Todos los hombres del presidente Trump

La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump en 2016 hizo llenar horas de radio y televisión, miles de páginas en periódicos que analizaban cómo había alcanzado tan alto cargo un showman conocido por la televisión tanto como por sus negocios, millones de tweets sobre una figura ampliamente conocida en Estados Unidos, pero que no era el omnipresente político de hoy en día. Entonces había que descifrar a Trump. Una vez descifrado, tarea que tampoco requería de una compleja profundización en sus mensajes, en este 2024 Trump vuelve rodeado de una guardia pretoriana formada en su mayoría por hombres multimillonarios, todos blancos, relacionados sobre todo con los sectores inmobiliario y de la energía (aunque con mayores simpatías por Silicon Valley que entonces) que han invertido mucho, literalmente, en que el nuevo mandato sea acorde a sus intereses. Hombres con intereses evidentes en que Trump, a pesar de estar incluso condenado por la Justicia, volviera a tener la firma más poderosa del mundo. Con este epígrafe se ha presentado a Elon Musk en los mitines en los que ha acompañado a Trump. Más de 130 millones de dólares ha invertido en una campaña en la que no ha sido precisamente un mecenas de segunda línea, sino que el dueño y señor de SpaceX ha obtenido un protagonismo constante que más de uno da por hecho que le puede llevar al propio Gobierno. Protagonismo que ha incluido sortear dinero a cambio de votos. «Os están friendo a impuestos», decía a los simpatizantes republicanos de uno de esos mitines. El objetivo en realidad es que Trump se los baje... a él. Objetivo que persigue desde que en 2021 se pusiera en duda su compromiso fiscal y dijera que «voy a pagar más impuestos esto año que ningún estadounidense antes en la Historia». Y ya de paso, este vínculo puede favorecer hacer aún más grande el flujo de contratos que SpaceX o Tesla mantienen con la Administración estadounidense. La influencia de Jeff Bezos, fundador de Amazon y dueño de The Washington Post ha tenido un alcance mayor desde el punto de vista social que desde el económico. Su censura de cualquier conato de respaldo oficial desde el periódico a Kamala Harris y su rápida felicitación vía X a Trump le ponen en la órbita de los hombres del presidente. El apellido Trump es sinónimo de inversión inmobiliaria, y desde allí fluyen también los millones de dólares para auparlo a la Casa Blanca. Entre los que no han tenido dudas a la hora de hacer la transferencia destaca el CEO de Blackstone, bien conocida en España, el multimillonario Stephen Schwarzman, que no ha escondido en un acto reciente en Arabia Saudí que espera que «ahora haya entendido mejor el juego del poder que en 2016». Con 40 millones de dólares, está en el top ten de los mayores donantes de la campaña de Trump. Phil Ruffin, dueño de hoteles en Las Vegas, Geoffrey Palmer, que es uno de los mayores caseros de Los Ángeles o Bernard Marcus, uno de los fundadores de Home Depot, figuran también en esta lista de hombres blancos y ricos que ahora esperarán algo más que chistes a cambio por parte del presidente electo. Esta lista la encabeza el magnate del ferrocarril Timothy Mellon, que aportó casi 200 millones de dólares, y en ella hay también nombres de empresarios vinculados a los combustibles fósiles, sobre todo del petróleo como Timothy Dunn, CEO de CrownQuest. Si uno está muy enganchado a la política estadounidense, puede que lo que dice Trump le suene de haberlo escuchado antes. Y seguramente lo puede haber escuchado de boca de Peter Thiel, a quien no es raro ver en televisión o dando conferencias incluso en universidades prestigiosas como las de Oxford o Cambridge. Thiel es el fundador de Paypal, uno de los primeros inversores de Facebook y un empresario que también tuvo olfato para entrar en Spotify o AirBnB. Pero también es un «libertario», según su propia autodefinición, que ha declarado que para él «libertad y democracia son incompatibles». Su lista de aforismos ultras no tiene fin, desde que «la diversidad es un ídolo demócrata a derribar» hasta su defensa de que «cualquier empresario de éxito ha intentado formar un monopolio tarde o temprano». Thiel es el principal valedor de J.D. Vance, el futuro vicepresidente, y aunque también ha dicho en campaña que no cree que «Trump tenga la solución para todo», su radical oposición a la educación pública, su defensa de un mercado salvaje o sus citas mesiánicas («Hablar de Dios es hablar de lo más grande») recuerdan irremediablemente al futuro presidente. El apellido y la familia Kennedy es lo más parecido que tiene Estados Unidos a una estirpe real. Y estará representada por un sobrino de JFK, aunque uno del que han renegado incluso otros familiares. Robert Kennedy Jr. es el principal favorito para gestionar la sanidad estadounidense a pesar de ser uno de los divulgadores de teorías conspirativas relacionadas con la pandemia de COVID en Estados Unidos. Empezó flirteando con los demócratas en campaña para luego declararse independiente y terminar bajo el amparo de Trump. Cinco de sus hermanos le han acusado de «traicionar los valores de la familia» y su currículum asusta. En relación con el coronavirus, recientemente llegó a decir en televisión que «uno de cada cuatro estadounidenses conoce a alguien que ha muerto por vacunarse contra el COVID» y es uno de los conspiranoicos que vincula la vacunación con el autismo. Ha llegado a dudar de que el VIH sea la causa del SIDA y ha culpado de los tiroteos en su país o a la disforia de género de ser resultado de determinados medicamentos o de la exposición a sustancias químicas. Todo este escuadrón de hombres multimillonarios respaldan a Trump, pero también algún nombre femenino está vinculado a su campaña y al inicio de su mandato. De hecho, su jefa de gabinete será Susie Wiles, una veterana de la política estadounidense que lleva trabajando a mayor gloria de los republicanos desde los años 70, asesoría electoral incluida a Ronald Reagan y al Gobernador de Florida Ron DeSantis. En la lista de principales donantes de Trump tres mujeres ocupan el segundo, tercer y cuarto puesto. Una es Linda McMahon, creadora junto a su marido del imperio mediático y deportivo que es la WWE, el mundo de la lucha libre estadounidense. Le sigue Diane Hendricks, vinculada a Playboy en sus inicios profesionales y actualmente inversora inmobiliaria. Maneja el mayor negocio de techos y ventanas de Estados Unidos. Y al borde del podio esta Miriam Adelson, inversora en los casinos de Las Vegas y accionista mayoritaria de la franquicia de la NBA de los Dallas Mavericks.

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Donald Trump regresará a la Casa Blanca rodeado de la protección y el apoyo de un grupo de multimillonarios, blancos, ultraconservadores y hasta negacionistas de la pandemia

Antonio Martín

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