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Sociedad

Javier Giner: "La adicción te convierte en alguien despreciable. Hay muchísima gente ahí fuera que es adicta y no lo sabe”

Aimar Bretos entrevista al creador y director de la serie 'Yo, adicto'

Las entrevistas de Aimar | Javier Giner

Madrid

Javier Giner se definía a sí mismo como "un payaso toca pelotas histriónico arrogante, bocazas, un frívolo, un cabrón egocéntrico y un ciclotímico, fruto de su adicción a la cocaína". Ha sido jefe de prensa, responsable de comunicación de películas, actores, directores. Ahora, se estrena como creador y director de la serie “Yo, Adicto” de Disney +. En ella cuenta su experiencia durante su proceso de desintoxicación, como ya hizo en el libro que se titula Igual: “Yo, Adicto”. Tras haber tratado su problema, Giner matiza la descripción que hace de sí mismo al principio de la serie: ”he depurado todo aquello que me hacía daño a mí mismo y a los demás”.

Para contar su historia, Giner trata de mostrar con total honestidad “radical” lo que supone una enfermedad como la adicción. En este proceso, muestra el cambio que sufre y en el que acaba convirtiéndose, según él, en una persona “absolutamente despreciable y en alguien que no eres tú”. Según Giner esta transformación es como “la invasión de los ultracuerpos, que es como que tiene tu aspecto, pero ya no eres tú”. Para él, revivir estos momentos ha supuesto un reto. Cuenta que ha sido capaz de enfrentarse a ello porque ya ha superado su adicción. “Hay momentos en los que yo me rompí en el rodaje. Hubo momentos muy catárticos, pero fíjate, no sólo para mí, también para el equipo”, relata Giner.

Para el creador y director de la serie, la adicción es el síntoma que refleja los problemas del afectado, no el problema en sí y esto es algo en lo que hace mucho hincapié. La historia, según Giner “no va de las drogas, va del ser humano que está por debajo de las drogas y va de cómo reconstruir ese ese ser humano”.

La serie muestra también la vida dentro de los centros de desintoxicación. Giner critica que se tiene una imagen preconcebida de los mismos, plagada de estereotipos, que no concuerda con la realidad. “Comparto ingreso con hijos de familias desestructuradas en riesgo de exclusión social, hijas de políticos, médicos, pintores de chapa, electricistas, gerentes de bares de pueblos de cuatrocientos habitantes”, relata Giner.

Es en la clínica de desintoxicación dónde se rompen muchos de estos estereotipos, empezando por lo que se entiende como “yonki”. ”Resulta que el que tienes enfrente también es yonki y no tiene nada que ver con ese imaginario”, relata Giner. Para él fue fundamental representar la realidad en toda su crudeza: “quiero honrar la realidad, quiero honrar a esas personas, quiero honrar a esos espacios, porque al final, en ese espacio a mí me salvaron la vida”.

En estos espacios, el autor de la autobiografía, comenta que allí “se ponen en juego dos absolutos, que son la vida y la muerte, o sea, no hay medias tintas”. De hecho, relata que muchas de las personas que conoció en ese camino fallecieron a causa de su adicción. Otra de las lecciones es la convivencia y la gestión del dolor: “ El toxicómano en general, tenemos una aversión absoluta a sentir dolor, queremos escapar de ese dolor como sea. Una de las enseñanzas de una clínica de desintoxicación es gestionar el dolor, porque el dolor forma parte de la vida”.

Tras su recuperación, Giner cree que “hay muchísima gente ahí fuera que es adicta y no lo sabe”. A pesar de ello, considera que hasta que no se tiene consciencia de la enfermedad, no hay posibilidad de ayuda.