'Salve María': Mar Coll convierte la maternidad en un thriller terrorífico con una espectacular interpretación de Laura Weissmahr
La directora de títulos como 'Tres días con la familia' y 'Todos queremos lo mejor para ella' regresa 10 años después al cine con un fascinante ejercicio sobre las madres arrepentidas. 'Salve Maria' es en fondo y forma una de las películas del año en el cine español
Mar Coll y Laura Weissmahr convierten la maternidad en un thriller terrorífico en 'Salve Maria'
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Madrid
Mar Coll ha sido una directora sumamente importante para entender el cine español reciente y esta nueva oleada de directoras que nos alegran con cada estreno y cada festival. Su ópera prima, Tres días con la familia, ofreció una mirada sutil para desmontar la familia burguesa y las hipocresías que cada miembro elabora dentro de ese ecosistema descubriéndonos a Nausicaa Bonnín. Con Todos queremos lo mejor para ella supimos que ella y su guionista, Valentina Viso, tenían una habilidad especial para hablar de la familia, de la expectativas y cómo éstas afectan a las mujeres. Tras más de diez años sin estrenar un largometraje, donde ambas han estado con otros proyectos, sobre todo con series como Matar al padre o Esto no es Suecia, han vuelto a escribir un largometraje que pone en jaque otra institución sagrada ligada a la familia: la maternidad.
"Hay unos relatos que han sido mayoritarios y dominantes y que han instaurado una serie de ideas sobre la maternidad que ahora hay que desmontar porque no se ajustan a la realidad. En la película hay citas de autoras que antes han podido escribir sobre esto, pero como de forma muy periférica. La última de estas citas dice, por ejemplo, las madres no escriben, están escritas. Nosotros heredamos estos relatos que abrieron camino pero ahora sí los escribimos las madres", explica la directora en conversación con El Cine en la SER sobre el propósito de este filme y su voluntad de servir otra mirada en fondo y forma.
Salve María es la adaptación libre de la novela Las madres no (Tránsito Editorial), de Katixa Agirre, una reflexión dura y profunda sobre un gran tabú todavía en la sociedad: el arrepentimiento de una mujer tras haber sido madre. Ese es el trauma que María, la protagonista del filme, no se atreve a verbalizar. Ha tenido un niño, sufre por su bienestar, se angustia si tiene fiebre y ante cualquier cosa que le pase, sin embargo, no siente nada más. Lo que sufre el personaje es tristeza posparto o depresión posparto. Algo que sufre el ochenta por ciento de las madres puérperas, pero que no se considera patológico.
¿Puede una mujer ser capaz de desatender a sus hijos?, ¿Puede ser capaz de matarlos? Son dos preguntas que lanzaba la novela y que la directora recoge en un filme que arranca como un retrato social de la pareja moderna, de los cuidados, la conciliación y el peso de la maternidad en las mujeres de la generación de Coll y Viso, pero que acaba convirtiéndose en un relato de terror, con toques de body horror - ¿qué hay más bestia que un embarazo, un parto y un postparto para el cuerpo de una mujer? - y de cierta fantasía y surrealismo. La directora se reinventa con este coqueteo con el género sin olvidar cuáles son sus fuertes: actrices inmensas y bien dirigidas, dilemas complejos que se salen de la norma social y un ojo fino para el retrato de las mujeres y su contexto social.
"Hemos escogido la figura más radical o más incómoda de todas, que es la de la madre arrepentida. Es un tema súper delicado, no es para frivolizar, pero intentamos ir a muerte con lo más radical. Queríamos hacer una peli que no estuviera tan centrada en el discurso o que no fuera una peli fría o analítica o un ritual, que lo es porque tiene discurso, pero siempre intentando como anteponer lo que era la emoción y la experiencia y acercarnos a este personaje a través de una peli muy subjetiva y muy inmersiva que te pudiera poseer de alguna manera. Hay temas que obviamente son interesantes porque cuestionan una serie de cosas que tenemos como muy asumidas, pero creo que en la forma es donde quizás está la película", argumenta la cineasta.
