¿Cuál fue el verdadero papel del rey Juan Carlos I en el 23-F?: los audios del monarca y Bárbara Rey sobre el general Armada relanzan la pregunta
El análisis de la especialista en la Casa Real de la Cadena SER sobre las grabaciones más polémicas de la relación entre el rey emérito y Bárbara Rey
¿Cuál fue el verdadero papel del rey Juan Carlos I en el 23-F?: Los audios del monarca y Bárbara Rey sobre el general Armada relanzan la pregunta
Madrid
En esta década hemos ido conociendo una serie de escándalos de lo más variado en torno a la monarquía española y muy particularmente en torno a una de las figuras que había acumulado más elogios y prestigio sin que se le cuestionara nada: el rey Juan Carlos I. Hay uno que se enjuaga estos días en toda la prensa a partir de unos audios que ha publicado OK Diario y que de la intimidad del rey emérito permite sacar conclusiones sobre él, sobre su papel y sobre el papel del Estado. Son los audios con Bárbara Rey.
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El audio más polémico es aquel en el que el rey celebra que el general Armada haya guardado silencio sobre el 23-F: "Me río, cariño, me río de Alfonso Armada. Siete años de cárcel, se ha ido a su pazo de Galicia y el tío jamás ha dicho una palabra". Para algunos, deja dudas sobre el papel del rey en el 23-F porque, aparte de lo dicho siempre de acompañar la democracia incipiente, es su medalla, su logro.
De hecho, en sus memorias contadas a una periodista francesa, que ya están casi terminadas, Juan Carlos I reivindica su 23-F. Teóricamente, no debe haber nada que no sepamos. Hubo un discurso llamando a los militares a parar el golpe. Lo vimos todos. Fue en televisión y aquí se da a entender que alguien ha guardado silencio sobre algo que no sabemos y que el rey agradece.
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Lo que pudo ser y lo que no
Esto entra en el capítulo de lo que pudo ser o no. Lo que es, poniendo el contexto a la figura de Armada, es que el general cumplió cárcel. Le condenaron a 30 años por el golpe, pero no cumplió toda la pena ya que fue indultado por el Gobierno. Murió hace más de diez años en su pazo.
Fue el instructor del rey Juan Carlos, el amigo, el ayudante personal. Fue el primer secretario general de la Casa del Rey. Le cesaron después de las primeras elecciones democráticas en 1977 porque envió cartas con el membrete de la casa real pidiendo el voto para Alianza Popular. Suárez recelaba de él y el rey se vio de continuo con él hasta la víspera del golpe de Tejero.
Y tras el cese de Armada, entra en escena el general Sabino Fernández Campo, que precisamente fue quien le sustituyó en el cargo y que también sale en los audios: "Lo que estoy sufriendo, entre tú y yo, las cosas de Sabino. Lo que está largando... En reuniones donde me critican... donde hablan de mi y de mi vida y de cosas y tal, inventan... Él está presente y, en vez de cortarlo, dice: 'Bueno... Si yo hablara... Si yo dijera..."
Las relaciones 'campechanas' del rey
Al rey no le gustaba que "largara", utilizando su expresión, y que no le defendiera en sitios donde le criticaban. Pero Sabino, en el ejercicio de su cargo, no habló mucho. Él fue discreto. Sí se sabe que no comulgaba con determinados comportamientos y relaciones campechanas del rey. No le pareció bien que entrara en Zarzuela una periodista británica, Selina Scott, en el marco de los fastos de 1992, que le contara su vida, que diera pie a especulaciones de todo tipo.
Y se lo hizo saber. Fue en 1992 y en 1993 estaba cesado. A partir de ahí, habló poco, pero habló en una entrevista a Manuel Campo Vidal en el marco de un documental sobre Suárez dos años antes de morir. Ahí se le preguntó si era suya la frase que se le atribuyo el día del golpe de "Armada no esta aquí, en la Zarzuela, ni se le espera". Él dijo que sí, que no quería pasar a la posteridad con esa frase, pero resumía lo que pasó. Él no se quiso poner medallas en el control del intento de golpe de Estado. Se lo reconoció todo al rey, pero en el plano personal las distancias eran evidentes.
