Los buenos pederastas

Madrid

Puede quedar sentenciado que un señor ha cometido cinco delitos de prostitución de menores y que no vaya a pisar la cárcel porque la pena que se le ha impuesto ha sido una multa y un cursillo de reeducación. Y además el buen hombre alega que es empresario y está reinsertado. ¿Por qué no darle una medalla de buen ciudadano a este ejemplar pederasta que pagó para tener chicas nuevas y sin estrenar captadas en sus propias escuelas?

Como es mayor y ha sufrido un ictus se le puede perdonar que sea un violador de niñas. Como han sido perdonados los siete pederastas "clientes" implicados en la trama de prostitución de menores de Murcia. Pueden estar contentas y alegrarse por el caso las supuestas feministas que tanto empeño han puesto en defender a los proxenetas hablándonos de que la prostitución es un trabajo como cualquier otro.

Los abogados defensores de los depredadores han alegado incluso "populismo punitivo" para exculpar a unos hombres capaces de perpetrar uno de los crímenes más vomitivos que existen. En los mundos de yupi de algunas académicas y escritoras se describe la prostitución como una opción libremente escogida en lo que Amelia Tiganus llamó la invención de la puta feliz.

No quieren ver la oscuridad de lo que esconde el simple hecho de que una mujer, cualquier mujer, pueda ser comprada o vendida como si fuera un producto. Pocos son los que quieren mirar ahí, de hecho, en esa parte de nuestra realidad que esconde a lobos feroces como los respetables empresarios, mamis que captaron a las niñas y comisionistas que colaboraron para poner a disposición de los violadores a las menores. Tanta impunidad resulta insoportable.