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Directed by Clint Eastwood

Jurado Nº 2 es la película número 40 de Clint Eastwood como director. El cineasta, que cumplió 94 años el pasado mes de mayo, se resiste a retirarse del cine.

Clint Eastwood con el actor Nicholas Hoult en el rodaje de Jurado Nº 2

Todos los que lo han hecho coinciden. Trabajar con Clint Eastwood como director resulta una experiencia bastante agradable. El cineasta acostumbra a rodearse del mismo equipo técnico, formando con ellos una especie de familia estable y sus rodajes son siempre rápidos, de cinco o seis semanas como mucho. Es famoso también por rodar con pocas tomas, quizá porque al ser él también actor no le gusta torturar a sus colegas haciéndoles repetir escenas una y otra vez. “Simplemente decido rápido. Es mi forma de trabajar. A veces no estoy del todo seguro con una toma, pero es bastante raro”, dice.

Morgan Freeman, que ganó el Oscar al mejor actor secundario por Million Dollar Baby, le considera su director favorito. “En primer lugar es rápido trabajando. No se anda con rodeos, “¿Lo tienes? Pues vamos con ello”. En segundo lugar, no juega con los actores. Si te ha contratado para hacer un trabajo te deja hacerlo, no lo hace por ti. Es decir, respeta a los actores. Por eso todos los que alguna vez han trabajado con él salen con la sensación de que este tipo es el mejor”, explica. Y no solo les respeta, sino que los anima a aportar sus ideas, como explica Matt Damon. “Su estilo de dirigir no es nada rígido ni se siente amenazado por las ideas de los demás. De hecho, las alienta porque esa es una de las razones por las que te contrató. Deja a los actores a su aire, aunque él controla todo e intenta crear un ambiente relajado y permisivo en el que las aportaciones de la gente son bienvenidas porque confía en los actores que ha elegido”. Esto que apunta Matt Damon es algo bastante difícil de encontrar: un director que consigue crear un ambiente relajado en sus rodajes. Y es que Eastwood sabe muy bien que, si lo logra, la película se beneficia enormemente de ello. “Si las cosas van espléndidamente y todo el mundo está de buen ánimo se crea un ambiente muy creativo de camaradería”, explica. El ambiente es tan relajado que Tom Hanks cuenta que el director no grita nunca, ni siquiera acción ni corten. “En una película de Clint Eastwood cuando las cámaras ya están rodando solo oyes que dice, “de acuerdo, adelante”. Y cuando quiere cortar solo dice: “eso es suficiente”. Si dice “alto” es que tienes que repetirlo, pero si la escena es buena dice “eso es suficiente.”

Desde el comienzo de su carrera Clint Eastwood se sentía atraído por la dirección. En el plató siempre estaba atento a las órdenes de los cineastas y les preguntaba por todos los aspectos técnicos de su trabajo. El gran paso llegó finalmente en 1971. El mismo año en que se sacudía el polvo del Oeste para postularse como el nuevo héroe de las películas de acción con Harry el sucio, Clint daba también el salto a la dirección con Escalofrío en la noche. Se trataba de un thriller psicológico en el que un locutor de radio era asediado por una oyente desquiciada. Aquella película venía a demostrar lo que pronto se convertiría en una constante en su carrera: la indomable voluntad de evolucionar de Clint Eastwood. Y eso que al principio no las tenía todas consigo. “Cuando rodé Escalofrío en la noche en 1970 me dije, quizá pueda volver a trabajar detrás de la cámara de vez en cuando pero cuando vi la película en la pantalla pensé: este es el final de mi carrera como director. Pero luego seguí y aunque con cada película que hacía pensaba lo mismo, lo cierto es que aquí sigo”, confiesa.

Así es, Clint siguió alternando su labor como actor y director, dirigiéndose a sí mismo en muchas ocasiones. Eastwood rodaba películas como El fuera de la ley, El aventurero de medianoche o Impacto súbito de la serie de Harry el sucio. Películas que funcionaban aceptablemente bien en la taquilla, aunque no consiguiesen grandes elogios de los críticos. A veces también acertaba con éstos, caso de El sargento de hierro o El jinete pálido. Si como actor nunca fue muy remilgado a la hora de aceptar guiones, como director, en cambio, solo rodaba historias que le interesaban, sin preocuparse de las modas o tendencias. No en vano había creado su propia productora, la Malpaso Company, para trabajar con plena libertad. 1988 es el año en el que para muchos comienza la verdadera madurez de Clint Eastwood como director. Es el año en el que estrena la película Bird, en la que Clint ofrecía un homenaje a uno de sus grandes ídolos, el saxofonista de jazz Charlie Parker.

