'Saturno', la película que explora cómo gestiona una familia la detención de su abuelo por pederastia
Daniel Tornero debuta con un profundo ejercicio de rigor y cine a partir de su propia experiencia para reflexionar sobre las sombras paternofiliales, la masculinidad y las herencias. Una de las grandes óperas primas del año en el cine español
Madrid
En época de consumo compulsivo de true crimes, sucesos amarillistas y delitos ficcionados con personajes pop, hay todavía un cine de autor capaz de abrir la mirada, indagar en lo humano más allá de un caso concreto y ofrecer un relato para la reflexión. Es lo que hace el cineasta Daniel Tornero en 'Saturno' con una profunda exploración sobre la familia, las heridas paternofiliales y la masculinidad a partir de su propia experiencia cuando en 2018 su abuelo fue detenido por abuso de menores e intento de secuestro. "Cuando nos enteramos de la noticia arrancó un proceso primero personal, de cuidado, de integración, de aceptación de todo aquello que estaba ocurriendo a un nivel muy profundo, a nivel emocional. En ese momento empezamos a entender que hay muchas emociones que están teniendo lugar en nuestro interior, está el miedo, está la vergüenza, está el dolor. Y todo esto convive con los recuerdos pasados. Entonces ahí hay un periodo donde en familia nos estamos arropando, cuidando e intentando gestionar todo esto a nivel emocional", explica el director sobre las distintas fases por las que han pasado en lo personal y en lo artístico.
Tiempo más tarde, el joven director empieza a considerar que todo este proceso familiar puede ser el germen de una película, que hay muchas cuestiones flotando que invitan a reflejar la gestión sentimental del suceso. "Hablando con mi padre me doy cuenta de que algo está sucediendo a un nivel muy interno que habla de este conflicto paternofilial. Hay una incapacidad casi de entender cómo lidiar con la caída del padre ¿Cómo me relaciono ahora con mi padre después de que haya hecho algo tan terrible como esto? Él me decía, cómo lo hago, cómo se supone que tengo que hacer esto. Y de ese conflicto emerge para mí la idea de realizar una película sobre este tema, sobre las relaciones paternofiliales a partir de estas sombras proyectadas por la figura de mi abuelo", añade.
'Saturno' es una película tan inteligente como rigurosa en lo que cuenta y cómo lo cuenta. En primer lugar, Tornero utiliza la reunión de toda la familia durante un fin de semana para indagar en esa gestión del dolor, el duelo en vida, la rabia o la compasión. La venta de la casa de campo le sirve para narrar una mudanza física y emocional, para plantear si es posible desprenderse de todas esas huellas. "Había algo de la mudanza que había tenido lugar, que estaba teniendo lugar en mi familia, que hablaba también de ese vaciado, de un cambio. Yo creo que hay un cambio en mi familia en ese momento, cuando uno se desprende de una casa es un proceso casi vital, quería intercalar de alguna manera el proceso íntimo y personal con ese proceso de vaciado de la casa. También hablaba del movimiento, de cómo la película no se pretende estancar en un limbo en el que existe el dolor, sino que hay un afán transformador. También una posibilidad de cambio, de caminar hacia adelante, también hacia un lugar más luminoso", describe.
En ese cónclave familiar la cámara va registrando los rostros de toda la familia. Desde la abuela, a los nietos, las nueras o el padre de Daniel Tornero, el personaje-persona que es el tronco de este relato. Todo después de un largo camino para gestar la confianza con la cámara, con todo el equipo, de tal forma que toda esa coreografía-catarsis conjunta estuviera viva y fuera realmente honesta y transparente en pantalla. "La ética y la estética yo creo que son indisociables en el cine y es muy importante pensar en cómo vamos a retratar a las personas y los temas que estamos filmando. Entonces, en nuestro caso pensábamos mucho primero en generar una relación de confianza con el equipo y también con el material. No llegamos de una forma invasiva, sino que mi familia conoció al equipo mucho antes. Hicimos comidas, les dimos unas cámaras pequeñas para que ellos pudieran filmarse en casa y establecer una relación con la cámara, para no llegar allí que fuera esta cosa que puede ser tan agresiva del cine que es el ponerte delante de una cámara, intentar mitigar eso lo máximo posible. Y creo que eso fue una de las cosas más importantes que sucedió, que se estableció esta red de confianza. Luego pensamos mucho en cómo filmar tomas largas para que las personas pudieran tener el espacio para desarrollar su propio viaje. No manipular el montaje para generar el viaje, sino que realmente pudieran viajar ellos de una manera libre y de una manera personal e íntima. Siempre apelando a nuestra responsabilidad como cineastas. Creo que tenemos una responsabilidad cuando filmamos a las personas. En mi caso, al filmar a mi familia, ha sido especialmente sensible este tema y creo que esa responsabilidad reside en respetar la intimidad de las personas y el acercamiento que nosotros tenemos hacia ellas desde lo cinematográfico", aclara.
