La Hora Extra
Ocio y cultura

Entrevista | María Hervás: "Hay patrones de masculinidad tóxica con reacciones violentas cuando ellos sienten agredida su parte más frágil"

La actriz María Hervás se sube al escenario 24 horas seguidas con 'The Second Woman'. Una obra que nos pone frente al espejo desmontando masculinidades

Entrevista | María Hervás: "Hay patrones de masculinidad tóxica con reacciones violentas cuando ellos sienten agredida su parte más frágil"

María Hervás presenta este fin de semana en Madrid 'The Second Woman' en el marco del Festival de Otoño, después de haberla representado en Barcelona y Sevilla. La pieza, cocreada por las australianas Nat Randall y Anna Breckon, sube a la actriz madrileña al escenario 24 horas seguidas repitiendo la misma escena cien veces con cien hombres diferentes. Un reto físico y mental para la intérprete que explora junto al espectador las dinámicas de poder y de género. Conversamos con la actriz a punto de estrenar en la capital.

Lo primero, ¿cómo estás?

Estoy bien porque nadie sabe lo que puede un cuerpo. Antes lo comentábamos cuando he llegado a la radio, estoy bien porque se te olvida. Yo no he sido madre todavía, pero es lo que dicen las mujeres que lo han sido. Que se te olvida el parto por suerte porque si no no tendrías un segundo hijo. Pues esto es igual. Hay un momento en el que te quieres morir literalmente, en mi en concreto en la franja que va de las tres a las nueve de la mañana, esas seis horas son criminales. Pero luego se te olvida. Cuando salí a las seis de la tarde de las dos funciones me fui directa al hotel en las dos ocasiones y esta segunda vez dormí 12 horas, que yo creo que llevaba sin hacerlo desde que era adolescente. La verdad es que también intento no pensar en que lo tengo que volver a hacer, lo tengo como anulado en mi cabeza. No lo pienso.

¿Cómo te preparas para estar actuando 24 horas seguidas?. ¿Haces algo especial los días de antes?

No, no te preparas. Yo en general me cuido mucho, hago deporte todos los días, como muy saludable, intento dormir mis horas. No soy una persona excesiva, nunca lo he sido, no me drogo y nada que al cuerpo le machaque. Sigo un poco con mis rutinas. Sí que intento esos días cuidar lo emocional, en el sentido de que si se que una relación en concreto me puede generar un desgaste la pongo entre paréntesis hasta que pasa la función. Priorizo eso porque yo creo que a nivel emocional es donde más me puede trastocar. Si tengo alguna conversación incómoda pendiente, la dejo apartada para después pero por lo demás no hago nada distinto.

Porque son 24 horas reales, no hay ningún momento en el que te vayas a descansar...

Cada dos horas salgo 15 minutos de escena para comer un poco, descansar, recibir algunas notas por parte de las directoras o por parte del ayudante dirección. Puedo ir al servicio y poco más, porque en 15 minutos no te da tiempo a nada. Más que nada pego cuatro saltos con la gente del equipo para volver a auto animarte y seguir adelante con la gesta.

'The Second Woman' con María Hervás

'The Second Woman' con María Hervás / ALICE_BRAZZIT

La obra está inspirada en la película de John Cassavetes 'Noche de estreno', ya ha pasado por ciudades como Sidney, Londres, Nueva York... ¿Qué es lo que te empuja a decir sí al proyecto, cómo llegas a él?

Encuentro el proyecto porque veo a través de las redes sociales en un teatro de Londres que Ruth Wilson, que es una actriz a la que admiro mucho, había hecho esta función. Y digo pero que es esto?. Yo tengo un cuaderno en el que voy apuntando los proyectos que me interesan, apunté éste y llamé a mi productor, le hablé de este proyecto y de otros cinco o seis más pero sin prestarle mucha atención, las creadoras son australianas, es algo muy difícil de traer aquí pero da la casualidad de que esa misma tarde el director del Grec llama a mi productor y le cuenta que le gustaría producir 'The Second Woman' y le dice pero si María Hervás me acaba de enviar un whatsapp hablándome de esto. Y le dijo que sí, que si lo quería hacer lo hacíamos.

