Odio al inmigrante que ya no soy

Madrid

Muchos votantes americanos descienden de inmigrantes y aun así muchos, muchos de ellos decidieron confiar en un hombre que se ha dedicado a estigmatizar a los recién llegados, a criminalizar a los ilegales y a hacerlos culpables de todos los males de la sociedad. Como si la razón republicana no hubiera calado y la verdad fuera secundaria, Trump ha triunfado en la primitiva estrategia de buscar un chivo expiatorio y atribuirle todas las maldades del mundo.

Creíamos que el orden democrático era incompatible con este tipo de atavismos más propios del pensamiento mágico y supersticioso, pero no, el auge de la extrema derecha en todas partes y el odio irracional contra el inmigrante demuestran que se puede tener la tecnología más punta en la mano y usarla para linchar al extranjero desconocido que no ha cometido crimen alguno.

Lo más sorprendente es que sean hijos o nietos de ese doloroso traslado definitivo quienes fíen su voto a Trump, como en el caso de los hombres latinos. ¿Ya se olvidaron de que ellos también fueron ese "ilegal" del que se dicen todo tipo de barbaridades? ¿Ya no recuerdan lo que es huir de la desesperación para intentar llegar a un lugar en el que trabajar en paz para dar de comer a tus hijos? ¿O es que después de salvarse ellos prefieren que las puertas se cierren para que no entren quienes podrían ser sus competidores directos? O tal vez el ciudadano que son hoy, con todos los derechos reconocidos, odia ese que fue ayer, un ser cuya humanidad no fue reconocida hasta pasados muchos años y trámites.