A las 3 de la madrugada, serán las 2: por qué el cambio de hora afecta más a niños y ancianos
Un cambio de hora que afecta más a estos grupos vulnerables y que puede ser más llevadero si se hace una adaptación progresiva
El cambio horario afecta más a niños y ancianos: cómo reducir sus efectos
Madrid
Desde 1918 llevamos dando marcha atrás al reloj en otoño, buscando aprovechar al máximo las horas de sol y ahorrar energía. Una estrategia que adoptaron varios países en la Primera Guerra Mundial, y que se mantuvo en nuestro país con algunas interrupciones entre 1920-1925 y 1930-1936. Y fue en 1974, con la crisis del petróleo, cuando numerosos países instauraron los dos cambios de hora definitivos.
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Cambios en principio beneficiosos, pero que tienen efectos negativos sobre el cuerpo de los más pequeños y de los adolescentes, como explica a la SER el doctor Gonzalo Pin. En preescolares y lactantes afecta en su irritabilidad, al inicio del mantenimiento del sueño, y pueden presentar dificultades con la alimentación. En los adolescentes, que ya de por sí tienen problemas para conciliar el sueño y levantarse por las mañanas, el problema fundamental es la adaptación en las primeras horas de la mañana, a nivel de rendimiento escolar y de conducta.
Efectos que explica Pin, pueden minimizarse, ignorando la hora del reloj, e intentando que en los primeros cinco o siete días, se adapten de una manera más lenta. "No solo tenemos relojes que nos dicen cuando tenemos que dormir, o estar despiertos," dice Pin. Así que cuando hablamos de adaptación de forma progresiva, se refiere a todas las actividades del niño, como son jugar, comer y dormir; atrasando todas estas acciones lentamente, no de un día para otro. Esto en niños, en adolescentes, dice Pin, hay que facilitar su activación, yendo al instituto andando o en bici, y teniendo clases dinámicas en las primeras horas.
Los efectos del cambio de hora
Aunque no son el único grupo que sufre, nuestros mayores también pueden tener dificultades para conciliar el sueño, como explica a la SER, José Luis Fernández Santillana, presidente de CEOMA, la Confederación Española de Organizaciones de Mayores. "El levantarse y no ver la misma situación de luminosidad, sobre todo a la hora de acostarse, los desestabiliza," explica Santillana.
Provoca una situación de descontrol durante una semana, que como con los niños, puede minimizarse si el cambio se hace de manera progresiva, atrasando la hora de comer y de dormir unos diez minutos cada día.
El problema, como explica Santillana, es que esos mayores muchas veces viven solos, y no tienen a nadie que les recuerde que deben atrasar todas estas acciones.
¿Por qué son más vulnerables los niños y ancianos?
El doctor Pin nos lo explica: "yodos tenemos unos relojes internos que nos marcan como debe comportarse nuestro organismo. Estos relojes están adaptados, acoplados a la hora que marca el ambiente, guiándose por la luz. Cuando cambiamos la hora de manera brusca, nuestros relojes se descompensan y se la relación se rompe," dice Pin.
Estamos exigiendo a nuestra biología una adaptación rápida, que afecta más a los niños, un grupo que duerme muchas horas y tiene actividades con horarios rígidos.
Con los ancianos ocurre algo similar, explica Santillana; y es que tienen rutinas y hábitos muy arraigados, que les cuesta más romper, y en poco tiempo tienen que acostumbrarse a atrasar esos hábitos, incluida la toma de medicación.
Un horario de invierno, que algunos expertos, como el doctor Pin, señalan como el mejor, y el que debería ser permanente, porque coincide con nuestro reloj biológico.
La Comisión Europea propuso poner fin a los cambios de hora en 2018, y desde entonces, la propuesta ha pasado por varias fases sin llegar a aprobarse del todo. Se ha especulado que el fin de los cambios podría llegar en 2026 si progresan las negociaciones. En la decisión final, que tiene que ser aprobada por la mayoría de países miembros, todo apunta a que supondría el fin del horario de verano.