Alonso Ruizpalacios: "Quería explorar la maquinaria aplastante del capitalismo y cómo no deja espacio para los sueños"
El director mexicano adapta en 'La cocina' la famosa obra de teatro sobre la precariedad, el racismo y el estrés en un restaurante donde conviven americanos de clase obrera, como Rooney Mara, o migrantes sin papeles como un brillante Raúl Briones
Madrid
Hace diez años debutaba en la Berlinale Alonso Ruizpalacios, cineasta mexicano de una nueva generación que venía detrás de los éxitos cosechados por los Cuarón, Iñárritu y del Toro, emblemas de ese nuevo cine mexicano que se afincó en Hollywood sin perder la mirada sobre su país. "Sin duda hay un ejercicio de colonizarnos por parte del aparato americano, que no tiene límites. Pero creo que ahora vivimos en una época interesante, en tanto que la gente viaja más y no tienes que quedarte en un lugar", explicaba el director en una entrevista en la SER hace unos meses en el Cinema Jove, el festival de cine donde recogió el premio Luna de Valencia. "He filmado en Estados Unidos, pero sigo viviendo en México y y eso me me me hace como querer seguir filmando en mi país. No me interesa emigrar a Hollywood y contar historias de gringos, pero si hay una historia interesante que tiene que ocurrir en Estados Unidos, sí lo exploraría, aunque nunca dejando atrás el cine mexicano, que es lo que me interesa".
Precisamente eso que ha filmado en Hollywood es una serie del universo Star Wars, Andor, que protagoniza otro mexicano, Diego Luna, y que se rodó hace un año en Valencia. "Andor sí fue una buena experiencia. Había más mexicanos, como mi fotógrafo estaba Diego Luna. Había como un respeto por las por las personas extranjeras. Pero en otros proyectos que he hecho en Estados Unidos sí he tenido esa sensación de estar como Pedro, mi personaje, en La Cocina, pensando en qué es esta locura", reconoce. Su ópera prima, Güeros (2014) se convirtió en un hito del cine independiente mexicano pasando por festivales como Berlín y San Sebastián. Esa road movie de tres amigos buscando al Bob Dylan mexicano tuvo tanto éxito que permitió que llegara Museo en 2018, protagonizada por Gael García Bernal. La historia se inspiraba en el robo de 150 piezas de arte hispánico en el Museo de Antropología e Historia de México el 24 de diciembre de 1985 y ganó mejor guion de nuevo en Berlinale. Después rodaría Una película de policías, donde el director experimentaba con los límites entre la ficción y la realidad para hablar de la corrupción de la policía mexicana. En todas ellas ha ido rompiendo los marcos y las convenciones de la ficción y la narrativa. "Me gusta mucho el juego. Yo vengo del teatro, que siempre está muy ligado al juego. Entendiendo la ficción como un juego que hay que tomarse muy en serio, pero nunca olvidar que tiene que ser placentero, que tiene que ser divertido. Y yo trato de acercarme al cine de esa misma manera. En el momento en que deja de ser placentero para mí se empieza a morir algo", contaba sobre su estilo. "Yo he tratado de ser honesto a mis pulsiones, a mis gustos".
Entre esos gustos está el de apostar por contar México desde ámbitos y lugares muy diferentes. Ese arte que apenas la gente sabe que existe, esos jóvenes que miran a otros lados en su viaje por el país o incluso los migrantes de La Cocina, que trabajan explotados en un restaurante neoyorquino tras haber dejado su país. "Me gusta usar el cine para explorar mi identidad propia y la de mis cercanos. Lejos de ser un tema de patriotismo, es más bien de entender el terreno común que tenemos. El cine es una herramienta muy privilegiada para acercarte a algo y profundizar, porque te obliga a hacer investigación. Uno de mis temas recurrentes es México, pero mostrar diferentes partes de su historia. De hecho, ahora estoy escribiendo una película histórica, ambientada en el siglo XIX, y eso me permite leer mucho de la historia, lo que para mí es, sin duda, un trabajo privilegiado y fascinante", aseguraba.