La obra parte de una escena escrita pero se presta a una enorme improvisación, empezando porque no conoces a tus parteners. Algunos son actores profesionales, otros no y eso convierte la pieza en algo completamente diferente cada vez que la representas. ¿Cómo se trabaja el texto con esos condicionantes?

El texto es una mera excusa, no es como estar interpretando a Lorca o a Shakespeare. Lo que importa más es el happening, el encuentro único y concreto con la persona que atraviesa la puerta en cada ocasión. Las directoras me lo decían, ni le de mucha importancia ni lo tiñas de nada, es una excusa para mirarte a los ojos con esa persona y ver a quién tienes delante. Nosotros no estuvimos trabajando el texto como se suele trabajar en en el teatro, trabajábamos las diferentes posibilidades que te pueden ofrecer esos encuentros, vinieron también a los ensayos y siguen viniendo parte de esos voluntarios que se han presentado a la convocatoria abierta de Teatros del Canal y que no han sido seleccionados para la función. Algunos de ellos sí que han me han brindado la posibilidad de ensayar.

¿Cómo ha sido el casting de actores?

Como actriz no he participado de ese casting. Lo han hecho las directoras y creadoras del proyecto, con lo cual yo desconozco completamente quién va a venir. Lo que sí se es que es una convocatoria que muy específicamente anuncia que está abierta a lo transversal. Hay gente que está en transición, hay mujeres que se autodefinen como hombres y por tanto están dentro del espectro de la masculinidad, también hay personas que son especialmente bienvenidas por nosotros, que tienen discapacidades auditivas, visuales. He participado con dos o tres hombres ciegos que han venido con sus perros guía, con personas en silla de ruedas, con hombres sordos, somos muy específicos en que sean bienvenidos porque queremos dar lugar al más amplio espectro posible de personas.

Cien hombres, cien masculinidades diferentes... Habrá de todo...

Hay de todo. Te encuentras desde gente que tengo que echar del escenario y...

...entiendo que la obra se monta de una forma en la que tú estás en un espacio seguro siempre...

De esto de esto no cabe duda, mi seguridad está por encima de todo. En ningún momento he sentido miedo ni en ningún momento me he sentido realmente violentada, bueno un poco sí, lo que quiero decir es que nunca he sentido que mi integridad física estuviera en riesgo. Las creadoras siempre me han otorgado libertad, precisamente por lo que queremos contar al público, de que no vayamos a una conclusión concreta. Las conclusiones las saca el propio espectador a base de la repetición y de ir viendo cómo los hombres se colocan en determinados roles de género que a veces son violentos de por sí. Pero es verdad que cuando esas personas luchan incesantemente por intentar tomar el control de algo, por intentar ejecutar con mecanismos de poder y de control, un poder hegemónico que violenta a la fragilidad de lo que podríamos llamar que está en el espectro de la feminidad no me corto, me levanto, les abro la puerta y les echo.

La obra se centra en una conversación entre una pareja que ha perdido fuelle, romanticismo, que está en horas bajas. Es un cuestionamiento, como decías, de esos mecanismos de poder de género. Ante determinadas situaciones, ¿estás encontrando respuestas similares en ellos, estás encontrando patrones de comportamiento?

Hay patrones en todos los aspectos. Hay patrones de lo que podríamos llamar masculinidad tóxica, en el sentido de reacciones reactivas, poco meditadas, poco racionales, reacciones violentas que generalmente suceden cuando sienten agredida la parte más frágil de ellos mismos y entonces, como no saben manejarse en ese daño reaccionan de una manera violenta. Y esto es un patrón. Hay patrones también de hombres que entran al espacio y necesitan sentir que dominan ese espacio, necesitan colonizarlo y hacen propuestas que tienen que ver con adueñarse de ese lugar y de todo lo que haya dentro de ese lugar, incluida yo.

