"Hoy no puedo": Maruja Torres se rompe al relatar lo que están viviendo las familias que huyen de los ataques israelíes en Líbano

Madrid

La evacuación es una de las consecuencias, quizá secundarias comparada con el peligro inminente, pero no por ello menos desgarradoras, que se sufren, en este caso en Líbano, atacado nuevamente por la ira de Israel en forma de invasión ilegal de un país soberano.

Se convulsionan familias, se padecen noches de insomnio y no solo por el estallido de las bombas o por el silencio que las precede. Hay bastantes personas nativas relacionadas, por parentesco, con personas extranjeras con las que pueden huir del infierno subiéndose a un avión o a un barco enviado por los diversos Gobiernos.

En el islote que es un Líbano casi cercado que, además, conoce el genocidio gazatí del que Israel ha sido capaz, hay hombres y mujeres que pueden ponerse a salvo por su vinculación familiar con personas rescatables y con pasaporte foráneo.

Esas parejas, angustiadas ante la decisión, dan estos días vueltas en la cama. Te sigo. O no. Escapo, pero me alejo y llevo conmigo la culpa de elegir la vida mientras temo por lo que les ocurra a mis otros seres queridos, a mis compatriotas.

He visto esos ojos vacíos en las largas esperas que preceden a las evacuaciones: mujeres sentadas controlando a sus hijos en un hangar, con el equipaje justo admisible y una botella de agua. Mirando sin ver, esperando sin desear, desesperando sin obtener consuelo.

También he visto a quienes escogen quedarse, entregados, entregadas al frenético trajín de ayudar en lo posible en el día a día, de no pensar, de no llorar en público por la tierra amada.

Siento no ofreceros una columna más alegre. Hoy no puedo.