Un paria contra la ONU

Barcelona

Nadie ama a Netanyahu. El líder israelí está cercado por la justicia internacional, acusado de crímenes de guerra y genocidio. Y por corrupción en su propia casa. Es, técnicamente, un paria: en cuanto algunas de las sentencias pendientes sintonice con las acusaciones -y hay indicios de ello—no podrá visitar 124 países. Y sin embargo, cada día cava más hondo su fosa en la papelera de la historia: ahora declara persona non grata al secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, un hombre prudente y valiente, y por cierto, muy religioso, que ha criticado todos los actos violentos. Alega el presunto criminal que Guterres ha sido tibio con los misiles de Teherán, que han matado a 1 persona. Y que miró para otro lado cuando los crímenes de Hamás en una fiesta musical juvenil judía, pronto hará un año. Falso de toda falsedad. Los reprobó rotundamente.

Entre la espada de sus tristes éxitos militares y la pared de sus amargas derrotas políticas, el primer ministro israelí ha desafiado las leyes de la guerra, el derecho internacional y ahora el orden mundial representado precisamente por el hombre clave de la ONU. Si el ultra israelí se aguanta en la poltrona es porque sirve de matarife para tareas sucias a las órdenes de algunos poderes, como lamentablemente, EEUU. No lo quieren, les molesta, les incomoda, les crea problemas, les traiciona, les ridiculiza: pero tienen la excusa actual de que se enfrenta a organizaciones islamistas radicales que contemplan como aún peores. Y la coartada histórica de la sagrada memoria de las víctimas del Holocausto.

Esos blindajes tienen límites. Quizá sus destrozos llegarán al punto de poner en peligro la economía mundial, como en los años setenta. Por ejemplo, si ataca la industria energética iraní. Cuidado, porque el dios-petróleo, y la diosa-economía tienen muchos seguidores. También en Washington.