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Seminci 2024 | Marta Nieto aúna lo íntimo y lo político en una exploración del entorno de las infancias trans

La actriz debuta en la dirección con 'La mitad de Ana', la historia de una madre adaptándose a la identidad de su hijo en una exploración de cómo encontrar espacios de seguridad en un sistema hostil

La realizadora española Marta Nieto, durante la presentación hoy de la película "La Mitad de Ana", su primer largometraje de ficción, que participa en la sección oficial de la 69 edición de la SEMINCI .EFE/Nacho Gallego / NACHO GALLEGO (EFE)

La realizadora española Marta Nieto, durante la presentación hoy de la película "La Mitad de Ana", su primer largometraje de ficción, que participa en la sección oficial de la 69 edición de la SEMINCI .EFE/Nacho Gallego

Valladolid

Hay una constante en esta edición de Seminci en la sección oficial que tiene que ver con la diversidad de miradas en torno a un tema concreto que, pocas veces, se ha tratado en profundidad y con matices en el cine, la maternidad. Películas que aunque hablen del mismo tema son diversas y muestran que los temas olvidados se pueden contar de maneras distintas, con perspectivas y géneros completamente opuestos, enriqueciendo nuestra manera de vernos a nosotras mismas. Si veíamos a la francesa Ariane Labed contar los traumas que genera la familia y una maternidad disidente en Septiembre dice, o a la española Paz Vega mostrar en Rita la infancia en un barrio de Sevilla en los ochenta, con la violencia de género como telón de fondo, este lunes le toca el turno a Marta Nieto, otra actriz que debuta en la dirección con La mitad de Ana, la historia de una madre que trata de ubicarse en la vida. "La maternidad es con lo que yo más conectaba con la historia. Cuando haces una ópera prima hablas de cosas que sabes. Y claro, la maternidad precaria es un lugar que existe en las grandes ciudades cuando uno tiene que trabajar y conciliar, que es una utopía. Desde ese lugar hay unas resistencias y un dolor todo el rato. Porque además el conflicto interno para mí tenía que ver con que tú quieres lo mejor para tu hijo, pero si tú no estás bien, tu hijo cómo va a estar. Por este silogismo de cuánto mejor estés tú como madre, mejor va a estar tu hijo. Esto es una de mis grandes aprendizajes como madre", confiesa en conversación con la Cadena SER.

La propia Marta Nieto, que ya presentó aquí su cortometraje Son, protagoniza esta película en la que una madre separada se adapta a los cambios que su hijo está experimentando en torno a la identidad. Un tema que hemos visto en películas como Tomboy, de Céline Sciamma o, más recientemente, en 20.000 especies de abejas, pero al que Nieto le da otra dimensión, quizá más social que familiar. Si la película de Estíbaliz Urresola hablaba de lo que ocurre de puertas para dentro, la de Marta Nieto muestra la relación en el colegio, con los amigos o con el resto de familiares, y el miedo de una madre que tampoco anda muy centrada en su vida. "Cuando empezamos a escribir la película no había Ley Trans, no estaba ’20.000 especies de abejas’, que es un peliculón. Entonces no había un imaginario ni una opinión tan popular y tan común del tema. Todo el mundo tiene una opinión ahora sobre esto y nosotros hemos ido teniendo que actualizar la película en todas las fases para que sea algo que responda a la realidad de hoy. La película tiene vocación de exploración y de no dar respuestas, porque son temas complejos que no se solucionan con una peli y, por otro lado, no hay nada que solucionar. La idea era un poco trasladar la responsabilidad hacia los adultos, hacia el sistema, hacia la familia, para crear un espacio de seguridad en esa exploración, que es respetable absolutamente, sin presionar ni para un lado ni para el otro. Es tan malo negar la posibilidad de explorar como empujar. Entonces, el lugar intermedio es de duda, de escucha, de tranquilidad, de ir viendo qué está pasando con todo ese amor, de conectar con lo que está pasando ahí y gestionar esa incertidumbre", reflexiona.