La película está llena de capas, de reacciones, de diferentes procesos, como los que llevó cada miembro de esa familia, pero pivota esencialmente sobre dos ideas. El destierro, físico y emocional, del abuelo, que tras la detención vive en otro pueblo como una forma de marcar distancias. Y la cuestión de herencia. "El destierro forma parte de la película y de nosotros como familia a un nivel emocional. Hay algo que genera un dolor tan grande que necesitas cuidarte casi desde lo más íntimo. Y ahí también hay algo de un proceso de separación. En la película está porque mi abuelo vive en otro lugar, no está en el mismo lugar que la familia y creo que esto es interesante a nivel cinematográfico porque puede trazar un diálogo muy diferente y mucho más complejo que de una manera que si no existiera. También respetando un poco ese proceso que estábamos viviendo, que esta realidad existía. Estábamos en dos lugares distintos y la película se convierte casi en un puente de diálogo entre ambas realidades", explica el director.
Tornero aparece también en la película, como miembro de esta familia además de cineasta, y las conversaciones con su padre elevan esta propuesta a un relato mayor sobre la masculinidad, las relaciones entre padres e hijos, la evolución generacional y la idea central de la herencia. Quiénes somos hoy y cuánto somos por la vinculación a nuestros progenitores ¿Nos podemos desprender de eso? ¿Solo a un nivel teórico o también práctico y emocional? Todas esas preguntas sobrevuelan esta historia que también habla de ausencias, reproches, incomunicación, trabajo, tiempo y clase obrera. O simplemente de cómo los afectos económicos nunca suplen los abrazos físicos. "Yo creo que es importante revisitar y entender precisamente de dónde vienen todas esas sombras y esos ecos para poder progresar. Yo creo que esto es es esencial. Y sí, desde luego hay algo en el ponerse delante del espejo. Creo que hay algo en esto que tiene también un poder transformador. Esta reflexión ya no solo es sobre las sombras en sí mismas, sino sobre el origen de esas sombras, eso es lo que nos puede permitir seguir avanzando, entender de dónde vienen esos ecos para poder progresar".
Aunque en 'Saturno', título que obviamente alude a la mitología del hombre que devoraba a sus hijos, al director no le interesa tanto el proceso judicial como la digestión familiar, Tornero también filma a su abuelo. Tres años después de la detención, el cineasta-nieto se reencontró con él y en la película muestra su aislamiento, su negación, su egoísmo. También sus temores, los de un hombre de 80 años que se pregunta quién le va a cuidar después de todo el daño causado. "Es muy importante cómo retratas a las personas, cómo como retratas a mi abuelo, por ejemplo, para no caer en el morbo, para no generar esta imagen más maniquea, sino darle esa complejidad. Desde el inicio hemos intentado a nivel estético respetar esa ética a nivel formal ¿Cuánto nos acercamos y cómo? Estamos filmando cerca, pero para poder filmar cerca hemos hecho este trabajo previo de integración de la cámara, de que el equipo forme parte de las propias familias, generar esa red de seguridad y confianza. No perseguir a alguien cuando se va de cuadro. Si alguien se quiere marchar, tiene la total libertad de marcharse. No queremos extorsionar a la realidad para conseguir un fin, una revelación, una verdad, sino dejar que sea la propia vida la que nos articule la película. Hemos pensado mucho en esto, en dónde situar la cámara, qué tipo de luz emplear. La película es muy naturalista. No hemos empleado grandes medios, pero aún así siempre hay algo fuerte en el mecanismo cinematográfico y lo que hemos pretendido siempre ha sido mitigar esa relación estableciendo la confianza con la familia", detalla el director.
Está ese tono naturalista del documental, de personajes-personas que entran y salen de encuadre, de una casa en movimiento, físico y emocional, de planos muy cortos para entrar en la psicología familiar, o de la mirada de su abuelo ante un espejo con el nieto detrás, pero también en 'Saturno' destaca el trabajo con la fotografía que firma Carlos Guijarro, con las sombras y el tenebrismo de una historia oscura que busca la luz, y el montaje a cargo de Nila Nuñez y Meritxell Colell para, no solo avanzar la historia, sino entablar puentes y rimas en la narración. El resultado es una obra impactante, profunda y reflexiva, dolorosa, emocionante y viva, uno de los debuts más estimulantes del año en el cine español. Una película que busca respuestas y le deja la terapia a los especialistas. "Siento que ha sido transformadora, ha transformado nuestras relaciones paternofiliales. Cuando ahora veo la película siento como esa luz está emanando desde ese lugar y para mí es algo importante y bonito", concluye Tornero.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...