El personaje o la persona

Barcelona

Seguro que a bastante gente le gustaba el estilo Errejón. A quienes le votaban y a quienes no. Desarrollaba planteamientos firmes, duros, radicales, correosos. Pero siempre argumentados, expuestos de manera comprensible y con estilo y tono respetuosos.

Ya no habrá más. Íñigo Errejón abandona toda actividad de representación política. Y con ello, la portavocía de Sumar en el Congreso.

Por contrate con lo que solía, no explica el detalle de su decisión. Pero la pespuntea, indicando haber caído en comportamientos “patriarcales”, “tóxicos”, machistas. El asunto coincide con acusaciones anónimas de acoso a mujeres. Mal asunto.

Pero quizá lo más importante es que acepta errores, o quién sabe qué, y en consecuencia dimite al instante. Es algo poco frecuente y es de suponer que esta asunción de responsabilidad satisfaga a la ciudadanía. Otra cosa es que al mismo tiempo muchos lamenten su ausencia, tras una presencia correcta, sin mancharse en la repartidora del barro.

La frase más sugestiva de su anuncio de dimisión es esta: “He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”. Y en ese pulso parece que ha escogido a la persona: seguramente era lo mejor de su mochila.