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Economía y negocios

Harris vs. Trump: el futuro que la economía global se juega en Estados Unidos

Harris apuesta por un fuerte estímulo fiscal para conquistar a una clase media desencantada y Trump, por un proteccionismo agresivo para protegerla. Una de estas dos recetas marcará parte del futuro de las grandes economías del mundo

Madrid

Teniendo en cuenta que las encuestas en Estados Unidos han fijado la economía como una de las principales preocupaciones entre los votantes a la hora de elegir su papeleta, no es de extrañar que Donald Trump y Kamala Harris hayan colocado esta baza en el centro de su programa electoral ante unas elecciones estadounidenses que son clave. Con dos modelos opuestos en materia fiscal y comercial, los candidatos pelean por conquistar a la clase media con una batería de promesas.

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La economía estadounidense está demostrando una fortaleza indiscutible. El empleo se mantiene en niveles récord con casi 162 millones de estadounidenses trabajando, el paro se ha contenido en el entorno del 4% y la economía no solo lidera el crecimiento de los países avanzados, sino que se expande a un ritmo del 2,8% anual frente al estancamiento que han sufrido algunas potencias de la Unión Europea.

Pero estos buenos datos macro llevan mucho tiempo despegados del negativo sentir general en Estados Unidos. Buena parte de la culpa la tiene la inflación: los precios llegaron a dispararse un 9,1% durante el mandato de Joe Biden y ha hecho falta que la Reserva Federal subiera los tipos de interés hasta su nivel más alto en 17 años para que finalmente se contenga. El encarecimiento de los alimentos, la cesta de la compra y los problemas en el acceso a la vivienda han generado un malestar creciente entre las clases medias y bajas de Estados Unidos; y ambos candidatos han usado esa tempertatura social para afinar sus programas económicos.

Dos modelos fiscales opuestos

Si alcanza la Casa Blanca, Kamala Harris promete lanzar incentivos fiscales que llegarían a los más de 100.000 trabajadores que componen el grueso de la clase media norteamericana. La candidata mantiene la promesa de no subir los impuestos a quienes ganen menos de 400.000 dólares al año y promete lanzar y mejorar una batería de ayudas, como prestaciones de hasta 3.600 dólares por hijo o 25.000 dólares para la compra de la primera vivienda.

En un intento de ganarse a los votantes de clase media, Harris apoya lanzar impuestos especiales para grandes fortunas y empresas. En concreto, propone un gravamen especial dirigido a aquellos estadounidenses que posean más de 100 millones de dólares en patrimonio, o lo que es lo mismo, el 1% de los contribuyentes más ricos. En materia empresarial, si los demócratas se mantienen en la Casa Blanca, están dispuestos a aumentar del 21% al 28% los impuestos a las grandes corporaciones.

El plan es radicalmente contrario al del republicano, que sigue dispuesto a mantener el espíritu de la rebaja fiscal masiva que aplicó cuando era presidente. En 2017, Trump aplicó uno de los mayores recortes de impuestos en Estados Unidos con un paquete que en total supuso un mordisco para las arcas públicas de 1,5 billones de dólares en 10 años. Entonces rebajó impuestos a las clases bajas y medias, pero también a los más ricos. Una de las medidas de ese paquete fue la reducción del impuesto máximo a las empresas del 35% al 21%. Ahora Donald Trump quiere volver a rebajarlo hasta el 15%.

Del 'America First' de Trump al proteccionismo quirúrgico de Harris

Trump sigue colocando el 'America First' como el gran sello distintivo de su programa económico y propone recrudecer aún más la política proteccionista y arancelaria de su primer mandato si vuelve a la Casa Blanca. Trump gravará con aranceles de hasta un 20% todos los productos que entren a Estados Unidos. En el caso de China, está dispuesto a imponer aranceles de hasta el 60% a todas las importaciones. Según los expertos, esta política proteccionista -que aviva el peligro de una guerra comercial dudosamente beneficiosa-, podría hacer disparar la inflación en Estados Unidos y terminar contagiándola a Europa.

Este es el argumento que ha usado Kamala Harris para asegurar que, lejos de proteger la industria norteamericana, los aranceles de Trump son un "impuesto al consumo". Harris apuesta por manetener la línea de actuación que Biden ha aplicado hasta ahora: aranceles "específicos y estratégicos" en sectores clave -como el de los semiconductores o las energías renovables- para defender la economía estadounidense.

La deuda, el gran asunto pendiente

Con la clase media en el foco del programa económico demócrata y republicano, hay un ciertos asuntos que ambos candidatos han preferido no sacar a relucir en sus mítines: en ambos casos la primera economía del mundo tendrá que engrosar su deuda para soportar el ajuste.

El CRFB -Comité Independiente para un Presupuesto Federal Responsable- publicó hace unas semanas sus estimaciones sobre el impacto sobre el endeudamiento de uno y otro programa, concluyendo que el republicano haría aumentar la deuda pública estadounidense casi el doble que los demócratas.

Aún así, la factura de los planes de Harris sobre las cuentas públicas también sería importante, según este organismo. El programa demócrata de estímulos fiscales y protección social (más gasto público), acompañado de un aumento de impuestos a grandes fortunas y empresas (más ingresos públicos), aumentaría la deuda pública estadounidense en 3,5 billones de dólares hasta 2035. La factura de Trump, en cambio, supondría el doble. A pesar de los ingresos por los aranceles, los recortes impositivos y el resto de exenciones fiscales que plantea el republicano pesarán mas que los ingresos y la harán aumentar aumentar la deuda en 7,5 billones de dólares.

 
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