La clave es si es justa

Barcelona

El PP no cometió un error. Firmó y votó a favor de la ley que permite a los condenados etarras o a los violadores, u otros que hayan cumplido años de condena en otros países europeos, computarlos y restarlos de la pena pendiente en España. No fue un error, porque el PP, y Vox, lo hicieron a conciencia. Habiendo “estudiado con detenimiento” el texto, como firmaron. No hubo ni “jugarreta” ni “trampa”, contra lo que ahora proclaman, porque también se empollaron “las enmiendas” presentadas.

No fue un error, sino un acierto, sobre todo, porque esa ley está muy bien. Es justa, que es la clave.

Está muy bien. Porque era deber de España incorporar a su orden jurídico una directiva europea: todas deben “trasponerse”, en los 27 Estados miembros. Porque reconoce sentencias de los otros socios, algo esencial para desarrollar el espacio de justicia e interior común, que aún está a medio camino. Y sobre todo porque se inspira en principios jurídicos esenciales. Uno es beneficiar a los justiciables con la aplicación de la norma que les resulte más favorable. Otro es que impide realizar varios juicios e imponer varias penas por un mismo delito, lo que se conoce como “non bis in idem”: no repetirse en el mismo caso. Desde la repugnancia compartida a todo crimen terrorista, sería fatal que el Estado democrático sobreactuase. Por ejemplo, añadiendo a la pena impuesta en España la que se dictó en Francia y ya se ha cumplido, considerándola como incumplida. ¿Doble pena para un delito? Ni siquiera a los peores criminales. La democracia no debe rebajarse a seguir sus maneras. Porque dejaría de serlo.