La hipocresía
"La hipocresía es una necesidad social, igual que los pedos son una necesidad fisiológica. Tanto la hipocresía como los pedos dan bastante asco"
La hipocresía
La hipocresía tiene mucho de virtud social. Según el diccionario, la hipocresía es “el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Vale. Ahora imagine usted que renunciara por completo a ser hipócrita. Imagine cómo le iría con su familia, con su empleo, con sus amistades, si dejara de fingir y siempre dijera lo que piensa y lo que siente. A veces somos hipócritas para ser corteses, como cuando decimos “qué buena cara tienes” a alguien con un aspecto espantoso. Los católicos llaman a eso “mentiras piadosas”. A veces lo somos para simular lo que no somos, o para encubrir lo que realmente somos, quizá con el propósito de protegernos. O simplemente para que las cosas funcionen. Benjamin Disraeli, el más brillante primer ministro conservador que han tenido los británicos, decía que un gobierno conservador como los suyos no era más que “una hipocresía bien organizada”. La hipocresía también sirve para cohesionar un grupo social. Como cuando la gente se suma a un linchamiento, real o metafórico: existe un auténtico sentimiento de hermandad cuando se participa, de forma consciente, en una injusticia colectiva. Este tipo de hipocresía constituye uno de los pilares de la actividad política. Insisto, sin grandes dosis de hipocresía se hace imposible la convivencia. Si debo decir la verdad, tengo un problema con eso. Será cosa de la “subjetividad tóxica”, o de la “contradicción entre el personaje y la persona”, o de “la forma de vida neoliberal”, como decía Íñigo Errejón, ese gran clásico. Me disgusta muchísimo la hipocresía de Errejón. Y me disgusta la hipocresía de quienes dicen “ya lo sabíamos”, la de quienes sabían pero dicen que no, y la de quienes lanzan la primera piedra porque ellos están libres de pecado. La hipocresía es una necesidad social, igual que los pedos son una necesidad fisiológica. Tanto la hipocresía como los pedos dan bastante asco.