Neige Sinno, víctima de abusos sexuales: "Es el patrón que nos han enseñado desde niñas, el silencio es algo que conoces, por eso da mucho miedo denunciar"
Conversamos con la autora de 'Triste tigre', relato estremecedor de las violaciones que sufrió de pequeña por parte de su padrastro. Fenómeno literario en Francia el libro llega ahora a España con Anagrama
Entrevista | Neige Sinno, víctima de abusos sexuales: "Es el patrón que nos han enseñado desde niñas, el silencio es algo que conoces, por eso da mucho miedo denunciar"
Cuenta Neige Sinno que se encuentra bien, que está contenta y orgullosa de lo que está pasando con este libro aunque hay una parte difícil de encajar como autora, ese éxito inesperado que le ha convertido en fenómeno editorial en Francia con más de 300 mil ejemplares vendidos. 'Triste tigre' se publica ahora en España con Anagrama traducido por la propia autora. "Un año es muy corto, sigo intentando entender qué me está pasando".
Neige Sinno sufrió abusos sexuales por parte de su padrastro desde los 7 hasta los 14 años. Casi una década después presentó una denuncia contra él. Fue juzgado y condenado a nueve años de cárcel. Tras cumplir condena, reducida por buena conducta, rehizo su vida con otra mujer 20 años más joven con la que ha formado una nueva familia. La lectura de 'Triste tigre' no da tregua, desde el principio hasta el final, como le explicaron algunos editores tras leer el manuscrito es un texto quizá demasiado duro, con una construcción peculiar, algo curioso para Sinno porque para ella son las dos grandes fortalezas del libro, "tiene un tema potente, a mi me quemaba en los dedos, es peligroso y duro. Y la forma en la que está escrito es su otra gran fuerza. Al final las dos principales razones por las que me rechazaron varios editores fueron las mismas que llevaron a otro a hacerlo".
Relato autobiográfico 'Triste tigre' intenta no plantear generalidades, es algo en lo que insiste la autora a la que no le importa si hay o no una respuesta final. No se trata de que haya o no salvación a través del arte como aseguran otros autores explica Sinno, "hay mucha gente que dice la literatura le salvó o que se curó a través del arte. Existe pero en mi caso no escribí este libro para curarme, para sentirme mejor o hacer terapia. Ésa no es mi meta. Lo que tenía era un proyecto artístico que quise llevar hasta el final".
Retrato de un violador
Sinno comienza el relato hablando de él, del agresor, un guía de senderismo que conoce su madre cuando ella era pequeña, un tipo atractivo, fuerte, vital, carismático, y que reconoce incluso que puede suscitar mayor interés que ella misma, la víctima que sufrió aquel calvario. Hacerlo así surge del deseo de indagar en ideas que lleva dando vueltas desde hace años y que son preguntas sin respuestas, cuenta la autora "por qué nos fascina el papel del agresor, por qué nos fascina el mal, por qué nos parece más interesante el que tiene el poder. Se que son preguntas que no voy a poder contestar pero quería empezar con esto porque creo que en este relato la presencia feroz del agresor siempre regresa y la pregunta que me hago es por qué me hizo esto. Es una pregunta que nunca voy a resolver y que explica mi trauma y el trauma de cientos de miles de personas que han vivido una experiencia extrema". Es una travesía interior, reconoce, donde las preguntas sin respuesta te acosan.
En uno de los pasajes más aterradores la autora llega a ponerse en la situación de su padrastro con su propia hija, es decir, imagina si podría repetir lo mismo que hizo su agresor. "Es algo recurrente y muy doloroso. Pero es casi imposible no hacerse esa pregunta. Muchas veces es un prejuicio social, se dice que los abusadores abusan porque se lo hicieron a ellos. Cuando te lo han hecho a ti piensas qué vas a hacer para no repetirlo. Es natural tener ese miedo. Es perturbador pero atreverme a pensar en esa idea, que si quisiera podría transformarme en abusadora y que es mi decisión no hacerlo, es algo que en lugar de destruirme me hace más fuerte".
