Marta Pazos: "Tenemos una costra tan grande, que ni la guerra ni la violencia nos afectan ya"
Artista multidisciplinar, Marta Pazos estrena 'Juana de Arco' en Nave 10 Matadero. Un elenco formado por siete actrices, porque son las mujeres que no se quemaron en la hoguera las que cuentan esta historia fascinante. Desde la sororidad, el respeto y la comunidad, valores que reivindica la directora
Marta Pazos: "Tenemos una costra tan grande, que ni la guerra ni la violencia nos afectan ya"
34:16
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1727855835066/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Marta Pazos (Vigo, 1976) lleva 25 años de carrera a sus espaldas y ha hecho de todo: actriz, dramaturga, directora de escena, incursiones en la ópera y, además, pinta cuadros. Se confiesa una persona curiosa y apasionada del arte. Una artista multidisciplinar e interdisciplinar, en sus obras fluyen diferentes disciplinas artísticas, todas ellas atravesadas por el color. El color se fue manifestando a lo largo de su trayectoria, modificando su estado, contaminando poco a poco su propia vida, dice. Damos fe.
Marta Pazos estrena en Nave 10 Matadero Juana de Arco, un texto escrito junto a Sergio Martínez Vila y que ella dirige. Esta Juana de Arco es de color borgoña, "como el del vino, un color que se parece mucho al de la sangre cuando te brota, cuando te haces una herida. Y Juana de Arco es apresada por el ejército de Borgoña, así que era importante que este color estuviera presente y envolviera todo. Casi como coger un trozo del pecho de ella, cuando le dan un flechazo y la apresan. Después esto se desparrama", explica Pazos.
Juana de Arco es uno de los personajes más veces llevados al cine, sobre todo, pero también al teatro. Directores -hombres- como Dreyer, Bresson, Preminger, Besson, Duguay... son algunos ejemplos. Y en un escenario quizá lo más memorable que hemos visto recientemente ha sido la ópera Juana de Arco en la hoguera con Marion Cotillard. ¿Qué tiene este personaje histórico para ser tantas veces representado y qué te interesó a ti?
Juana de Arco fue una mujer que existió de verdad y esto es muy impresionante, ese es uno de los motivos. O sea, la historia, su historia épica, aquello que consiguió una joven de una aldea muy pequeña. Una chica de 13 años que está en contacto con lo divino, que recibe una llamada y eso la empuja, con su fuerza interior, a ir al delfín de Francia, pedirle un ejército de hombres y coronarlo como rey. Y también esto hace que la maten en la hoguera. Así que creo que es una historia que ya de por sí es muy atractiva a la hora de poner en pie. A mí lo que me interesa es el poder personal, aquello que Juana despierta. En este presente hay unas Juanas, como Greta Thunberg, esa niña que ha conseguido todo eso. Y después, algo que me seducía mucho y que conecta también con mi trayectoria y mi proyecto artístico, es la conexión de lo humano y lo divino, de lo terrenal y lo espiritual, de estos dos planos.
Llevas toda tu carrera visibilizando el papel de las mujeres mujeres históricamente invisibilizadas o cuya historia ha sido silenciada o manipulada. Tu mirada dices que es contemporánea y feminista. ¿Esto en qué se traduce?
Bueno, soy una mujer que vive ahora, no puedo hacer las cosas de forma no contemporánea. Y bueno, feminista también porque para mí no hay otra forma de estar en este momento, no puedo despegarme de aquello que yo soy. Soy gallega, soy una mujer, soy feminista y por eso compongo o creo de esa manera. Y tengo el privilegio de trabajar en un espacio en el que se me permite ser libre y con mucha visibilidad. Yo como ciudadana y como feminista tengo el compromiso también de tener mucho cuidado en la perspectiva, no solo en lo que hago, sino en cómo lo hago. Hay un cuidado ahí porque también pienso en mí como espectadora. Yo quiero hacer el teatro o las obras que a mí me gustaría ver como espectadora, así que hay un cuidado en lo que se dice, en cómo se dice, en qué mensaje se está pasando, en qué se está generando a través de esta percepción que estás percibiendo tú.
Investigación y creación suelen ir de la mano, en tu caso al menos es así. Además, te gusta mostrar cómo es ese proceso creativo. Te quería preguntar cómo ha sido el proceso de documentación, de que fuentes habéis bebido, porque hay una reformulación a partir de la primera carta que Juana de Arco supuestamente redactó, hay palabras atribuidas a ella. ¿Cómo ha sido ese proceso de investigación y luego el volcarlo en un proceso creativo?
