El maestro Sabicas, un flamenco en Nueva York
La historia del genio que puso la guitarra flamenca en el centro del mundo
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Dentro del coche de Federica Montseny, con un contrato y rodeado de otros artistas flamencos disfrazados de guardias civiles y enfermeras, Agustín Castellón, Sabicas (Pamplona, 1990) logró salir de España en 1936 y llegar hasta Buenos Aires.
La capital Argentina y después México fueron su casa entre finales de los años 30 y primeros de los 40. Fue allí donde conoció a la bailaora Carmen Amaya. "Una guitarra como la de Sabicas, tan chispeante, tan violenta, encajaba muy bien con ese baile tan visceral de Carmen", señalaba Carlos Martín Ballester, especialista en patrimonio sonoro. Sabicas se casó, pero no con Carmen. En los años 50 el maestro llegó a Estados Unidos, donde "hizo giras y apariciones en televisión en las parrillas más importantes", añade Martín Ballester.
A España empezaron a llegar los discos de Sabicas desde Estados Unidos y se instauró un aprendizaje por correspondencia. Y desde su base en Nueva York se aseguró que todo el que llegase desde España tuviese una mano amiga. "El maestro siempre estaba pendiente de cualquier artista español flamenco que llegara a Manhattan", contaba José Manuel Gamboa, autor de La correspondencia de Sabicas, nuestro tío en América.
El papel de Sabicas en el flamenco fue clave. "Sabicas es el elemento de partida para enseñar verdaderamente lo que es la guitarra de concierto", sentencia Arturo Fernández, director del festival Flamenco on Fire. Todos los flamencos jóvenes de aquella España se engancharon a Sabicas.
Después de 50 años de exilio, Sabicas vuelve a España. En Málaga se celebró un homenaje en su honor, entre los que se encontraban nombres como Paco de Lucía y Víctor Monge "Serranito", que habla de aquella fecha como una "semana fantástica". A partir de aquel viaje, vino más a España, y el Corral de la Morería de Madrid era su casa, donde su propietaria Blanca del Rey aún recuerda algunas noches bailando al ritmo de la guitarra de Sabicas. "He sido una privilegiada de la vida", reconocía Blanca, por haber disfrutado de esas veladas.
Una mano derecha prodigiosa, un pulgar único, con una forma de rasguear muy particular, una guitarra con poderío... La técnica del maestro Sabicas atrapaba a todo el que lo escuchase, y no es de extrañar cuando su mayor lección era que "lo que se haga mucho o poco en la guitarra, solamente hay que tratar de hacerlo bien".