Ravioli, violeta, viola, violonchelo
Neige Sinno ha sido incapaz de nombrar palabras como ravioli, violeta, viola o violonchelo. Durante años la leche, la carne, el sudor y los pelos le provocaron un asco indescriptible y lloraba mirándose en los espejos de los probadores. Situaciones en las que su cuerpo llegaba a tensarse como si sufriera una descarga eléctrica. "No quería que el libro terminara en el momento del juicio. Es muy común contar esta historia desde el punto de vista de la niña violada, que lo habla, lo denuncia, hay un juicio, el agresor va a la cárcel y final feliz. Esto es la décima parte de la historia. La historia está contada desde el punto de vista de una mujer que veinte años después sigue haciéndose las mismas preguntas. La segunda parte del libro indaga en la experiencia de este personaje, la víctima, que se vuelve más interesante".
Esa profunda reflexión sobre una identidad forjada desde el trauma ha llevado a la autora a descubrir que sus mayores cualidades son aún más perturbadoras que las malas porque, como explica, están relacionadas con ese drama fundacional. "Mi propósito en el libro es explorar esa complejidad. No se trata de una cuestión sexual, es un prejuicio que tenemos". Hay muchas rarezas si escuchas los testimonios de las víctimas, explica Sinno, pero todas siempre tienen en común su necesidad de querer ser normales. "Así es como funciona el trauma, que hace que cosas que tendrían que ser, tener una relación armoniosa con la vida, no va a ser. O es una conquista muy grande, por ejemplo la idea de que para ser normal es necesaria una gran lucha".
El reconocimiento del trauma
Igual que le pasó a la premio nobel Annie Ernaux que tardó 50 años en entender que de joven había sido violada, cuenta Sinno que tardó muchos años en poder utilizar esa palabra. "La realidad es un magma caótico y muchos veces tardamos años en poner esa palabra que hace click y dices, eso es, fue una violación". Un reconocimiento que pasa por la propia víctima pero también por su entorno. Empezando por su propia madre y el hecho de que viera a su pareja como un mentiroso antes que como agresor, y siguiendo por todos los adultos que le rodearon y que ninguno se diera por enterado de lo que le estaba pasando, hay quien, incluso, le pidió perdón en el juicio. "Poner una palabra cambia la relación con lo que pasa. El que mi madre no lo entendiera y se quedara un año con mi padrastro no lo entiendo como una negación, lo veo como una traición. Veinte años después y siendo ya madre me he puesto en otra situación y en otra lectura". "Es interesante saber por qué mi madre mantuvo cerrada esa puerta durante un tiempo y después la abrió".
Una de las cosas más duras que Neige Sinno vivió durante el proceso, después de hablarlo con su madre y acudir con ella a denunciar, fue que dijeran que lo había contado por ella, para salvarse, y no para proteger a sus hermanos pequeños. "Es un libro que está escrito en parte desde la rabia pero tengo que entender que la sociedad piense que si las víctimas denuncian lo hacen para sí mismas. Pero es muy poco común que una víctima haga eso, una víctima prefiere sacrificarse para no romper el equilibrio de su familia, de su vida, para no molestar. Es el patrón que nos han enseñado desde niñas y ese silencio es algo que conoces por eso da mucho miedo denunciar y además no sabes qué viene después".
Las buenas víctimas
¿Quiénes son las buenas víctimas? Las que lo cuentan, las que denuncian, las que hacen terapia. Neige Sinno nunca se trató el trauma, no era algo habitual en aquel momento, ni en su entorno, ni en su clase social, "me parece muy triste que en nuestra sociedad tengamos tantos prejuicios y que algo que puede beneficiar a la víctima se vuelva una obligación y que se convierta en una ruta para definir a las buenas y a las malas víctimas. Pensar que si no has ido a terapia, si no has pedido ayuda, entonces eres una mala víctima. No hay camino bueno o camino malo. Yo no propongo mi camino como el único camino. Sería un gran error por mi parte".
Neige Sinno cita en el libro a Didier Eribon que asegura que "lo que importa no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos de eso". Es una frase que ha ayudado a Sinno a crecer, "es otro relato que enaltece la resiliencia como algo positivo. Es una forma de ver las cosas pero que, en cierta medida, es una mentira. Cualquier versión traiciona lo complejo que es vivir. Pero tengo que reconocer que no me funciona ese relato de superioridad del superviviente, como si el que sobrevive es superior al que no aguanta y se suicida. Eso es intolerable".