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Ni esclavos, ni musculosos: las verdades a medias en el cine de los gladiadores romanos

Estos luchadores han sido representados en la gran pantalla en infinidad de ocasiones

Ni esclavos, ni musculosos: las verdades a medias en el cine de gladiadores romanos

Ni esclavos, ni musculosos: las verdades a medias en el cine de gladiadores romanos

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Ridley Scott nos trae 24 años después del estreno de Gladiator, la épica película sobre el Imperio Romano que lleva más de dos décadas cautivando a los amantes del cine, una segunda parte que tiene como protagonista a Lucio Vero (encarnado por Paul Mescal) el hijo de Lucila, la hermana del emperador Cómodo. Años después de presenciar la muerte del épico general Máximo Décimo Meridio a manos de su tío, Lucio regresa al Coliseo para tratar de devolver al pueblo la gloria perdida bajo el mandato de emperadores tiránicos.

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Tanto en la primera película, como podemos intuir por el tráiler de la nueva entrega, los gladiadores se muestran como hombres musculosos, de gran valentía y destreza en la arena del Coliseo. Sin embargo, la historia nos muestra que no es del todo fiel esta representación de los 'héroes', ya que, en muchos casos, eran, en realidad, regordetes. Esto favorecía que las masas de grasa impidiesen la incisión de heridas profundas que pudiesen acabar con la vida del guerrero en poco tiempo.

Para ir calentando motores, en el último capítulo de Sucedió una noche, Antonio Martínez, ha querido repasar la figura de los gladiadores en el cine y otros mitos que rodean a los guerreros romanos.

Así era la vida de los luchadores del Imperio

Aunque había algunos hombres que lo hacían voluntariamente, la gran mayoría de los gladiadores habían nacido esclavos. Estos hombres eran prisioneros de guerra o condenados por algún delito que aprendían las técnicas de la lucha en los Ludus o escuelas de gladiadores, con la red y el tridente, el escudo y la espada corta o con la lanza.

La carrera del gladiador era corta, entre 5 o 10 años, siendo la muerte su destino más probable. Sin embargo, hasta que esto ocurría llevaban una vida impropia de su condición de esclavo o prisionero. Los gladiadores recibían cuidados especiales, eran untados en aceite para cuidar de su piel, bañados y afeitados.

Con el tiempo, y a base de victorias, algunos gladiadores, como ocurre en la primera película de Gladiator, alcanzan un nivel de fama que podía convertirles en una especia de superestrellas del Imperio romano. Los mejores de todos ellos podían aspirar al premio más ansiado, la emancipación. Pero hasta entonces, pertenecían a un lanista o dueño de la escuela de gladiadores o señor, que tenía la autoridad de venderlo o alquilarlo para la lucha.

Combates a vida o muerte

En el cine, los combates entre gladiadores —que históricamente tenían un significado religioso, pero con el paso del tiempo se convirtieron en un espectáculo— siempre eran a vida o muerte. Pero la historia ha mostrado que esto no eran así. A menudo se celebraban también a primera sangre.

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El gladiador era una inversión para los lanistas, que destinaban grandes cantidades de dinero de entonces en entrenarlo y mantenerlo durante años antes de enviarlo a la arena. Es por esto que no salía rentable a los señores de los gladiadores que sus hombres muriesen a la primera de cambio.

Durante las luchas, si el gladiador resultaba herido, el público gritaba "Abe" para indicarlo, y el luchador podía solicitar clemencia levando el dedo índice. En el cine, se ha mostrado que la decisión final la tenía el César, o quien presidiese los juegos, que con el dedo pulgar arriba o abajo mostrado si quería la muerte para el gladiador o le permitía vivir. Sin embargo, numerosos estudios han mostrado sus dudas respecto a la veracidad de esta representación.

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