La antieuropa toma la delantera

Barcelona

La semana acaba con un terrible mal gusto de boca. En la cumbre europea, los gobiernos eurohostiles y los resignados ante sus propuestas contra la inmigración (supuestamente, solo la que no entra con papeles) han tomado peligrosamente la delantera. Atención, porque esto no va solo de necesidades económicas, eficacia de las fronteras o instrumentos para mejorar la acogida de los recién llegados. Va de los valores europeos. Un grupo creciente de países milita para dificultar el derecho universal de asilo que reconoce el derecho internacional y la propia Unión Europea. Qué dificultar: ¡cercenar!

Y si Europa acaba perdiendo su categoría de patria grande para los derechos humanos, arruinará su perfil, degradará su papel universal y se encaminará hacia el final de su democracia, su propio final. La peor realidad de esta cumbre es que la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, elegida por los populares no ultras, los socialistas y los liberales ha iniciado un camino peligroso. El de reconsiderar el pacto migratorio alcanzado hace unos meses, y sin que se haya aplicado al completo.

Úrsula empezó coqueteando con la ultra italiana, Giorgia Meloni, para facilitar su reelección. Continuó aplaudiendo que Italia explore “nuevas formas para contrarrestar la inmigración irregular”, una expresión sucedánea de los campos de concentración que ha construido en Albania para expulsar ahí a inmigrantes deportados. Y se ha reunido en una minicumbre fraccional con once primeros ministros alineados con las posiciones ultras. Los 27 le han encomendado que redacte una nueva norma para endurecer la política migratoria. La entregará en diciembre. Que tiemblen quienes necesitan asilo. Y temblemos con ellos los europeos que creíamos asegurada nuestra civilización humanista, próspera y respetuosa del Derecho.