Hora 25 acompaña al equipo canino de la Policía que busca restos humanos en las zonas afectadas por la DANA
Scottex, Niyu, Ela, Darwin y Keo han llegado hasta Valencia con la misión de ayudar en las labores de rescate. Son perros policía que incansablemente buscan restos humanos en mitad de la tragedia.
Hora 25 acompaña al equipo canino de la Policía que busca cadáveres en las zonas afectadas por la DANA
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Algemesí
Scottex, Niyu, Ela, Darwin y Keo han llegado hasta Valencia con la misión de ayudar en las labores de rescate. Son perros policía que incansablemente buscan supervivientes o restos humanos en mitad de la tragedia. Su responsable dice que “empiezan con bastante energía, pero luego, pues, se me decaen un poco, se cansan, pues, como todo el personal”. Los perros buscan a iniciativa propia y son los policías quienes les indican dónde han de buscar de manera general.
Su guía describe un proceso en el que hay que tienes que “ir leyendo el perro por si le ves algún objeto extraño, acercarte, incidir un poco si hay que escarbar. En caso de que encuentre algo, lo señalizará tal y como ha aprendido durante su adiestramiento, ladrando. Mientras el equipo avanza por un polígono industrial próximo a Paiporta, Massanassa y Benetússer. El equipo tiene ante si una zona muy amplia con una orografía complicada por el río. Además, los policías se mueven poco a poco por seguridad para los agentes y los perros.
Los perros van peinando la zona con rapidez, pese a que llevan cuatro días trabajando y según su cuidadora suelen ser mucho más rápidos: “llevan cuatro días, el terreno es complicado para caminar y ya van bajando un poco revoluciones porque ya dicen “esto no son cinco minutos o un horas””. Mientras el agente anda, el perro busca de izquierda a derecha de manera incesante.
La compenetración entre el agente y el perro ha de ser muy estrecha. El policía ha de entender cómo funciona el olfato de los perros e imaginar los rastros de olor que pueda estar siguiendo el perro para saber por qué el perro se mueve en cierta dirección. Normalmente, el olor se mueve a favor del viento y genera una suerte de “conos de olor” como los denomina la policía. Para los perros, un terreno tan enfangado como este presenta muchas dificultades para el movimiento, unido a la acumulación de residuos. Además, el terreno tan encharcado e inundado hace que el olor no salte al aire con tanta facilidad. Para el equipo es el trabajo más complicado al que se han enfrentado.
Para el equipo de rescate, la buena noticia es no encontrar a nadie, así lo dice uno de los miembros: “yo trabajo para ayudar a la gente y, si no encuentro, quiere decir que que no encuentro una víctima”. Cada falsa alarma es una persona más que está viva. Pese a todo, los miembros están preparados para lo peor. Tras media hora de batida, reciben un aviso: un coche en la orilla del río completamente cubierto de lodo. El vehículo está hundido y solo se ve el techo. El equipo procede a meter el perro para que identifique olores. Si por la porosidad no lo detectara se introduciría un agente para ver si hay alguien dentro y sobre todo averiguar la matrícula para descartar posibles víctimas. Tras descartar víctimas, se ha comprobado mediante la matrícula que los propietarios están sanos y salvos. El equipo prosigue la batida. Y los perros, pues, a seguir buscando.
Víctor Olazábal
Subdirector de Hora 25. Antes fue corresponsal en India para diversos medios españoles. Especializado...