puro. Hay un poco de todo. Y en este equilibrio yo creo que la gente puede encontrar parte de este mundo que retrata. Por eso es un documental", decía el director sobre el quorum que ha logrado en este certamen que nunca antes había logrado. Sus películas han tenido siempre una acogida calurosa por la crítica, sobre todo la francesa, que llegó a calificar Pacifiction, su último filme que compitió en la sección oficial del Festival de Cannes, como la mejor obra del año.

En España, sin embargo, no ha logrado grandes reconocimientos. No ha estado nominado al Goya, tan solo ha recibido un Premio Feroz Especial. Por eso, esta Concha de Oro suena a un cambio de paradigma o, al menos de relación con el cine español, al que suele tirar bastantes dardos. "He recibido un poco más", dice el director que, durante estos años, en las promociones y encuentros con la prensa, nos ha dejado grandes frases como Soy la madre Teresa de Calcuta del cine español: doy mucho y recibo muy poco. "En aquella época sí lo podía decir, ahora pues ya no lo decimos".

Esta Concha de Oro supone un reconocimiento a esta película, que fue el gran evento del certamen y una de las más aclamadas y esperadas, pero también a una carrera inclasificable. "Estoy muy satisfecho porque creo que se premia una película que, desde un punto de vista formal y de lo que es el cine de autor, intenta plantear alguna cosa o crear algún momento de imágenes inéditas o de atmósferas inéditas", apuntaba el director de Banyoles que, desde sus inicios, ha estado interesado en un cine diferente, original, rompedor, que huyera del retrato de la realidad y que evocara, a través de la imagen, nuevas sensaciones y debates. "Por lo que me han dicho amigos míos, comparado con las otras película, todavía continuaba siendo la más osada", comentaba con los periodistas después de recoger el galardón en la gala de clausura.

"Sobre todo reivindico un cine osado formalmente, ésta es mi obsesión. Y osado quiere decir hacer cosas que no estén tan vistas y crear atmósferas inéditas y es lo que he hecho siempre, tampoco le veo tanta diferencia", se refiere a ese viaje artístico que ha ido explorando en títulos como Historia de la meva mort, centrada en la transición de los siglos XVIII y XIX a través de las figuras literarias de Casanova y Drácula, recibió la distinción de mejor película en Locarno. Sus instalaciones museísticas o películas como Honor de cavallería, donde daba su versión de El Quijote de la mano de Albert Pla, o en El cant dels ocells, sobre los reyes magos, o en La muerte de Luis XIV, una película que conecta de algún modo con Tardes de soledad en su retrato de los pelotas en la corte, algo que se infiere de esos trabajadores de la cuadrilla del torero hacia la figura estelar de Roca Rey.

En sus películas propone una aproximación radical a las imágenes. Hay en su cine búsqueda de lo que hay detrás del objetivo de la cámara, siempre digital, confundiendo siempre ficción y no ficción. En todos sus rodajes las cámaras trabajan sin un objetivo marcado. Van grabando. También en Tardes de soledad. Eso le permitió tener una gran cantidad de imágenes que captan lo que es imperceptible, para después conformar un nuevo guion en montaje. "Las cámaras escrutan algo que está allí, algo sobre lo que yo no tengo ninguna idea, ni los propios actores pueden controlar", decía en la SER con motivo del estreno de Pacifiction. Sin embargo, en esta ocasión se enfrentaba al documental. "Esta película no se hubiera podido hacer de otra manera", insistía

Esa manera de rodar, ya sea una ola gigante en la polinesia o el cruising en el siglo XVIII, le ha dado, al fin un premio, que dice no le interesa en exceso. "A mi no me molesta nada no ganar. Los premios no afectan a uno. Sabes que lo que cuenta es la película. Los premios son más una cosa, digamos, sociológica, pero que, evidentemente, ayudan a la financiación de próximas películas. Esto sí que es más molesto. Ganar no ayuda, tampoco perjudica, pero facilita más las cosas. Pero aparte de esto, quizás os parecerá extraño, pero de verdad que nunca conocí a nadie que le importara menos el éxito que a mí. De toda la gente famosa que más o menos, que vive en este mundo que es el mío", explicaba el autor de frases como "No es improbable que de aquí a cine años se reconozca que yo soy más importante que Scorsese, Coppola y Spielberg para la historia del cine".

Eso fue hace años. Ahora Serra tiene un halo de responsabilidad, quizá por no mancillar a quienes le han abierto las puertas de su intimidad, como fue el equipo de Andrés Roca Rey, una de las grandes estrellas del toreo actual. A ellos grabó de cerca, en los momentos más íntimos: los viajes en furgoneta de los hoteles a las plazas, de las plazas a los hoteles. En la habitación, vistiéndose y desnudándose, rezando y hablando de las faenas. "El mérito ha sido convencerlos de esto", reconoce. "La película ahora se tiene que ver. Hay que enseñarla y que la gente la vea tranquilamente", dice sobre cómo será recibida dentro del mundo del toreo.

"A Roca Rey le enseñamos un montaje al principio, pero como él está en otras cosas, tiene sus propios problemas con torear, que es bastante dificultoso. La película es siempre una amplificación de la realidad. Verse uno mismo es complicado de asimilar", reflexionaba Serra. "La inocencia. En el momento en que alguien ya tiene una autoconsciencia que le están filmando y que se comporta como un actor y ya quiere controlar su imagen hasta el punto de ofrecer una imagen determinada que no es la verdadera. Entonces ya no es un documental, tampoco es una película de ficción", reflexiona sobre la originalidad de su retrato que consigue la misma autenticidad genuina que conseguía en actores consagrados como Helmut Berger, habitual de Visconti, Benoit Magimel o Jean Pierre Léaud, aquel niño de Los cuatrocientos golpes.

Tardes de soledad es un filme duro, violento, incómodo y terriblemente bello, donde vemos al toro morir y exhalar el último hálito. Donde le escuchamos respirar, donde hasta mira a cámara en la plaza, o eso parece. Donde la sangre cubre el rostro y el traje de luces del torero. Vemos las muecas antes de entrar a matar, pero no vemos al público, más que en un plano y de soslayo. No vemos el palco, aunque se intuye quién puede habitarlo. No vemos la música, ni el folclore. Solo vemos la relación desnuda del hombre y el animal al que aniquilará de forma cruel. El torero es un mundo que agoniza en una sociedad que tiene cada vez más sensibilidad por el mundo animal y la naturaleza. De hecho, este galardón llega a penas unas semanas después de que el ministerio de Cultura haya eliminado el Premio Nacional de Tauromaquia y cuando muchas plazas han ido cerrando por falta de público. "Yo no soy adivino. Como todas las cosas tienen su evolución. La sociedad evoluciona de una manera o de otra y a veces cambia también las cosas. No sé", respondía sobre cuánto de vida le queda a la tauromaquía, un tema al que se han acercado desde Goya a Picasso, desde Hemingway a Lorca.

"Los festivales se han vuelto más conservadores, Cannes quizás el que menos", es otra de sus frases famosas de otra época. Ahora uno de esos festivales conservadores acaba de coronarle. ¿Se ha domesticado Albert Serra? "Probablemente. No sé, esperemos a la próxima película que habla sobre Rusia. Esta promete", decía sobre el que será su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Una historia que ahondará en las relaciones entre Estados Unidos y el país de Putin, y que podría contar, si todo va bien, con la actriz norteamericana Kristen Stewart, una estrella internacional.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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