¿Hay contacto físico?

Sí. Bailo con todos ellos. En un momento dado, el propio texto dice él la besa. Y es curioso porque, sobre todo, me encuentro que los hombres de 60 para arriba van directos a besarme en la boca. Los hombres más jóvenes generalmente me cogen el dorso de la mano o me besan en el hombro o en la frente, pero los hombres muy mayores sexualizan mucho la escena cuando la escena no tiene en absoluto un carácter sexual. Lo fantástico es que nosotros no contamos desde una agenda propia, no hay agenda de ningún tipo, no hay una agenda feminista, no hay una agenda de igualdad. Es la propia presencia de ellos con sus propias acciones las que van desenmascarando todas estas estructuras que siguen estando completamente anquilosadas y rígidas en las relaciones cotidianas.

'The Second Woman' con María Hervás

'The Second Woman' con María Hervás / ALICE_BRAZZIT

Es una obra muy viva, cambiante. De lo que imaginabas que podía ser, ¿hay mucha diferencia?

Los primeros ensayos los hice con un primer compañero que no cambiaba. Las directoras le proponían diferentes cosas que para que a su vez me las propusiera a mí y yo pudiera navegar con diferentes propuestas. Y recuerdo que las primeras veces nosotros hacíamos escenas más dramáticas, más intensas emocionalmente hablando y recuerdo que ellas vinieron y me dijeron María está muy bien, eres una gran actriz, pero no es esto, no sabes lo que significa aguantar 24 horas haciendo eso, no podrías, es agotador, no te tienes que vincular tanto. No estamos buscando un resultado emocional. No es una gran escena emocional, no, es un happening. Mi gran función, mi gran tarea es estar muy abierta a ver quién ha venido. Ellas insisten mucho en encontrar la particularidad de la persona que tengo delante, cómo son sus ojos o como son sus cejas, a estar muy concentrada en la existencia concreta que significa esa persona que tengo delante. Y ceñirme a esa concentración es lo que hace que se me vaya pasando un poco el tiempo sin que me de tanta de lo que tengo por delante.

La representación es un juego entre lo teatral y lo cinematográfico. Esas cámaras grabando con esa idea de que el público pueda entrar o salir a lo largo de la función, lo planteáis para que quien quiera pueda estar las 24 horas seguidas, con posibilidad de entrar y salir, incluso de irse a su casa para poder descansar, o por tramos. ¿Cómo está concebido el espectáculo?

La primera opción es la de las 24 horas que yo recomiendo, aún sabiendo que es agotador y que podría no apetecer a todo el mundo porque te metes en un viaje, que no llegas a sospechar lo adictivo que puede ser, que es lo que todo el mundo comenta después de verla, que es adictiva, está esta cosa de que no te quieres perder lo siguiente que ves, hay algo que te impacta, dices es que yo se que una de cada tantas viene algo poderoso y no quieres irte porque quieres verlo. Y luego eso a su vez se va convirtiendo también casi en un compromiso hacia la propia gesta heroica, hacia un compromiso casi para conmigo, como actriz y como miembro de una comunidad que está poniendo su cuerpo y su ser a disposición de contar algo más grande que tiene que ver con qué nos pasa a los hombres y a las mujeres, por qué seguimos inmóviles en esos roles tan estrictos de género que además han sido ideados seguramente por voces masculinas que son los que han tenido el acceso a la literatura y a querer contarnos a las mujeres lo que significa ser mujer. Cabe remarcar que por la noche, de madrugada, que yo pensaba que me iba a ver sola en el teatro, en absoluto. La gente se queda y en el momento en el que sienten que puedo estar siendo agredida o mínimamente agredida por la persona que tengo delante, hay una respuesta brutal. La gente empieza a hacer ruidos, patalean en las gradas, gritan cosas, es muy emocionante porque se da una cosa que yo a veces echo de menos en el ámbito del teatro más ortodoxo que es la comunicación real que bebe de la época de Shakespeare. Cuando el pueblo iba a ver las obras y gritaban a los personajes. Es algo que se ha dado de una manera completamente orgánica, nadie lo ha propuesto, la gente va viendo que se me acerca el quinto machirulo a tocarme de una manera indebida y empiezan a abuchear y a expresar lo mal que les parece, es muy emocionante.