Marta Nieto ha concebido una película profundamente íntima, que habla de precariedad laboral, de miedo, de sacrificios maternales, de relaciones de pareja frustradas y de cómo aceptar la identidad sin miedo en un mundo muchas veces hostil y lleno de normas rígidas. Pero a la vez, La mitad de Ana es un filme profundamente político, que muestra que cada día, nuestros cuerpos sufren las ataduras de un sistema binario y patriarcal, en el que muchos individuos, mujeres, migrantes, personas LGTBIQ no encajan. Ese sufrimiento lo enfrentan como pueden y como van aprendiendo estos dos personajes, esta madre y este hijo, que desafían las normas con valentía y grandes aspavientos, entendiendo que el cambio social empieza por uno mismo. "Esta historia tiene que ver, más que con la infancia trans, que parece que es el tema de la peli, pero yo creo que no, la peli trata sobre cómo podemos cambiar el punto de vista sobre algo, cómo podemos mirar algo que vemos todo el tiempo de otra manera distinta y a veces hace falta una crisis para que eso pase. Me servía para explorar la identidad de la madre y todo este mundo. Entonces había una doble pulsión, la del atrevimiento como mujer dentro de la industria a ocupar espacios y un atrevimiento emocional, unas ganas emocionales de contar una historia", explica sobre su voluntad de indagar con esta historia en su faceta como directora. "Había una pulsión todo el tiempo de ver el cine, de hacer el cine que yo quería ver, y de atreverme a ocupar un espacio que yo quería que ocupasen otras mujeres. Es verdad que lo he hecho con mucha humildad, pero también con mucha determinación, porque había una idea política detrás. También una intención de atrévete, atrévete, mujer, atrévete", responde.

Decía Fernando Trueba que el cine tiene la capacidad de hacernos vivir, sentir y entender realidades que ni el periodismo, ni la política consiguen hacer. Hay dos escenas muy significativas en este aspecto en La mitad de Ana, que consiguen que entendamos la realidad trans, sin necesidad de teoría, ni debate. La primera nos lleva a la consulta de un pediatra, al que acuden madre e hijo, ya que éste se nieta a ir al baño al que, por cortesía social, debe ir en el colegio, y sufre una infección de orina. Una escena donde vemos lo difícil que es romper las estructuras mentales incluso en el sistema médico, después del duro debate sobre la Ley Trans que, precisamente, quería eliminar el diagnóstico médico en las personas trans. La otra escena tiene que ver con una frase que rompe todo intento de catalogar los cuerpos en dos categorías. Tiene que ver con una simple frase del niño ante la menstruación. "El cine, cuando te conectas lo que estás viendo, te transforma emocionalmente, no intelectualmente. Entonces las leyes están bien porque son marcos teóricos y los debates están bien porque te ayudan a reflexionar sobre cosas. Pero una vez que tú sientes empatía por algo, es cuando verdaderamente puedes entenderlo y transformarlo en tu vida. Los caminos, las exploraciones tienen que ver con eso, con conectar la emoción con la cabeza y no solo hablar de teoría, el corazón no miente, el corazón es verdad. Y si tú ves a un niño sufrir, pues qué vas a hacer si está sufriendo, dadle amor. Y si tú ves a una madre sufrir, igual. En los vínculos está la salvación del sistema", dice.

Otra idea interesante del filme es la parte más onírica que nos lleva a ver cómo el cuadro de la pintora surrealista Ángeles Santos, Un mundo, colgado en el Reina Sofía, donde el personaje de la madre trabaja como vigilante, cobra vida y sirve para identificar, en una bonita metáfora de cómo el arte puede ayudarnos. "Pensamos mucho en cómo traducir a imagen esta idea del punto de vista fijo que muchas veces tenemos y al final la realidad tiene un montón de cosas a tu alrededor. Queríamos generar una dinámica que tiene que ver con esta crisis, pero se reflejaba en el cuadro. Ella ve en el cuadro lo que le está pasando a ella. Y esta idea se cerró cuando encontramos el mundo de Ángeles Santos, nos parece una figura muy reivindicada que hasta hace nada estaba guardada en los sótanos del Reina Sofía y la sacaron hace unos años como exponente de una época. Y el cuadro, además, nos daba para mirarlo desde todos lados. Cuajó perfecto", concluye sobre este estimulante debut donde, además, reivindica la duda y el trabajo en equipo durante todo el proceso creativo. "No hace falta tenerlo todo claro para atreverse, porque si no, nunca te vas a atrever. La duda genera diálogo, genera un lugar muy fértil de consenso, porque en una película es trabajo en equipo. Entonces yo me he rodeado de gente que sabe más que yo en todo, para mí era muy importante tener claro qué quería contar y qué estaba protegiendo de la peli, porque como directora mi misión era proteger la historia. Yo estaba conectada con ella y sabía hacia dónde tenía que ir, pero había que alimentarla de todos los criterios de los demás. Y es verdad que dirigir para mí tiene que ver con ir llevando todos estos criterios hacia un lugar, pero con diálogo y consenso. Esas maneras jerárquicas, que eran antiguas, funcionaban claramente porque hay peliculones hechos así, pero yo creo que cada vez son menos prácticas, son menos inteligentes".

 
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