Berto Romero explica a qué se debía su comportamiento que dio que hablar en Madrid: "No me gusta ir a que me toquen"
El cómico explica cómo un gran contratiempo antes de una función ofreció una mala imagen de él
Nadie Sabe Nada | Berto Romero explica a qué se debía su comportamiento que dio que hablar en Madrid: "No me gusta ir a que me toquen"
Madrid
La vida de Berto Romero y Andreu Buenafuente es un continuo ir y venir. Residen en Barcelona, pero es habitual que ambos viajen continuamente a Madrid por trabajo. Berto, sin ir más lejos, ha estado en la capital durante el mes de octubre con su show Lo nunca visto. Aunque no recuerda el día exacto en el que comenzó las funciones, sabe que fue un jueves y que el miércoles anterior se desplazó a Madrid, o como él mismo la llama: “la capital de la libertad y tierra de la promesa, la tierra de los sueños, donde los sueños se hacen realidad.”
Esa mañana en la que Berto abandonaba Barcelona para dirigirse a Madrid comenzó con un contratiempo muy molesto, “una contractura que no te la puedes creer”, algo impresionante que dejó al cómico con poca libertad de movimiento, “diez grados de giro, solo” aseguró, y se quedó “tieso.” Buenafuente resumió el sentimiento de Berto en aquel momento como si se hubiera “tragado un palo de esquí”. Entonces, para “girar”, explicó Berto, “tenía que hacer todo el giro”, es decir, girar todo el tronco superior, algo que, según Buenafuente, podía dar una “cierta imagen de soberbia”.
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“Estaba como medio atrapado, tenía que ir a Madrid porque ya me había comprometido, y no me gusta ir a que me toquen, a que me den masajes”, explicaba Berto, ante la contrariedad de Buenafuente, quien es “un gran defensor del masaje terapéutico”, aunque matizó que “el recreativo ya es otra cosa”. Berto Romero decidió no acudir a un fisioterapeuta y optó por otro método: “Opté por drogarme, un relajante muscular, un tratamiento de relajante muscular bastante potente durante tres días, que ya probé en alguna que otra ocasión y logró quitarme el dolor”, argumentaba el cómico.
El caso es que le funcionó: consiguió llegar a la función, y “la gente no lo notó”, ni la “contractura” ni que estaba un poquito “high”. El problema vino al día siguiente, cuando Berto ya estaba “un poco extraño”, “un Berto de mirada vidriosa, con un cierto flow”, y seguía teniendo que girar moviendo todo el tren superior. En fin, una estampa un poco extraña, de la que Berto avisó a todos los que se encontraba; pese a ello, aún hubo gente que pensó otra cosa, concretamente una compañera de El Terrat, la productora audiovisual de Andreu Buenafuente, que pensó que lo que llevaba en el cuerpo Berto era un “porro”, y que venía “ultra cocido”.
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