Lo que descarrila

Sucede como en aquel poema de Ángel González, que decía: Ayer fue miércoles toda la mañana. Pues, bien, resulta que ayer fue RENFE todo el día, y antes de ayer, también, y así lleva el asunto mucho tiempo. En aquellos años remotos, previos a toda democracia, nuestro maestro se llamaba Santiago y tenía barba. Hoy, circula otro Santiago con barba, pero nuestro Santiago era de izquierdas. ¡Qué digo de izquierdas, era rojo! Y era progre. Ya no se usan las palabras rojo y progre, de modo que las izquierdas quedan un poco menos rojas y un poco menos progres. Un rojo es un izquierdista que lo ha pasado mal. Pero vuelven los malos tiempos, y probablemente volvamos a pasarlo mal de muchas maneras, que creíamos olvidadas. Una tarde, me acuerdo de que era por la tarde porque los cristales se llenaron de nubes, y los fluorescentes se estremecieron, y yo también temblé; pues, eso, que aquella tarde el profesor nos explicó qué eran las siglas, y puso como ejemplo a la ONU (era un demócrata), y a la RENFE. Entonces, fue cuando hizo la broma de decir que RENFE significaba Rogamos Empujen Nuestros Ferrocarriles Estropeados. No es que aún sirva el chiste; es peor, es que ha vuelto. En estas cosas se ve el regreso de los malos tiempos, en que deja de funcionar lo que es de todos. Cuando dimos los medios de transporte, el ferrocarril venía a ser el barco de tierra. Luego, quisimos convertir los trenes en aviones, pero los hemos dejado en autobuses. Había dos épicas del tren, la del maquinista y la del emigrante. Toda nuestra historia está contada por el redondel de un tren de juguete. Las siglas de RENFE lo contienen todo, no solo los trenes, sino nuestro tren de vida, por ejemplo, la sanidad pública o el servicio de correos. Lo que hemos conseguido entre todos. Lo que descarrila.