"Así naufragamos": el sueño premonitorio de Maruja Torres que era una realidad al despertar

Madrid

Creo que ya os he comentado más de una vez, que mis sueños suelen tener relación con la actualidad. Algo deben de tener también de premonitorios, porque en la noche del lunes al martes soñé que naufragábamos.

Mejor dicho, soñé que huíamos. Yo, mis amigos, mi mundo, personas a las que conozco y personas a las que escucho o leo. Vecinos y extraños, pero míos, de este país. Huíamos, ignorábamos por qué o de qué, con lo puesto y en dos grandes embarcaciones. Abarrotábamos las enormes naves, nos repartíamos como podíamos, nos desgarrábamos. Un niño solo, desde el barco de enfrente, lloraba y agitaba la manita, pidiendo ayuda.

Un amigo, a mi lado, se reconoció: "Fui yo", dijo, y sin dudarlo saltó de una cubierta a otra. Su buque avanzaba trabajosamente al lado del mío, sometidos ambos a las sacudidas de un oleaje inmisericorde. Era de noche y pronto dejamos de vernos. Luego dejamos de oír sus gritos. Y luego se hizo de día y alguien nos dijo que el barco de nuestros compañeros había naufragado, y que entre los desaparecidos se hallaban mi amigo y su yo pequeño.

Al despertar, y aquí viene lo premonitorio, puse la SER en su Centenario Feliz y Àngels estaba dando la noticia de que la Comisión Europea ve con buenos ojos la apertura de centros de deportación para migrantes fuera de la Unión Europea. Hace poco vi en un vídeo uno de esos campos de concentración que esperan a los migrantes en la alquilada Albania: un páramo con maleza, una tierra baldía que ya tiene, eso sí, unas alambradas provisionales.

Despierta recordé que, en mi sueño, los barcos en que huíamos eran cruceros y que nos apretujábamos en torno a las barras libres y dentro de las piscinas, atrapados en los ascensores, hacinados en las pistas de baile y amorrados a las mesas de los casinos. Así naufragamos.

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