Homenaje a las mujeres que han sostenido una familia y a una nación entera

Emprendemos un viaje literario de Bielorrusia a Argentina y de Argentina a España. Natalia Litvinova, ganadora del Premio Lumen de Novela 2024, nos presenta Luciérnaga. Una historia sobre su infancia marcada por el desastre de Chernóbil, con el telón de fondo de la guerra, la disolución de la URSS y la emigración, una huida a Argentina. Y de Argentina se vino a España Florencia del Campo y la búsqueda de una casa en nuestro país se convirtió en una aventura que ha volcado en Que tenga una casa, un libro maravilloso, publicado por la editorial Candaya. Desde un Airbnb, a pisos compartidos y casas supuestamente más baratas en la sierra, pero en ruinas, Del Campo reflexiona a modo de ensayo sobre lo que es una casa, el cuerpo que las habita, las casas de su infancia y su relación con España. Dos escritoras marcadas por la extranjeridad, que escribe Del Campo, por la otredad.

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Florencia del Campo nació en Buenos Aires en 1982 y vive en Madrid desde 2013. Que tenga una casa es su cuarta novela, aunque es un libro transgénero, porque la narradora confiesa que lo que quería era escribir un libro de cuentos, cuentos sobre la familia y las casas. Desde el principio de la historia dice que no distingue límites, que no ve la frontera entre géneros, entre qué es ficción y qué es realidad. Del Campo se plantea reflexiones existenciales y filosóficas sobre lo que es una casa, concepto que aún no tiene del todo claro. "Un sitio a donde volver, para evitar una vida a la deriva si se quiere", dice. Otra de las hipótesis es que una casa es como un cuerpo. La casa convive con el cuerpo.

Que tenga una casa es un libro breve, pero con mucha enjundia. Y con momentos desternillantes en esa búsqueda que emprende por los pueblos de la sierra que linda Madrid con Castilla y León. También desde el humor revive situaciones machistas y paternalistas a las que la propia escritora tuvo que hacer frente. "Es muy difícil, realmente, irte a vivir sola a un pueblo y que los vecinos, los hombres, estén poniendo la mirada sobre ti como extranjera. Tiene que ver no solo con que eres de afuera, sino con que eres mujer, o sea, eres extranjera del género de ellos también. Y esto es brutal y esto se ve en cada cosa. A mí me pasó y está contado así en el libro. Ella sale a pintar la cerca, la la entrada de la casa y los vecinos que pasan le dicen bienvenidos, en plural. Uno me dijo que si el marido me mandó a pintar las cercas, que él por lo menos esté haciendo la comida. Y yo al principio tuve una postura muy de resistirme a eso, de dar la respuesta combativa y a su vez honesta que era no, estoy sola, qué marido. Y me he llegado a ver en situaciones donde tuve que decir no, vale, no estoy sola, si que hay un marido. Por tener miedo y tener que al final inventarme ese marido", nos cuenta.

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El libro incluye unas fotografías de la casa de la infancia, de la casa que ha comprado, también de la casa de su bisabuelo en Soria, que fue a América y volvió. Hay un capítulo entero, que se titula Obra, dedicado a la historia de la familia paterna de la narradora, una historia que le cuenta su tío, una historia atravesada por la Guerra civil española. Un militar, Fernando de Carranza, Sánchez Maza, Antonio Machado, Josep Pla, Dalí y el franquismo. "La novela tiene dos ejes o dos capas -explica del Campo- y esa otra línea argumental se abre hacia todos estos personajes, porque son los referentes culturales de su tío. Personajes de la historia española o de la cultura española, que a ella se le hacen completamente extraños o extranjeros, o no entiende bien a cuento de qué. Y sin embargo, el libro, y creo que con un giro que tiene al final que no voy a decir, el libro termina cerrando y entendiendo muchísimo que todo eso que parecía extranjero y no tener nada que ver, en un punto no era tan extranjero, tenía bastante que ver y no era cualquier cosa".

Aquí puedes escuchar toda la entrevista con Florencia del Campo.

