Demasiados muertos

Barcelona

Demasiados muertos. Lo inmediato es despedir con respeto a las víctimas del temporal y encontrar a los desaparecidos, que ojalá lo hayan sido sólo por unas horas, y llevar el aliento a los cercanos, familiares, amigos, vecinos, a los afectados que aguantaron con entereza y con paciencia.

Después, un poco de silencio. Es lo que hacemos cuando se nos va alguien próximo, muy querido. Escuchar su ausencia y palpar el vacío que nos deja dentro por si su recuerdo nos lo cubre. Aunque sea en una mínima parte, y enseguida hay que recuperar la palabra, la voz, para ser como hicimos en la pandemia. Aplaudir a médicas y enfermeros, cantarles. Ahora enviamos nuestro calor humano a los bomberos, a los militares en misión de rescate, a los policías, a los miembros de protección social, a los trabajadores de emergencias, a los choferes de ambulancias, a los pilotos de los helicópteros, a los voluntarios anónimos y a los responsables públicos que han estado al pie del cañón. No nos olvidemos de ninguno.

Después y solo después, revisemos lo que convenga, para que no se nos olvide conviene enumerarlo. Habrá que extremar las alertas, si es preciso dramatizarlas. Incluso si los temporales están bien previstos pueden desbordar y desbordan sus límites proyectados y la extensión de los daños. Habrá que enviar alertas más tempranas, endureciendo los protocolos a seguir para que sean más eficaces. Nunca quedarnos cortos. Habrá que reconsiderar la recreación de algunos organismos suprimidos como la unidad de emergencias valenciana, eliminada hace tan solo un año. Habrá que pedirles a nuestros representantes parlamentarios más sintonía para las decisiones de suspensión de actividades como símbolo y menos palabras gruesas incluso si falla esa sintonía en las decisiones por respeto.