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Mauro Entrialgo: "Ahora los poderosos tienen la cara dura de llamarse 'punks', cuando no dejan de ser unos opresores"

Del "que se jodan" de Fabra al "me gusta la fruta" de Ayuso: 'Malismo', el nuevo ensayo de Mauro Entrialgo, analiza por qué las malas personas han empezado a fascinar en política

La Ventana | 'Malismo' de Mauro Entrialgo

La Ventana | 'Malismo' de Mauro Entrialgo

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Madrid

En su nuevo ensayo, Malismo - La ostentación del mal como propaganda (ed. Capitán Swing), el ilustrador y escritor Mauro Entrialgo examina un fenómeno que, a lo largo de la última década, ha revolucionado la comunicación política y social. Entrialgo plantea cómo la provocación, antes un recurso subversivo contra el poder, se ha transformado en un mecanismo de propaganda en manos de los propios líderes. El autor nos ha acompañado en La Ventana para presentar este ensayo que desglosa las estrategias del 'malismo': la exhibición de actitudes o mensajes reprobables con fines de popularidad o beneficio.

Malismo comienza con la comparación de dos episodios polémicos en el Congreso. En 2012, la diputada del PP Andrea Fabra gritó "que se jodan" durante el anuncio de recortes a los desempleados. Once años después, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, soltó un insulto contra Pedro Sánchez durante su investidura, que se viralizó tras ser captado en lectura de labios. Sin embargo, mientras Fabra se disculpó posteriormente, Ayuso asumió el insulto y lo reconvirtió en el eslogan «me gusta la fruta».

Entrialgo argumenta que estos episodios ilustran cómo el 'malismo' ha eliminado la necesidad de excusas: la provocación se acepta, incluso se celebra, en busca de popularidad. "Trump se quedó corto, porque no sólo no perdería votos sino que los ganaría si disparase a alguien en la Quinta Avenida. Ahora los poderosos tienen la caradura de llamarse punks cuando no dejan de ser unos simples opresores", ha asegurado Entrialgo.

Según él, este fenómeno ha crecido progresivamente desde hace unos diez años. "Cada vez funciona más, pero cada vez la burrada es mayor. Si un congresista dice una burrada, sale en los medios de comunicación. Si no existiera un público que le riera las gracias a los malotes, no usarían estas estrategias. Nos dejamos llevar mucho por las modas", ha lamentado el ilustrador, que también ha señalado que el lenguaje 'malista' ha permeado la cultura cotidiana. Desde el nombre de establecimientos como Clandestino, el Bastardo o Vandido, hasta la ironía de llamar Bribón al yate de la Casa Real, el 'malismo' da forma a una identidad que celebra la transgresión. "A veces hay gente que se hace más la mala de lo que es", ha afirmado.

En un contexto en el que la derecha ha acuñado el término 'buenismo' para ridiculizar la empatía, Entrialgo señala la radicalización del debate público, donde el 'malismo' desprecia cualquier esfuerzo que no busque beneficios inmediatos o notoriedad. La mentira se convierte en una herramienta recurrente, como muestra el uso de "la ametralladora de falacias" en los debates electorales. "Si nos circunscribimos a la acepción original que recoge la RAE, un 'buenista' era alguien que intentaba arreglar un problema y, por ser demasiado ingenuo o por desconocer el alma humana, acababa empeorando el problema. Pero a partir de esta definición, la acepción fue ampliándose. Ahora un 'buenista' es, simplemente, alguien que intenta solucionar un problema desde el bien. Un 'buenista' es cualquiera que no presuma de hacer de malo", ha explicado Entrialgo.

Con Malismo, Entrialgo no ofrece soluciones claras, pero sí lanza una advertencia: la exhibición del mal sin complejos afecta la comunicación en todos los ámbitos y deja a la sociedad ante un dilema moral profundo. "En el libro señalo un problema, pero no me atrevo ni a decir causas ni, sobre todo, a apuntar soluciones o cómo se puede combatir. Si insultamos, nos ponemos a su altura. Si nos indignamos mucho, estamos dando relevancia a un malista. Y si les aplaudimos, les damos alas. Si ignoras el fenómeno, sigue reproduciéndose, como en el caso de Alvise, en el que los medios lo ignorábamos hasta que no pudimos porque teníamos un elefante en el Parlamento Europeo", ha concluido el autor sobre los posibles tratamientos a este problema.

Álvaro García-Dotor

Álvaro García-Dotor

Periodista cultural. Redactor en La Ventana.

 
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