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Florencia del Campo: "Lo de Argentina es dramático, estoy absolutamente preocupada, el presidente se juega las batallas insultando en redes"

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En el teatro, al igual que Natalia Litvinova con Luciérnaga, también encontramos estos días un homenaje a todas esas mujeres que han sostenido a una familia en los momentos más difíciles, a toda una nación, advertía la escritora bielorrusa, cuando los hombres se fueron a la guerra y volvieron traumados, los que volvieron. Siguiendo su gira por España acaba de llegar a Madrid, al Teatro Bellas Artes, Las que gritan, una historia escrita por Antonio Rincón-Cano y José María del Castillo, que estuvo con nosotros este verano en La Hora Extra. "Las que gritan es un canto a la vida, es un homenaje a las mujeres de nuestra vida, madres, hermanas, abuelas, tías. Mujeres que muchas veces se han quedado a la sombra, sosteniendo a la familia, y que nunca han tenido un reconocimiento ni se han sentido importantes", nos contaba.

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Una obra que indaga en la aceptación de uno mismo y en la búsqueda de libertad y que nació partiendo de un juego entre los dos creadores. "El teatro es un juego y no siempre nos permitimos jugar", cuenta Rincón-Cano. Un juego que permitió a los autores enfocar el texto desde la comedia, a pesar del contexto de dolor y crudeza. Un género que les ha permitido abordar otros tema,s desde otros puntos de vist, como la enfermedad o la relación entre madres e hijas.

Matisse, Plensa y Banderas

Esta semana Henri Matisse es protagonista. Dos exposiciones, en Madrid y Barcelona, nos invitan a descubrir facetas desconocidas del artista. La Fundación Canal acoge Matisse Metamorfosis. Esculturas y dibujos. Una muestra que revela la importancia de su obra escultórica explorando su proceso creativo. Vemos a un Matisse trabajando y la evolución de su representación de la figura humana a través de la repetición constante y obsesiva.

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En Barcelona, la Fundación Joan Miró explora la relación profunda que entablaron ambos artistas alejada de clichés. Más allá de las imágenes se titula la exposición. Matisse y Miró rompieron con el estándar y los cánones de la pintura y, sin saberlo, trabajaban en líneas paralelas. La muestra propicia un diálogo inédito entre el creador catalán y el francés.

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Seguimos en Fundación Telefónica, que acoge la muestra Jaume Plensa. Materia Interior, que reúne quince piezas escultóricas del artista catalán, uno de los de mayor prestigio internacional. Abarca más de treinta años de trayectoria y explora la profunda reflexión sobre la condición humana que atraviesa toda su obra. Nueva York, Chicago, Río de Janeiro, Madrid o Barcelona, las cabezas gigantes de Jaume Plensa nos invitan a reflexionar y mirar hacia nosotros mismos en un mundo en el que el ruido nos ahoga y no nos deja pensar. La exposición reúne una quincena de sus obras en la mayor retrospectiva que la capital dedica al artista en las últimas dos décadas.

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Plensa juega con la luz, el agua, el sonido y con materiales que van desde el hierro a la resina, otorgándoles otros significados y sirviéndose de ellos para ahondar en la belleza y el mundo interior del ser humano. El arte no tiene una función lógica en la vida, dice Plensa, por eso es tan importante, porque nunca pide nada a cambio.

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Nos vamos con teatro musical. En el Teatro del Soho de Málaga Antonio Banderas ha estrenado Gypsy, el cuarto musical que dirige y con Marta Ribera, una conocida de la escena musical, interpretando a Rose. Con libreto de Arthur Laurents, música de Jule Styne y letras de Stephen Sondheim, Gypsy es considerado uno de los mejores musicales estadounidenses de todos los tiempos, ganador de 6 Premios Tony y 4 Laurence Olivier. Está basado libremente en las memorias de la artista de burlesque Gypsy Rose Lee. Su trama gira en torno a la madre de Gypsy, Rose, que busca convertir a sus hijas en estrellas del vodevil a cualquier precio.

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