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Rodrigo Prieto, ante la inadaptable 'Pedro Páramo': "Esa época es el resultado de la conquista y de lo que hizo la corona española"

El director de fotografía debuta en la dirección con una una preciosista adaptación de la novela de Juan Rulfo que mantiene el espíritu del texto, una novela clave para el realismo mágico y la literatura en español

Rodrigo Prieto ("Director"), Manuel García Rulfo ("Pedro Páramo"), Dolores Heredia ("Eduviges") / Juan Rosas/Netflix / Juan Rosas/Netflix

Madrid

De Pedro Páramo dijo García Márquez que era la más bella de las novelas en lengua castellana. El escritor mexicano, Juan Rulfo, influyó en el colombiano al menos en dos cosas, la manera de ver la masculinidad y el poder de todo un continente y en eso que después se llamó el realismo mágico. Fue una de las grandes novelas de ese boom latinoamericano que en los sesenta revitalizó la literatura en español, gracias a Juan Rulfo, pero también a Gabo, Carlos Fuentes y Vargas Llosa, entre otros muchos. Una literatura donde el lenguaje cobraba una importancia suprema que describía a todo un continente abrasado por la colonización y por la desigualdad. Sin embargo, la literatura de ese grupo y esa época no ha encontrado en el cine a un aliado. Ha sido difícil adaptar a estos escritores. Por eso sorprende que Netflix se atreva ahora a apostar por llevar al audiovisual dos novelas clave para la literatura hispana: Pedro Páramo y Cien años de soledad.

Para la segunda tendremos que esperar unas semanas todavía hasta ver en qué ha quedado la serie supervisada por los hijos del Premio Nobel colombiano. Mientras que la primera llega directamente a Netflix este viernes. Pedro Páramo es un proyecto que anduvo dando muchas vueltas. Un guion de un español, Mateo Gil, del que finalmente la plataforma compró los derechos y decidió que sería en una producción cien por cine mexicana la forma de desarrollarlo. Para ello buscaron a Rodrigo Prieto, que ha firmado la fotografía de películas como El lobo de Wall Street, Barbie, Argo, Biutiful o Los abrazos rotos. "Llevaba tiempo con cierto interés en dirigir una película. Tenías ganas de expandirme creativamente, porque había hecho ya un par de cortometrajes y disfruté mucho con ellos. Dicen que soy un workaholic, y quizá es cierto, me gusta mucho el trabajo, estar pendiente de todos los elementos, la música, la escritura, el trabajo con los actores, los créditos. Todo", nos dice Prieto, que ha estado cuatro veces nominado al Oscar.

Fue en el rodaje de Los asesinos de la luna, la película de Scorsese, en medio de Oklahoma, cuando le llamaron para proponerle este proyecto. "Me avisaron de que Netflix había comprado los derechos de Pedro Páramo y si me interesaba. La verdad es que ni lo pensé, dije que sí, sinceramente, pensando en que eso tal vez no ocurriría en mucho tiempo. La cosa es que se armó bastante rápido, así que en cuanto terminé del filmar allí, me fui a México a empezar a la preparación", explica. Fue en México donde crearon Comala, ese lugar imaginado por Páramo que sirve de metáfora de todo el país, y al que llega Juan Preciado en busca de su padre, el famoso Pedro Páramo. Comala es un lugar vacío, misterioso e inanimado, donde todos tienen que ver con ese padre ausente.

"Es una novela que toca temas que pueden apelar en cualquier parte, que pueden conmover a las personas. Por eso me da gusto que se vaya a ver en 190 países a través de Netflix", apunta sobre el estreno en la plataforma de una película que no deja de ser un emblema para México y su literatura. "Para la cultura mexicana es también una exploración de nuestras raíces, de cómo nuestra historia nos ha traído hasta este momento", reflexiona el cineasta. Rulfo ambientó su novela breve en un momento histórico concreto, en la Revolución Mexicana, con la Guerra Cristera, una guerra civil en México que se prolongó durante tres años, entre el Gobierno y milicias de religiosos católicos. "Ese momento también es el resultado de la conquista y de lo que hizo la corona española, que fue dar tierras a los encomenderos y esas tierras tenían de manera esclava a los trabajadores nativos, a los indígenas. Eso lo vemos en Pedro Páramo y es lo que genera también la Revolución Mexicana", ahonda el director sobre un periodo que el arte y la literatura han recreado, como muestran los cuadros de Diego Rivera, por ejemplo.

