Hora 25El análisis de Xavier Vidal-Folch
Opinión

Quien mucho abarca, poco aprieta

En una guerra suelen ganar el favor de su pueblo los más radicales, los que se presentan como sus defensores máximos, puros, duros y seguros

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Madrid

Quien mucho abarca, poco aprieta. El gobierno israelí abre cada vez más frentes de lucha. Desde que hace casi un año empezó a atacar la franja de Gaza, los ha extendido a Cisjordania, al Yemen, a Irán, a Siria, y ahora al Líbano. Se desparrama. ¿Podrá mantener apretado el botón con la intensidad necesaria para sus objetivos?; ¿los avances militares se traducirán en avances políticos? Si es así, ¿serán en forma de mayor seguridad para sus ciudadanos o solo servirán para fortalecer al gobierno ultra que los dirige?

Pues ya se sabe que mientras dura una guerra el guerrero tiende a consolidarse, aunque después ya se verá lo que pueda pasar. En el caso del Líbano sirve la experiencia, pero nunca los episodios se repiten de igual manera.

Esta es la tercera invasión terrestre israelí en territorio libanés. La primera empezó en 1982, cuando Hezbolá apenas nacía. Duró ocho años. La segunda en 2006. Un resultado principal de ambas fue el crecimiento espectacular de Hezbolá, el partido de Dios, o sea, de Alá, la milicia islamista radical chií. En una guerra suelen ganar el favor de su pueblo los más radicales, los que se presentan como sus defensores máximos, puros, duros, seguros. De manera que, si ese resultado se repite de algún modo, los intereses de seguridad de los ciudadanos israelíes difícilmente ganarán. Quizá Netanyahu lograría salvarse, pues les habría distraído de la impopular batalla de Gaza en la que ni ha destruido a Hamás ni ha rescatado a los rehenes.

Tengan un buen fin de semana y que se aleje el riesgo de bombardeos contra Irán, contra su petróleo y contra la paz y el bienestar mundial de todos.

Xavier Vidal-Folch

Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...