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El regreso de Javier Rebollo con la bella 'En la alcoba del sultán': "Netflix es la muerte del cine"

El director y la actriz firman un película insólita sobre el cine, sobre el amor y el deseo, que muestra los orígenes del cinematógrafo en un país de oriente con un curioso sultán

Entrevista | Javier Rebollo y Pilar López de Ayala por 'En la alcoba del sultán'

Entrevista | Javier Rebollo y Pilar López de Ayala por 'En la alcoba del sultán'

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Madrid

Javier Rebollo y Pilar López de Ayala se conocieron en el Festival de Cine de San Sebastián. La actriz era jurado en la sección oficial y el director competía con Lo que sé de Lola, con la que acabó ganando la Concha de Plata. Tiempo después, Rebollo andaba en un bar en el madrileño y castizo barrio de Lavapiés y entabló conversación con un hombre en un bar. Hablando de cine, el señor le dijo que tenía una hija que era actriz. Al preguntarle Rebollo por el nombre de la hija, descubrió que era Pilar López de Ayala, la intérprete que en su día formó parte de Al salir de clase, que ganó un Goya por su papel de Juana la Loca a las órdenes de Vicente Aranda, y que trabajó con directores como José Luis Guerín, Manoel de Oliveira, Montxo Armendáriz, Jaime Chávarri, Agustín Díaz Yanes. Ahora han trabajado juntos en una de las películas más bonitas y especiales de los últimos años, En la alcoba del sultán.

"El deseo es lo único que debe de movernos. Es una de las pocas cosas en las tenía razón Lacan; ay que hacer lo que deseamos. Y al final, en la vida y en el cine acabamos rodando el plano que no queremos. Acabamos casados con la persona que no queremos. Acabamos llevando una vida que no nos gusta. Y para mí, el deseo de rodar un plano, el deseo de filmar un cuerpo, el deseo de estar con un actor, es lo único que me mueve en la vida. Intento no hacer lo que no quiero", reivindica el director en una entrevista en la SER junto a la actriz. "Es una química y farmacéutica compañera de Gabriel, que es este inventor que llega a Marruecos a instruir a un sultán sobre el funcionamiento del cinematógrafo. Me gustaba que era una mujer adelantada a su tiempo y que, de alguna forma, buscó la manera de escapar a su destino. De hecho, muere después de tener hijos. Es una mujer contemporánea", dice sobre su personaje Pérez de Ayala a la que le cuesta encontrar papeles que la motiven. "Siempre busco narrativas contemporáneas que que puedan profundizar con sensibilidad en la condición humana y que, a la vez, formen parte de un cine más y más inclusivo, más diverso".

Cuenta la historia real de Gabriel Veyre, uno de los tantos operadores que tuvieron los hermanos Lumière. Decidió jubilarse a los treinta y pico años, e irse a Marruecos. Verye fue, según dejó escrito el cineasta Bertrand Tavernier, el mejor de todos los operadores de aquella primera época del cine. Recorrió mundo, como Promio y compañía. Estuvo en México, Colombia, Venezuela, Cuba. Luego fue a Canadá y de ahí a Asia hasta recalar en Marruecos. En Casablanca, y tras la muerte de su amada de la que nunca se recuperó, se quedó para siempre, hasta su fallecimiento a los 65 años en 1936.

Ese hecho biográfico abrió la curiosidad de Rebollo, pues allí en ese país entabló amistad con un sultán, como explicó el francés en su biografía y en un documental que rodó antes de morir en los años 30. Ese hecho es la escusa del argumento de una película que rompe todas las líneas narrativas. El algoritmo de Netflix se volvería loco ante esta historia llena de historias, donde hay muchas capas, lecturas y sensaciones que envuelven a estos personajes, rodeados siempre de una cámara y la idea del cine. Pero además, lo que hace Rebollo es alejarse de la biografía, de los hechos históricos, para crear la películas más realista sobre lo que supuso el invento del cine. En la ficción, Veyre, al que interpreta Félix Moati, fue al País de Nour a explicar y enseñar el cinematógrafo a un curioso sultán, el actor Illies Kadri, y allí experimentó y experimentó, probando movimientos de cámara, travelling, escenificando escenas, en definitiva, desarrollando el cine.