Él gestionó, desde lo poco que se podía gestionar, el tema Bárbara Rey. Cuando murió Sabino Fernández Campo, por el tanatorio pasaron durante todo el día políticos y personalidades. Entonces hubo una presencia que no aportaba nada a la crónica informativa, pero que fue llamativa: Bárbara Rey se presentó de riguroso luto en la misa en el funeral privado mas íntimo que se celebró en el tanatorio de la Paz. Como si el mensaje fuera su presencia. Media hora antes había ido el rey con la reina Sofía.
En los audios, el rey no sólo habla de Sabino y de Armada. Habla hasta de Roldán, cuando estaba fugado de España, y comparte con Bárbara Rey su inquietud por el auge republicano dentro de la izquierda: "Hay ya grupos de intelectuales, periodistas, sectores contrarios a Felipe, dentro del PSOE, liderados por el Guerra y un grupo de IU importante, y esos están detrás de una cosa que es la República".
"Chorizos en vez de profesionales"
De "esa cosa llamada República", que abanderan los críticos con Felipe González, entonces presidente del Gobierno, del que siempre se ha dicho que tuvo una buena relación personal con el rey Juan Carlos, se despacha a gusto. "Han puesto chorizos en vez de profesionales y así les va a ir", dice el rey en referencia a las elecciones de 1996 que perdió el PSOE: "Esto, entre tú y yo, como durante muchos años en vez de profesionales han puesto chorizos".
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"Se han pasado de la raya y, de ahí, el descrédito de González. Si lo llevas a un plaza de toros, le abuchean", dice. Y como no se nota que la vedette hace de periodista, pues hasta le pregunta que quién va a ganar las elecciones. Y el rey dice que el PP. pero sin mayoría absoluta.
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Las grabaciones, que empezaron en los 90, terminan en 1997 cuando Bárbara Rey habla con "un emisario", del que no se da la identidad, al que le cuenta que teme por su vida y más. "Él está en deuda conmigo porque, no he sido nunca, pero de serlo, como puta voy a ser la más cara del mundo. Porque le puede costar todo, la corona". Y a partir de aquí, ya es la historia del dinero, de los maletines, de los robos... Entran en escena los servicios secretos para escribir el episodio más "policiaco" y más turbio de este presunto chantaje al rey.
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Los pagos a Bárbara Rey
En todo esto andaban involucrados los servicios de inteligencia, el CESID. De hecho, fue imprescindible para que las cosas pasaran como pasaron. Ni fueron 600 millones de pesetas, ni salieron de los fondos reservados. No hay una cifra oficial del dinero que el CESID pagó a Bárbara Rey porque no se dejó huella documental. Y la que hay, la que se cita habitualmente, es un cuaderno manuscrito del entonces director del CESID, el teniente general Manglano, donde recoge el pago de 600 millones de pesetas.
Pero, como matizan fuentes del antiguo CESID, que lo escribiese no certifica que se pagara íntegramente esa cantidad. Por eso, estas fuentes mantienen que fue mucho menos. Fueron cientos de millones, pero no se llegó a los 600. Estas fuentes también matizan otro error histórico. El dinero pagado mensualmente por el CESID a Bárbara Rey no salía de los fondos reservados, como siempre se dijo, sino de una caja secreta del CESID, una caja con fondos procedentes de las empresas pantalla que tenía el propio servicio de inteligencia español bajo su control, empresas muy rentables que daban ingresos cuantiosos de los que tiraban los espías para gastos injustificables.
Estas empresas pantallas desaparecieron, son parte del pasado, el CESID tuvo que deshacerse de ellas, porque Hacienda empezó a perfeccionar su sistema de control. Acotaban cada vez mejor sus inspecciones y existía un riesgo real de que acabasen destapando ese entramado. Por eso, a finales de los 90, el antiguo CNI soltó lastre y se deshizo de todas ellas.