Externalizar la inmigración, el fracaso de Europa
El plan de Meloni de enviar migrantes a Albania ha recibido un revés de la Justicia
Con un flujo de inmigrantes que se ha doblado en Italia desde que gobierna la primera ministra Giorgia Meloni, la ultraderechista lo ha apostado todo a un controvertido plan, calificado por algunos de un “Guantánamo a la italiana”, para deportar a Albania, fuera de la Unión Europea, a los migrantes rescatados en el Mediterráneo. Costará unos 800 millones de euros en cinco años. Para ello, ha preparado el centro de internamiento de Gjadër, en el interior del país balcánico.
Hambre como arma de guerra
Ya construido, Gjadër está situado entre montañas, en una zona rural aislada y solo cerca de una pequeña y pobre población de doscientos vecinos. La periodista de la SER Marina García, desplazada a Albania, describe el centro como un lugar “insólito” y “triste”, “un gran bloque de cemento con vallas y cámaras que ocupa 70.000 metros cuadrados”. Para los periodistas que se encuentran allí es difícil imaginar la dimensión del centro que, por sus fuertes medidas de seguridad se asemeja más a una cárcel. “Entran y salen continuamente furgones de policía tanto italiana como de Albania”, cuenta García.
El centro tiene una acogida inicial prevista de 3.000 personas. Pero en su primer día el plan de Meloni ha fracasado por completo. Después de que cuatro de los migrantes que llegaron en un primer envío tuvieran que ser devueltos a Italia, dos por ser menores y otros dos por estar en situación de extrema vulnerabilidad, este viernes la Justicia ha ordenado que sean devueltos a Italia los doce migrantes restantes. Todos ellos enviados con gran coste para las arcas públicas, ya que cada pasaje en una nave militar cuesta 18.000 euros.
Sobre los doce que fueron internados las primeras horas, Marina García explica que estaban en una “situación psicológica muy preocupante”, según les describió un trabajador interno. “Muchos habían dejado a sus familias atrás, habían pasado torturas y malos tratos en Libia y habían contraído muchas deudas en su intento, que ha durado varios años, de llegar a Europa”. Como pudieron comprobar algunos parlamentarios que visitaron el centro, había personas sufriendo por no poder ponerse en contacto con sus familias o con marcas de tortura.
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Las organizaciones de derechos humanos han llamado la atención al gobierno italiano sobre este plan a lo largo de los meses que Italia ha estado preparando su firma con Albania. Pese a todo, la apuesta de Meloni está siendo estudiada muy de cerca por otros países europeos como una solución para poner freno a los flujos migratorios.
Pero el plan italiano tiene otros problemas legales y prácticos. Como señala García, el procedimiento prevé que se realice una preselección en alta mar y los inmigrantes trasladados a Albania pueden ser solo hombres en edad adulta, no pueden ser ni mujeres, ni menores, ni personas vulnerables. Luego se les traslada en una nave de la Marina italiana que viaja durante dos días hasta Albania y, una vez allí, se hace un segundo control más exhaustivo en el que, ya en esta primera experiencia, han salido dos personas menores y otros dos vulnerables. La reflexión de los corresponsales en Italia es que este podría ser el verdadero talón de Aquiles de una Meloni que “ha apostado toda su legislatura a este plan que luego en la práctica parece muy difícil de realizar”.