El deterioro de la democracia: cómo la ultraderecha consigue llegar al poder y quedarse
Steven Forti, autor de 'Democracias en extinción. El espectro de las autocracias electorales', ha pasado por A vivir para analizar la salud de la democracia
Manual de la ultraderecha para gobernar
Madrid
La victoria de Donald Trump en las elecciones del pasado martes ha supuesto un terremoto para la política internacional. El magnate se ha convertido en el primer presidente de la historia de Estados Unidos en llegar a la Casa Blanca tras haber sido condenado en un juicio penal. El regreso de Trump se suma a la llegada al poder de Javier Milei o Jair Bolsonaro, una tendencia que representa la construcción de un bloque social heterogéneo que está plenamente movilizado alrededor de esta ideología.
Los resultados de las elecciones, más allá de suponer un desastre para los demócratas, confirman el auge de la ultraderecha en Estados Unidos como síntoma de deterioro de la democracia. Jimmy Kimmel, horas antes de conocer el resultado, afirmaba que se sentía como "si el país estuviera esperando los resultados de una biopsia". Steven Forti es profesor de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona y acaba de publicar el ensayo 'Democracias en extinción. El espectro de las autocracias electorales'. Forti ha pasado por A vivir para comentar el estado de salud de la democracia como forma de gobierno en términos de confianza y aceptación.
"La tendencia no es para ser optimista. El número de democracias se ha reducido notablemente", afirma Forti en relación a la aparición de autocracias. Una de las explicaciones para que surjan fenómenos como el 'Trumpismo' es "la sensación generalizada que mezcla frustración y cabreo" comenta Forti. Este cabreo que menciona se transforma en los llamados votos de castigo.
Las redes sociales han jugado un papel clave en la expansión del descontento con la democracia. Los algoritmos que jerarquizan el contenido "dan preferencia a aquel que genera reacciones en nosotros", explica Forti. La difusión de mensajes de odio o miedo conecta directamente con el votante e impulsa la desconfianza. El futuro no está escrito, pero la erosión de la democracia es evidente. La tendencia de las últimas décadas no invita al optimismo. Forti concluye que "la historia no está escrita". La disipación del recuerdo de conquistas como el derecho a voto provoca que la desconfianza sea cada vez más notable.