La Cocina es su último trabajo, que presentó en la pasada edición en la Berlinale, y que protagoniza Rooney Mara y Raúl Briones. En él habla de la inmigración, un tema muy presente en el cine mexicano contemporáneo. "Es un tema muy preocupante y que no ha ido a mejor. La crisis de migración de mexicanos hacia Estados Unidos y de otros países de Centroamérica hacia México se ha acrecentado. Exploramos ese universo, pero espero hacerlo desde un ángulo un poco distinto, porque no contamos el viaje de migración, sino más bien qué pasa ya una vez que han llegado y si se cumple o no ese sueño, pero también cuál es el precio del sueño".
"Era uno de los de los objetivos, explorar la maquinaria aplastante del capitalismo tardío"
Arnold Wesker creó esta obra basada en su experiencia como cocinero y repostero en el hotel Norwick de Londres. En esa ciudad ambientaba su texto que contaba las malas condiciones laborales y los conflictos entre trabajadores, muchos de ellos extranjeros que buscaban sobrevivir en Inglaterra. La cocina como un lugar que se rige por las mismas normas, los mismos impulsos y las misma fricciones que cualquier otro trabajo. Precisamente Ruizpalacios trabajó como camarero en Londres mientras estudiaba allí dramaturgia. De ahí cogió experiencia primero para adaptar el texto al teatro mexicano y luego a la gran pantalla con un virtuosismo técnico tremendo y un tema político de primer orden, que no solo afecta a Estados Unidos, sino a cada país. Las condiciones de explotación laboral y vital de muchos de sus habitantes, la mayoría migrantes a la espera de papeles. "Era uno de los de los objetivos, explorar la maquinaria aplastante del capitalismo tardío y cómo esa maquinaria no deja espacio para los sueños".
En la película se indaga en otro tema presente en la filmografía de Ruizpalacios, el clasismo, un tema que afecta en todos los sectores de la sociedad, pero que en el cine es también muy acuciante. "Es uno de los grandes retos del cine", dice el director. Las escuelas de cine son caras, no todo el mundo accede a ellas y, por tanto, no todo el mundo tiene los medios de producción para rodar una película, para contar una historia. "Siento que si miras a hace 20 años, sí veo que ha habido un gran avance y evidentemente el digital ha tenido que ver con eso, con una mayor democratización. Nunca va a ser una democracia perfecta, porque el cine tiene una estructura industrial y vertical que siempre va a estar. Eso responde a que es caro hacer cine, pero sí creo que se ha abierto muchísimo. Yo no fui a una escuela de cine, yo yo fui a una escuela de teatro, soy autodidacta en el cine y muchos de mis directores favoritos también son autodidactas. Es importante que el cine se salga del camino ese de empezar en la escuela, hacer un corto, hacer publi, luego el largo. Ahora vemos casos interesantísimos que vienen de lados inesperados. Ciertamente todavía falta mucho, pero sí creo que ahora es más democrático, más accesible", reflexiona.
Hay algo de cierre de círculo entre Güeros y esta última película que firma el director, pues ambas están rodadas en blanco y negro. "Más allá de cualquier manierismo es porque me gusta mucho. Me gusta la fotografía. Colecciono libros y me encanta la foto fija y la foto en blanco y negro. Es como una forma muy pura y destilada de pensar en la imagen. Te hace pensarlo dos veces, como que no lo das todo por hecho como sucede con la fotografía en color". Precisamente el blanco y negro aparece en un título del cine que fue importante para formar la conciencia cinéfila del mexicano. "Mi momento fundacional con el cine es quizá lo más anti Erice que haya, porque fue viendo ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Quizá porque mi generación se acercó al cine con el cine de los americano de los ochenta que llegaba y lo inundaba todo. Hay que ser honesto y reconocer eso y luego tratar de transformarlo. No replicarlo, pero sí que en mi cine quizá esté la cosa de hacer películas que mantengan al espectador en la butaca. Erice creo que me ha dado una dimensión poética del cine, algo que adquieres más adelante. Él dialoga con Takovski, con Abbas Kiarostami, y yo espero que en mi etapa más madura pueda ir hacía allá". Tal vez en ese nuevo proyecto que anda escribiendo y que revisará las raíces de su país, siempre alejándose de los lugares comunes y la solemnidad.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...