Los males de octubre

Madrid

Quizá alguien se acuerde de cuando octubre era un mes de calma y no de órdago. En el calendario agrícola bastaba con quemar los rastrojos, preparar la siembra y sentarse a esperar a que el mosto se convirtiera en vino. Un momento para contemplar cómo la luz se va acortando y apreciar los dones de un otoño que, a cambio de triste, resulta por lo menos elegante.

Lejos de esta paz machadiana, en una sola semana de octubre parecen haber ocurrido más cosas que en todo el siglo IX. Un fiscal general del Estado, García Ortiz, imputado. Un exministro de Fomento -y número tres del PSOE-, Ábalos, que tontea con la imputación. Y un presidente del Gobierno, Sánchez, consciente de que quieren imputarle.

Sí, ocurren tantas cosas que condenan a diez años de cárcel a Zaplana y casi parece ya ruido de fondo. Ocurren tantas cosas que, al leer la realidad hispánica, no sabemos si estamos ante una novela de abogados, un pastiche del "destape" o una película de mafias del Mediterráneo. Tantas cosas que ignoramos si estamos más cerca del Gobierno de los mil días de Sánchez o del "señor uno, márchese ya", de Feijóo.

Y esto ha ocurrido solo en casa. Al abrir la ventana al mundo, desde La Moncloa -ese lugar antaño privilegiado para contemplar el otoño- han podido ver todo lo que va de riñas con México a los ataques, antes innombrables, entre Irán e Israel.

Así las cosas, uno pensaría que preguntarse qué más puede pasar es tentar la suerte. Y yo no quiero decir nada, pero solo recuerdo que después de octubre viene noviembre y después de Biden vendrá Kamala… o vendrá Trump. Mientras tanto, feliz viernes.