Dentro de una granja sostenible: las vacas hacen todo el trabajo

España es el primer país de Europa y el quinto del mundo que más carne consume por persona al año. Nuestra demanda exacerbada de filetes, embutidos y otros derivados de la ganadería industrial tiene un importante impacto en la economía, pero también deja una profunda huella en nuestros ecosistemas. Solo las macrogranjas producen cerca del 10% de las emisiones contaminantes en nuestro país y la explotación intensiva de los terrenos no deja de mermar la capacidad del suelo para retener el agua y para absorber los gases de efecto invernadero.

Es por esto que la ganadería industrial arrastra el estigma de ser uno de los sectores más contaminantes de todo el planeta. En Europa, Bruselas se ha propuesto reducir su huella de carbono promoviendo cursos de formación para agricultores y ganaderos en técnicas regenerativas. Ha sido en este contexto en el que han surgido iniciativas como la que encabeza la OIT Food, el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología, que con fondos de la Unión Europea fomenta desde hace cuatro años la transformación de cientos de explotaciones industriales del sur de Europa hacia un modelo más sostenible.

Sistemas que imitan los ritmos naturales

En Código de Barras, el periodista Fernando Bayo se ha acercado a una granja de Girona donde han adoptado ya estos métodos de trabajo más sostenibles y más económicos. Ana Serra y su marido decidieron mudarse al campo con sus hijos en busca de una vida más "bucólica" en la localidad de Campllong. Así se convirtió en la dueña de La Selvatana, una granja lechera familiar fundada hace cinco décadas por su abuelo, con la que comenzaron vendieron leche "picando puertas". Su apuesta por la producción ecológica dio un giro hace cuatro años, cuando Ana Serra y su hija Ana Mir, se interesaron por uno de los cursos de Agroganadería Regenerativa que imparte el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. "Yo lo que veo es que aquí se respetan y se exigen mucho los ritmos de la naturaleza", explica Ana Mir sobre lo que sucede en La Selvatana.

Los procesos de producción de la granja de Ana Serra y su marido Alfons gestionan su campo y su ganado —unas 70 vacas lecheras descendientes de las que el bisabuelo de Ana trajo en tren desde Dinamarca—, si el uso de transgénicos, ni insecticidas, ni abonos químicos. En La Selvatana utilizan los sistemas de rotación y abonando los campos con el estiércol de las vacas, siguiendo los procesos "como se llevarían a cabo si fueran en la naturaleza". "Es una filosofía a seguir que te lleva a hacer una explotación regenerativa", cuenta Ana Mir.

La rotación que sostiene la producción en La Selvatana es muy sencillo: regene Ana Serra compara este sistema con lo que sucede en la naturaleza, por ejemplo en los pastos de África.

"¿Por qué no se agota un pasto? Pues porque los animales están aquí pastando y viene un depredador y los hace huir y se mueven. Pues esto es lo que hacemos nosotros. Están aquí los animales y los mueves y los mueves y los mueves. Y el hecho de que los animales estén allí comiendo esa hierba, cagando, que es abonar, e incluso trabajando la tierra con sus pezuñas. Es simplificar", detalla la dueña.

Desde La Selvatana, aseguran que este cambio en su estilo de producción no ha supuesto mucho trabajo añadido. "Creo que es un cambio de mentalidad que puede que una persona que está acostumbrada a una granja más intensiva y más controlada, le puede parecer que esto es una locura, pero para nosotras es que sigue su ritmo natural y nos parece más sencillo a nosotras esto que no lo que hacen otros", sentencia Mir. Esa misma línea, Ana Serra ha hecho una última reflexión que resumen el espíritu de la agroganadería regenerativa: "Si cuidas la tierra, si mimas la tierra, si quieres a la tierra y la tratas bien, estarás tratando bien a tu vaca".