Miquel Barceló: "Los pintores vivimos de la incorrección"
El artista mallorquín desvela detalles del encargo para vestir con tapices el interior de Notre Dame en la presentación de su autobiografía 'De la vida mía'
Había interés por hablar con Miquel Barceló (Felanitx, 1957) después de que hace apenas unas horas el Arzobispado de París desvelara el encargo que le han hecho para vestir el interior de Notre Dame después de cinco años de reformas tras el devastador incendio que sufrió en 2019. "Voy a hacer tres tapices y ya he hecho algún cartón, como Goya hacía, que es como una pintura en papel grande, no en el mismo tamaño. Después los Gobelins de París, que con son como nuestra Real Fábrica de Tapices, que son buenísimos, harán los tapices. Supongo que llevará unos dos o tres años".
Los Gobelins ya están elaborando otro tapiz encargo del Gobierno francés que le está sirviendo, ha explicado Barceló, como ensayo antes de ponerse con los tapices de la catedral, "es una especie de gran paisaje submarino tropical, y como ya sabía el encargo de Notre Dame lo acepté porque pensé que me serviría para aprender los materiales de la tapicería. La temática será el Antiguo Testamento, personajes como Noé y Moisés, "no tengo ningún problema con eso, en la Biblia está todo". En cuanto a los tejidos habrá seda y materiales sintéticos modernos y luminiscentes. Una de las pocas condiciones para el encargo ha sido que los tapices no tuvieran relieves para evitar la acumulación de polvo.
Miquel Barceló anda presentando su autobiografía 'De la vida mía', hoy lo ha hecho en Madrid, es el decimosegundo libro que publica con Galaxia Gutenberg, un encargo que recibió hace más de 20 años pero que en aquel momento no tuvo ganas de llevarlo a cabo. "En uno de mis viajes a Japón para varios meses me llevé fotos de mi familia, de mi madre, de mi padre, de mi infancia, también algunas fotos de mis cuadernos. Lo ordené en bloques y empecé a escribir por las noches". Después siguió escribiendo en París, en Mallorca y en algunos viajes y lo hizo en francés, como suele hacerlo habitualmente, "me da una especie de impunidad absoluta. Si escribiera en catalán o en castellano en seguida me doy cuenta de que es una mierda. Si escribo en francés no es que no me de cuenta pero me lo perdono". Decía Barceló que es lo suficientemente buen lector para saber "que esto es una forma bastarda de literatura pero a mi me gusta".
Es la primera vez que Barceló habla de su vida. Lo hace a través de sus carnés, su pintura, sus dibujos y escritos sobre su infancia, sus padres, su Mallorca natal, su relación con el mar, con los animales y con el proceso creativo, en una exquisita edición que mezcla dibujos, textos y fotografías. Según la crítica de Le Monde no habían leído nada igual desde los cuadernos de Delacroix. "Es como un cuadro con muchas capas, hecho por toques, por gestos, a veces muy brutales y otros muy pequeñitos".
En la autobiografía de Barceló está su familia, sus padres, su madre acababa de fallecer cuando comienza a escribirlo, sus amigos y sus referentes humanos, literarios y artísticos. Barceló menciona a varios poetas, poco conocidos la mayoría, ningún famoso como Warhol o Basquiat. Ellos no salen. "Los poetas han cambiado más mi vida que gente famosa que haya conocido". Y añade "hay muchas autobiografías que solo son nombres pero éste no era el caso".
'De la vida mía' incluye su fascinación por África y por el arte prehistórico, su forma de trabajar, su relación con la pintura, con la escultura y con la cerámica y sus grandes trabajos en la Catedral de Mallorca, en la sede de la ONU en Ginebra y en la Biblioteca Nacional de Francia en París. También son muy importantes los lugares en los que trabaja, sus talleres donde más tiempo pasa, que "están hechos como este libro, de muchas capas" y sus autorretratos. "Es como un género, el autorretrato es como el bodegón. Cuando no te queda nada más te pintas a ti mismo. Mis primeros autorretratos eran el pintor en el taller porque no tenía nada más a mano. No era por narcisismo. Poner a una mujer desnuda en un sofá me parece impostado, pintarme a mi mismo sucio y confundido con un pincel me parecía más pintable".
"Pintar es equivocarse, es un proceso de aceptar porque nadie pinta lo que quiere, pinta lo que puede y se trata de ir aceptando lo que sale, como los malabaristas, si te paras se cae todo". Preguntado por su admiración por Picasso, es consciente de hasta qué punto hoy en día puede resultar políticamente incorrecto. "Lo se pero es un hecho, hay gente que admiro que son políticamente incorrectos. Leemos a Celine que era un cerdo. Y es un conflicto que tenemos todos. La lista es larga pero no tenemos que invocar a todas las malas bestias que admiramos". Pero no está de acuerdo en cancelarlos, "claro que no, no estoy de acuerdo, hay que abrir las ventanas". Y añade, "los pintores vivimos de la incorrección. Yo me crié en un sitio en el que se decía que la pintura había muerto. Cuando has muerto ya puedes hacer lo que quieras".