Pilar López de Ayala es una mujer fantasmal, el gran amor de Veyre, porque En la alcoba del sultán todo se reduce al amor, al amor de esa amor y al amor de todos por el cine, un lenguaje que rompe y para el tiempo. Jean, la mujer de Gabriel regresa a Francia para dar a luz a la hija de ambos y muere. Por eso su imagen espectral reaparece después. Nadie mejor que la actriz madrileña para ejemplificar lo fantasmal y lo simbólico. La gran obsesión de los personajes es qué puede quedar retratado por el cinematógrafo, ¿se podrá fijar el alma? ¿la muerte? Planteada como un juego, como un filme de aventuras, la película rompe cualquier atisbo de folclorismo y de orientalismo, y se deja llevar por la cultura árabe y la cultura bereber, al tiempo que repasa la historia del cine en aquellos inicios. "He intentado mirar a la altura de los ojos y no ser un colonialista colonizador. Si te das cuenta, quién anima, palabra que viene de alma, a emprender, a ir más allá siempre es el propio sultán, no es Gabriel. Es el sultán que le pide una máquina para resucitar a los muertos. El colonialismo me pareció espantoso. Incluso las obras de arte que ha producido, con ese exotismo, me parece lo peor, algo para burgueses confortables en su casa, con sus tapices y con su cuadro. Y ha degenerado en una estética de salón de anticuario del Rastro. Y esta película creo que mira a otro lado y celebra la cultura", nos cuenta.

Ante todo, En la alcoba del sultán es una película donde la luz es sumamente importante, también el color y, por supuesto, las aventuras de estos inquietos y carismáticos protagonistas. "La película tiene algo de la inocencia de Tintín, a quien han acusado de colonizador también por esa historia en El Congo. Pero esta es una aventura sana, la aventura sin cinismo, la aventura por la aventura, eso también está en la película, junto con esta historia de amor, y junto con un pequeño ensayo sobre la naturaleza del cine". Un ensayo o una reflexión que no puede estar más de actualidad. En un momento donde la imagen invade muestro día a día, donde todo es desconcierto y donde la verdad es difícil de identificar, el cineasta se propone, desde la ficción y la historia, reflexionar sobre la imagen, sobre su ética.

"Yo creo que las imágenes tienen alma. Yo me considero un materialista marxista, pero estoy convencido que las imágenes tienen alma. Y el cine tiene algo fantasmagórico, aunque no filmes fantasmas. El cine es una fantasmagoría. La película está rodada en fotoquímico y esto es casi mágico, porque la luz que ha rebotado en el cuerpo de Pilar López Ayala ha impresionado literalmente la película. Y podemos mirar lo que fue Pilar en ese momento, su envejecimiento, su muerte trabajando que decía Godard, en el celuloide. Ahí hay algo fantasmagórico ya por naturaleza. Pero además es una película de fantasmas".

Rebollo prepara nueva película, sobre Gloria Fuertes, la escritora madrileña. Dice que ha podido hacer casi todo lo que ha querido, salvo un proyecto, una película sobre el Caso Alcàsser y cómo los medios trataron aquello, una reflexión sobre la violencia y cómo el cine y la televisión ha contribuido a convertirla en espectáculo banal. Por eso ahora se pone nervioso ante tanto true crime. "Muchas veces directores y colegas admirados míos, hacen series para Netflix, que creo que es la muerte del cine, que los Lumière inventaron la Congregación del Cine, no el Canal Plus. Colegas míos hacen el true crime, que lo que hace es lucrarse de un suceso luctuoso para aprovecharse de él. No hay denuncia, ni estilo, hay solo aprovecharse. Yo creo estamos mal". Por eso, en su película hay todo lo contrario, hay estilo, hay denuncia también y hay amor al cine y a aquellos a los que homenajea, Bioy Casares, a Jean Renoir, a Chaplin, que aparece en el futuro para explicar al personaje cómo evolucionará ese arte incipiente del que es uno de los pioneros. Por supuesto a los Lumière, a Godard, a Méliès, a películas españolas que mostraron la relación del cuerpo y el alma con la cámara, como Arrebato, de Iván Zulueta, o Tren de sombras, de José Luis Guerín, a todos aquellos que contribuyeron hacer de las historias y el cine un lugar mejor.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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