Un barquito chiquitito
Me pregunto quién hace esos cálculos y si alguna vez tendrá que rendir cuentas sobre esos millones que nunca han existido. ¿Se supone que ese dinero tenía que llegar de la mano del turismo? Pues aún lo entiendo menos
Ignacio Martínez de Pisón: "Un barquito chiquitito"
Madrid
Toda mi relación con los deportes náuticos se limita a las veces que, de crío, coreé la canción del barquito chiquitito que no podía, que no podía navegar. A alguien como yo, por tanto, era difícil que pudiera interesar la Copa América, esa cosa que pasa delante de las playas de mi ciudad, Barcelona.
He preguntado a mis vecinos de escalera y veo que a ellos les interesa tan poco como a mí. Mi CIS particular, tan digno de crédito al menos como el de Tezanos, arroja un resultado contundente: nada de nada, como la canción de Cecilia. Esa competición no le interesa a nadie. Me pongo algunas regatas en la tele municipal y veo que no sirven ni para echarse la siesta, como la vuelta ciclista.
Dicen que la Copa América nos va a costar 70 millones de euros, el doble de lo previsto, y que la riqueza generada para la ciudad quedará muy lejos de los mil millones anunciados. Me pregunto quién hace esos cálculos y si alguna vez tendrá que rendir cuentas sobre esos millones que nunca han existido. ¿Se supone que ese dinero tenía que llegar de la mano del turismo? Pues aún lo entiendo menos.
Lo de esta copa se aprobó en la etapa de Ada Colau pero, al parecer, por insistencia personal de Jaume Collboni, el actual alcalde, el mismo que alardea de querer acotar el turismo y ha prometido cerrar los pisos turísticos. En fin, desde la inauguración han pasado cuatro, cinco o seis semanas y aquel barquito, aquel barquito naufragó.