Esa gente
"Piensan, y lo de pensar es aquí un oxímoron, que para salvar la civilización hay que prescindir de los comportamientos civilizados. Que para que el mundo vaya bien hay que exterminar a la mitad de la humanidad"
La píldora de Enric González | Esa gente
Cada vez hay más gente convencida de que las cosas sólo se pueden arreglar a lo bestia. O sea, por la vía criminal. Esa gente, por ejemplo, proclama el derecho de Israel a matar y arrasar sin límites o, por el contrario, afirma que la única solución consiste en acabar con Israel y los israelíes. Es lo mismo. Es la misma fe en el poder salvífico de la violencia.
Esa gente siempre lo resuelve todo con dos patadas, o con 200. Cuando se habla de los inmigrantes, que suelen ser ilegales antes de ser legales, esa gente no pierde el tiempo sopesando los pros y los contras de uno de los fenómenos más relevantes y trascendentales de nuestra época: exigen deportaciones masivas, naufragios sin rescate, campos de concentración al otro lado del Mediterráneo o del río Grande. Mientras acusan a los inmigrantes de ser delincuentes, reclaman a su país que adopte comportamientos criminales.
Esa gente cree que no hay que resolver los problemas, sino destruirlos. Piensan, y lo de pensar es aquí un oxímoron, que para salvar la civilización hay que prescindir de los comportamientos civilizados. Que para que el mundo vaya bien hay que exterminar a la mitad de la humanidad. Y que tienen, valga la ironía, la razón de su parte.
Esa gente olvida que entre todas las frases hechas, sobadas y manoseadas, hay una absolutamente cierta: la violencia engendra violencia. Miren a su alrededor. Cuenten las guerras en curso, incluyendo esas de las que apenas se habla, como las de Sudán del Sur o Yemen. Escuchen los discursos que jalean el odio y la intolerancia, la brutalidad y la muerte. Toda esta violencia serán los horrores de mañana.
Me llamo Enric González. Les deseo a ustedes, pero no a esa gente, un feliz fin de semana.