Aquel periodo revolucionario tiene un reflejo en el momento actual. Hubo violencia, hubo decepciones, hubo desesperanza, y eso lleva al director a reflexionar sobre algunos temas que Rulfo apuntó tanto en esta novela como en El llano en llamas. "Ahora seguimos preguntándonos cuál es la causa de la violencia, qué lleva a los hombres a ser capaces de asesinar. Esta es una reflexión importante. No pretendo, como tampoco lo pretendía Rulfo, encontrar respuestas, pero explorar estos asuntos", dice sobre una historia que habla de la muerte, un tema que en México es sumamente importante, gracias a esas tradiciones prehispánicas; pero también un tema doloroso por la violencia que sufre el país hoy.

Pedro Páramo habla de la muerte, de los recuerdos y del dolor de revivirlos y es que el escritor mexicano puso mucho de su experiencia personal, más bien familiar, en Pedro Páramo, pues era descendiente de esos encomenderos. "Él mismo decía que no se enorgullecía de descender de esos encomenderos españoles", matiza Prieto que también ha revisado su historia familia. "He tratando de entender a mis antepasados. Mi abuelo luchó en la Revolución Mexicana también un hermano de mi abuela estuvo ahí. Me preguntaba por qué decidieron participar, por qué fueron, pelearon y estuvieron dispuestos a dar su vida, a matar también. Eso está en mi sangre de laguna forma. Por eso, para mí, Pedro Páramo es también esa exploración personal".

Hay algo de Juan Preciado en el propio Rodrigo Prieto, que descubre en Comala la realidad de sus antepasados, pues su padre, fue un hombre poderosos y negligente, dueño de todo el pueblo que, cuando murió su amor, Susana, decidió pagarlo con todo el pueblo. "Me cruzaré de brazos y Comala morirá de hambre", dice el personaje de una historia que nos remite a esos hombres poderosos que tanto daño han hecho a la sociedad latinoamericana. "Los dejamos tomar ese nivel de poder, se lo permitimos. No solo lo toman, sino que dejamos a los poderosos, eso también está en la novela".

En Comala, el autor rompió esa línea que separa los vivos de los muertos y el pasado y el presente. Por eso, Pedro Páramo está lleno de fantasmas que aparecen en esa manera poética de entender el pasado, siempre con lo popular en un primer plano. Una narrativa no lineal que era difícil mantener en la adaptación cinematográfica, que ha mantenido partes de un narrador, que lee el texto de Rulfo, y algunos diálogos que mantienen los personajes en la novela. "Los diálogos de los personajes son muy buenos, expresan cosas de una forma muy bella, pero también suenan al pueblo mexicano, porque Rulfo tomaba notas de lo que él escuchaba a su familia y anotaba frases que le gustaban y luego le metía su propia mezcla, creaba sonidos, y así salía la forma de hablar de la gente, pero a la vez suena a Rulfo porque él también metía su poesía. Y yo no quería romper eso si funcionaba bien. Pensé que era mejor usarlo", explicaba Prieto que ha mantenido la esencia de una novela que ha encontrado en esta adaptación un cuidado y un respeto que no había obtenido en otras adaptaciones previas. El actor Tenoch Huerta se convierte en ese hijo que quiere cumplir con la promesa que le hizo a su madre en el lecho de muerte. Para el papel del padre ausente y caciquil se ha escogido a un descendiente del propio escritor, el actor Manuel García Rulfo.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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