Bueno, ha sido un trabajo de orfebrería y un proceso con muchas fases. Primero Luis me invita [Luis Luque, director artístico de Matadero] y entonces yo diseño lo que llamo la matriz, que es aquellas coordenadas que van a determinar en el espectáculo. Yo quería que Juana contara la historia de aquello que le pasa en primera persona. Quería que no fuera una Juana victimista, quería que estuviera conectada con el misticismo y con lo invisible. Y cuando hago este diseño de matriz, entonces empiezo a convocar a los artistas y las artistas que me van a acompañar en esto, no solo el elenco, sino las creativas y creativos que me van a acompañar, que para mí tienen que tener en sus trayectorias algo que conecte con esta raíz. Hay algo de Juana también que es la adolescencia. Entonces, a la hora de documentarme, me parecía muy importante relacionarme con ese material no desde una perspectiva académica o academicista, que hay muchísimo, sino hacerlo por pulsiones más conectadas con un espíritu adolescente, como flashazos. Convoqué a Sergio Martínez Vila, que es un dramaturgo muy conectado con lo invisible. Además, él viene del cine y otro de los ingredientes que yo tenía era el espacio donde se iba a presentar, que es la Nave 10 Matadero, que es un 16:9 [formato panorámico]. Buscaba a alguien que pudiera escribirlo junto a mí, de forma que pareciera que estás viendo una película, pero altamente teatral. Y entonces aparece Sergio y se adentra en los meandros de lo histórico, encuentra las actas originales del juicio y el juicio está escrito basado en la carta original que Juana escribió al Delfín de Francia para que la recibiera. Y también fue un trabajo muy arduo de encontrar la forma en la que hablaba. O sea, tenía que ser un texto conectado con la poesía, tenía que ser un texto contemporáneo que hable al público de ahora, que no te mantuvieras alejado, pero que tuviera unas reminiscencias con aromas a algo de la época en la que en la que vivió Juana.
Es un elenco femenino. Son siete actrices: Georgina Amorós, Katalin Arana, Macarena García, Lucía Juárez, Bea de Paz, Ana Polvorosa y Joana Vilapuig. ¿Has indagado en su carrera a ver si conectaban de alguna forma con Juana de Arco y el espíritu o raíz de esta obra? ¿Por qué siete mujeres?
Bueno, son siete porque siete es un número mágico. También son todas mujeres porque para mí era importante que te lo contaran las Juanas que no se quemaron. Que hablaran desde ahí, desde la comunidad, desde la sororidad, desde la red común y desde el respeto. Entonces sí que tiene que ver la elección de estas intérpretes con esto y son intérpretes que vienen de lugares a veces más conectados con el audiovisual o la danza. A mí me gusta que las disciplinas se vayan entrelazando, que una se contamine del trabajo de las otras. Y esto me parece algo sorprendente que creo que va a cautivar al público, que va a ver a actrices que que conoce en unos lugares diferentes a los que están habituadas y habituados a verlas. Van a ver a bailarinas que conocen interpretar de otra manera. Me seduce mucho eso porque me conecta con la libertad.
Juana era una niña o una adolescente en un país, Francia, profundamente dividido -como ahora- y en guerra. "Un poder que necesita enemigos para mantenerse y que los inventa en una sucesión imparable. Un poder que sin sangre y calor no viviría, como las pulgas". En este contexto, Juana de Arco ve una luz, una llama, una visión, y es capaz de arrastrar detrás de ella a cientos de hombres a la batalla. No sé si es un reflejo también de los tiempos en los que vivimos. Un mundo oscuro, un mundo cruel, un mundo violento donde necesitamos amor, donde necesitamos ternura, donde necesitamos Gretas Thunberg que nos iluminen. Esa capacidad también de imaginar alternativas luminosas. Si hemos perdido un poco la capacidad de imaginar.