Laura Weissmahr filma la gran interpretación de este año. Casi sin palabras, pues es una madre que no tiene ganas de reír, de hablar, ni explicarse. Solo quiere que pase todo pronto, pero un suceso televisivo le despierta el miedo a convertirse en un monstruo y el deseo a dejar todo lo que la constriñe en su nueva etapa de madre. Una mujer, aparentemente feliz, ha matado a sus dos gemelos, los ahogó en la bañera. El crimen llena los programas televisivos y la prensa y ella, escritora con crisis de creatividad tras el embarazo y sin ayuda en casa para poder retomar su trabajo, se obsesiona con la historia. Primero, por que ese tema reactiva sus ganas de escribir y su inspiración. Segundo, porque hay algo de querer entender, de querer saber dentro de ella. Ese algo la lleva a viajar hasta un pueblo en la montaña donde se esconde esta mujer. "Nombrar lo que le está pasando para ella es fundamental, el poder decirlo y no esconderlo. Una vez nombras las cosas y se concretan en algo pueden parecer más abordables, puedes confrontar lo que antes era indecible. Y no solo existe de forma abstracta y monstruosa, de golpe se concreta. La creación tiene que ver con nombrar las cosas, poder escribirlas, y luego para los creadores también está esta parte terapéutica", dice de esta pulsión de escribir de la protagonista y cómo le ayuda en su proceso.
Frente a cualquier visión idealizada de la maternidad, Salve María se atreve a verbalizar muchas cosas, algunas incluso bastante inquietantes cuando las pronuncia una mujer. Cuenta la dramaturga y guionista Lucía Carballal en su última obra de teatro, La fortaleza, cómo su padre, un arquitecto reputado, dejó a su familia, a su madre, a ella y a su hermano, para dedicarse a su profesión con otra mujer. Ascendió de clase, triunfó profesional y artísticamente y los hijos fueron algo que estaban ahí y que, de vez en cuando, llamaban su atención. Ante ese semiabandono, la escritora profundiza en una obra que dialoga con Calderón y que nos hace preguntarnos por qué un hombre puede abandonar sin penalización social, ni riesgo de perderlo todo a sus hijos y una mujer se convierte en una gran villana y una delincuente. Por qué para ella es imposible arrepentirse de esa decisión.
En la película la protagonista tiene enfrente, a veces al lado, a un novio al que interpreta Oriol Pla. Un tipo comprometido, un aliado o eso parece, con la crianza y el feminismo, pero que nunca llega a cogerse la baja paternal, a pesar de que esa madre deprimida se lo esté pidiendo a gritos sin verbalizarlo. Un personaje que no es un monstruo y que está bien dibujado, pero que tampoco alcanza a ver el momento por el que pasa su pareja. Un momento que tiene mucho de físico, de primitivo, de animal, como todo el trabajo corporal que hace la actriz en su relación con el bebé, incluso en la distancia, para mostrar ese rechazo. "El género es también lo que permite que como espectador tú puedas acabar de entender el viaje y lo que le está pasando por dentro a la protagonista sin que lo tenga que verbalizar, porque es lo que convierte el viaje en subjetivo. Básicamente porque lo estás haciendo de la mano de ella en vez de observarlo, de observarla desde fuera porque sí. El género no para de generar metáforas y simbolismos", defiende Weissmahr de esta propuesta que bebe del cine de Polanski, pero también de Haneke o del propio Almodóvar. Todo acompañado de la fantástica banda sonora de Zeltia Montes. "El reto era no hacer una película de terror tal y como lo entendemos, sino que es un thriller que está mezclado con el costumbrismo, con las tensiones más tipo Haneke si quieres, con lo cotidiano. Y el reto era saber cómo iba a casar todo esto, esta mezcla con la música muy apretada y en cambio la ambientación muy realista".
Si la novela de Agirre jugaba con el thriller y con la crónica judicial, acercándose a la reciente Saint Omer, el filme de Alice Diop, Salve María se acerca más al thriller psicológico y envuelve al espectador en la espiral perturbadora que sufre su protagonista, sin olvidarse de todas aquellas mujeres y referentes que hablaron de la maternidad de otra manera, como Sylvia Plath, Adrienne Rich, cuyas frases impresas sobre un fondo rojo sangre, sirven a la directora para estructurar el filme en diferentes capítulos. Una película que desde el propio título quiere romper y llevar la contraria a esa idea tan arraigada en la sociedad de la maternidad como algo sagrado y unívoco.
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