No obstante, el cenit de su carrera tras las cámaras llegaría en 1992 con la que muchos siguen considerando su mejor película como director. Con Sin perdón ganaba su primer Oscar como director. En los años siguientes rodaría películas tan redondas como Un mundo perfecto, protagonizada por Kevin Costner o nos haría encoger de emoción con aquel amor imposible que vivía con Meryl Streep en Los puentes de Madison. No obstante, como él mismo apunta, su etapa más fructífera como director estaba aún por llegar. “El punto de inflexión para mí fue a principios de los 90 con Sin perdón. Luego, a lo largo de la década, hice cosas como Un mundo perfecto, que me gusta mucho o Los puentes de Madison, que también, pero creo que fue en los 2000 cuando he podido hacer cosas verdaderamente diferentes”, afirma el cineasta.

Mystic river, estrenada en 2003 es una de las películas más dramáticamente complejas a las que se ha enfrentado el director. Con Million dollar baby consiguió su segundo Oscar como director. “Todos decían, qué hace haciendo una película de boxeo, de boxeo femenino, además. Y es verdad que no había hecho antes nada así, pero en realidad no es una película de boxeo, es una historia de amor entre un padre y una hija”, afirmaba. En Banderas de nuestros padres, puso imágenes a una histórica batalla de la Segunda Guerra Mundial. Y no contento con dar únicamente la visión norteamericana, al año siguiente quiso contar la misma historia, pero esta vez desde el punto de vista de los japoneses y en su propio idioma con Cartas desde Iwo Jima. Gran Torino, estrenada en 2008 es otra de las obras maestras del director que con los años también había conseguido reivindicarse como actor. El viejo cara de palo se revelaba ahora como un actor vulnerable y con muchos más registros. La buena racha se prolongó hasta mediados de la década de los diez con películas como Invictus, El francotirador, J. Edgar o El intercambio.

En los últimos años Clint Eastwood ha mostrado cierta predilección por los héroes reales y cotidianos. Richard Jewell, el guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta que evitó un mayor número de víctimas en un atentado con bomba; los tres jóvenes americanos que se enfrentaron a un terrorista en un tren en 15:17 Tren a París, o Sully la historia del piloto de avión que consiguió salvar a los pasajeros aterrizando en las aguas del río Hudson en Nueva York. Ninguna de estas películas consiguió encandilar tanto al público y a la crítica como sus predecesoras, pero el gran fracaso llegaría en 2021 con Cry macho. Muchos se preguntaron entonces qué hacía Clint Eastwood dirigiendo y actuando en películas siendo ya nonagenario. Incluso él mismo se lo preguntaba. “A veces me acuerdo de que, cuando era un niño y veía a mi abuelo que tenía 90 años pensaba, para qué demonios querrá vivir tanto”.

Desde entonces el director apenas se ha dejado ver en público. A mediados de abril de este año, no obstante, saltó la noticia. Clint Eastwood reaparecía junto a su amiga la etóloga Jane Goodall en un acto celebrado en Carmel, el pueblo en el que vive y del que fue alcalde en los años 80. Allí pudimos verle con una frondosa barba blanca y caminando con dificultad. En julio además falleció repentinamente de un ataque al corazón la que había sido su pareja desde 2014, Christina Sandera, a los 61 años. Todo ello hacía pensar que la carrera de Eastwood se daba por terminada, pero hete aquí que ahora nos sorprende con una nueva película. Y es que el viejo Clint parece inagotable. “Creo que si haces lo que te gusta y aprendes algo nuevo cada día que es lo que yo hago, entonces estás bien, te mantienes ocupado y los años que tienes no significan nada”, asegura.

Si Jurado número 2 es la última película de su carrera es algo que ya nadie se atreve a asegurar porque a sus 94 años ahí sigue, uno de los cineastas más respetados de las últimas décadas, auténtica leyenda viva del cine; ese abuelo larguirucho, entrañable y al parecer incansable llamado Clint Eastwood.

 
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