Completamente. Para mí es muy importante esto. ¿Dónde encuentras el entusiasmo? ¿Dónde encuentras la llama? No estamos en la guerra de los Cien Años, pero estamos en la guerra y es una época también muy, muy, muy violenta, que nos produce una costra muy grande, de forma que ya no nos afectan las cosas. Así que cuando algo es puro, cuando algo tiene luz, cuando algo te inspira, pues te vas detrás. Por eso es tan importante la figura de los nuevos y las nuevas líderes. O sea, quiénes son estas personas a las que seguimos, ¿no? Y esa responsabilidad, cuando estás en un lugar privilegiado, de a quién le estoy hablando, qué impacto tienen mis palabras. Nuestra Juana de Arco habla mucho de eso y pone esto encima de la mesa. O sea, la palabra no es baladí. Tenemos que tratar las palabras como tratamos el cuerpo, porque nuestras palabras tienen un impacto real. Lo estamos viendo cada día, pero nuestro mundo contemporáneo se ha encargado de que vayamos a tanta velocidad, que no podamos discernir, que hayamos perdido absolutamente la capacidad crítica. Valoro mucho esto, las personas puras, que te inspiran, que te colocan en otros lugares, que te ofrecen un espacio de posibilidad. También es una razón por la que hacer este espectáculo ahora.
En el montaje hay una tensión entre lo espiritual y lo terrenal, "un conflicto eterno que sigue siendo tan relevante hoy como lo fue en el siglo XV". Nos decía hace un par de semanas un escritor, Gustavo Martín Garzo, que lo espiritual es el mundo de la fantasía, de la fábula, de la magia, el mundo donde todo es posible, que conecta en cierta manera con nuestra infancia y que esto es lo que ofrece en realidad el cristianismo. Y personajes como Juana de Arco en particular. No sé si estás de acuerdo o cuál es esa tensión entre lo espiritual y lo terrenal hoy.
Claro, para mí no tiene tanto que ver con una religión en concreto, sino creo que hay muchas tendencias, religiones, lugares, espacios que tienen algo en común, que es aquello que tú no lo ves, pero que te transporta a otro lugar más grande o te da la certeza de que eres pequeño. Para mí tiene que ver con lo intangible, con lo invisible. Tiene que ver con una conexión muy grande, con la intuición, no con certezas. Hay una palabra preciosa que adoro, que es la palabra entusiasmo, que viene del griego. Tener un dios, una diosa dentro. Y a mí me interesa mucho pensar en eso, en qué dios o qué diosas tenemos nosotros dentro y cómo podemos avivar esa llama, cómo podemos inspirarnos las unas en las otras. Esto es lo que yo acredito. Y hay algo de eso que conecta mucho con las religiones, que te avivan, te levantan, te elevan. Ya puedes ser un monje que esté levitando en el Himalaya o que seas una persona que va de rodillas a Fátima, por ejemplo. Yo vivo en Santiago de Compostela, un lugar muy telúrico, y veo cada día miles de personas justo en el momento en el que van a conectar con el júbilo o van a ganar el Jubileo y es precioso. Independientemente de la religión a la que pertenezcan, si son creyentes o ateas, es un estado de caminar contigo mismo, con esta pureza. Y para mí esto es la mística, la espiritualidad, lo invisible. Y también que no todo está en mí, que yo pertenezco a algo más grande. Cuando yo conecto con mi intuición, me conecto con la escucha. Cuando medito, me conecto con algo que no puedes describir, pero es una sensación que te reconforta.
Lo que somos no cabe en un nombre, dice Juana en esta obra en un intento de desmontar un poco esas etiquetas binarias, cuestionando a continuación lo que es contra natura, si es que hay algo que sea contra natura en esta vida. "No se puede jurar fidelidad a la verdad de otros. No se puede vivir como lo que no se es". Las reivindicaciones sociales en general y también las LGTBIQ+ en particular, forman parte de tu trayectoria. ¿Es importante hacer un teatro con vocación social, reivindicativo?
Bueno, para mí el teatro es un espacio político, no se puede hacer de otra manera, no se puede ser panfletaria tampoco, no se puede ser aleccionadora, no me interesa ese lugar, pero me interesa el espacio político. Me interesa la diversidad. Juana de Arco, claro, es un icono queer también. A Juana la quemaron por travestismo, eso aparece en el acta, por vestirse de hombre, por cortarse el pelo, por habitar este hábito. Es la manera que ella encuentra para entrar en el campo de batalla, para ser respetada. Es un símbolo realmente vestirse de hombre en aquel momento y es un símbolo ahora también. O sea, haz lo que quieras con tu cuerpo. Nadie te tiene que decir lo que tienes que hacer con tu cuerpo, a quién tienes que amar o ni siquiera qué hacer con tu vida, si quieres acabarla o si quieres seguir viviendo. Eso pertenece a tu espacio privado de intimidad. Me parece importante reivindicar esto, ponerlo ahí, sin presión. Así que inevitablemente hay una perspectiva de género muy grande en mi obra, una perspectiva LGTBIQ+ porque es el mundo donde yo quiero vivir.