'Ifigenia de Vallecas', 'Yerma', ahora 'The Second Woman', ¿hay como un hilo invisible que va conectando todas esas mujeres que interpretas?

Sí, la verdad es que sí. Cuando me hablan de mi carrera, especialmente la de teatro, es verdad que está plagada de mujeres sufridoras pero con un tinte heroico. Son heroínas, se sacrifican a sí mismas por un bien común comunitario. En Ifigenia claramente sería la definición del propio mito, no? Creo que hay algo en mí que me lleva sin darme cuenta, casi de manera inconsciente a ostentar ese lugar heroico. Creo que tengo algunas condiciones como persona y como actriz que facilitan que yo pueda encarnar esos personajes. Creo que soy una tía muy fuerte, me han educado así. Me gusta asumir responsabilidades, me gusta encontrar un lugar político como ciudadana, dentro de mi comunidad. Pero a la vez también soy súper frágil, súper pequeña y me haces daño con una mirada. Eso también creo que hace que las demás personas se sientan cómodas conmigo y que además empaticen con bastante facilidad.

Compaginas cine y televisión con el teatro, pero en registros muy diferentes. Siempre vuelves al teatro como si para ti fuera como un refugio donde poder desarrollar otro tipo de personajes...

El teatro, por suerte, ya desde hace bastantes años puedo decir que lo elijo. Siempre estoy buscando textos que me remuevan algo que vibra en mí y que considero que puedan ser útiles para mostrar. Ahí realmente tengo mucha más libertad creativa porque elijo donde me meto. En la televisión, en el cine tengo menos margen. Primero porque no lo hay, porque es una industria precaria y lo digo sabiendo que soy una persona ultra privilegiada que no para de trabajar. Pero aún así, yo no te podría decir que yo elijo mis proyectos, sería mentirte, es que no los elijo. Prácticamente casi todos los que entran digo que sí porque además también somos muy conscientes, sobre todo las mujeres actrices, de que estás pasando una buena época y que también cuando entras en otro tipo de edad cambia todo esto...

Que se lo digan a Demi Moore...

Claro, que acaba de hacer 'La sustancia', tengo muchísimas ganas de ver la peli. Podríamos decir que hay dos Marías. Si coges mi carrera teatral de alguna manera creo que es la que más me define, sobre todo, porque es la que voy eligiendo y la otra, que también la firmo encantada y suscribo cada uno de mis trabajos y no me arrepiento de ninguno. En contra de lo que yo pensaba cuando era más jovencita sobre esas comedias que a veces hago más frescas, y pensaba que no tenían ningún sentido, que no estaba aportando nada, me he dado cuenta con los años que también te hacen más sabia, que el humor es absolutamente necesario para una sociedad, para que esté sana, para te da la posibilidad de vernos reflejados en esos estereotipos. La cantidad de gente que me escribe o cuando me encuentran por la calle y me dicen que han estado cuidando de su padre que estaba muy malito y que solamente le aliviaba poner tu serie y le encantaba. Eso, cuando te vas haciendo mayor, y cuando tu mundo más infantil va desapareciendo y tus seres queridos empiezan a enfermar, te vas dando cuenta de que no hay nada más valioso que poder hacer reír y aliviarle a alguien su pesar, su dolor. Estoy muy orgullosa de hacerlo.