Refugiados por el clima
En la última década más de 200 millones de personas se han visto obligadas a desplazarse de sus hogares por fenómenos directamente relacionados con el cambio climático
El mundo se juega mucho en la COP29, desde Valencia a Colombia, donde las recientes inundaciones afectan a 200.000 personas de las comunidades indígenas y afrodescendientes, pasando por Filipinas, que ha recibido su quinto tifón en un mes. Sin embargo, los intereses en las energías fósiles han vuelto a empañar la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas que se celebra este año en Azerbaiyán. Como “un regalo de Dios” definió a esta industria el presidente anfitrión, Ilham Alíyev, como respuesta a los críticos que sospechan que esta cumbre del clima se puede convertir en realidad en una oportunidad para la industria del gas y el petróleo.
Lo demuestra una investigación del diario ‘The Guardian’, que desveló conversaciones de un alto cargo de la cumbre en las que reconocía que la producción de los combustibles fósiles podría durar para siempre. Frente a este gigante, los estudios realizados en varios puntos del planeta demuestran que el cambio climático ya es un factor importante en los desplazamientos.
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Aunque el término ‘refugiado climático’ no es un concepto legal, como señala el presidente de honor de la Comisión Catalana de Acción por el Refugio y autor del libro ‘Refugiados Climáticos’ (Rayo Verde), Miguel Pajares, sirve para “poner sobre la mesa la responsabilidad que tienen los gobiernos de los países ricos sobre lo que les pasa a esas personas que tienen que huir de sus países”, personas que el experto considera víctimas de las políticas que favorecen el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en detrimento de los tratados internacionales.
Pajares apunta que “las migraciones siempre son multicausales”, por eso, es difícil cuantificar el número de migrantes climáticos. Hace unos meses, el Centro Noruego para los Refugiados calculó que fenómenos directamente relacionados con el clima, como inundaciones, tormentas, incendios o sequías, han provocado el desplazamiento de 218 millones de personas en el mundo durante la última década. Este centro ha geolocalizado poblaciones desplazadas por efecto del clima en 14.000 puntos del planeta, la mayoría de ellos situados en el hemisferio sur, el sudeste asiático, Centroamérica y especialmente África.
Estos países, que acumulan la mayor parte de los desplazamientos, son también en los que se encuentra el grueso de la población mundial. “En los países pobres la gente se tiene que ir porque no existen las ayudas que hay en los países ricos, los medios y además la destrucción que provoca el cambio climático desertificando zonas que las que eran de cultivo, por ejemplo, no deja otra opción”, recuerda Pajares. La degradación del entorno con pérdida de terrenos de cultivo provoca también que crezcan las tensiones derivando en conflictos.
En zonas como el Sahel, donde el desierto del Sahara está avanzando un metro al día, “hay una relación clara” entre los conflictos y el cambio climático, explica el experto. “Los pastores que solían estar por la parte más alta del Sahel bajan con sus rebaños porque se están desertificando, eso provoca conflicto con los agricultores y hay determinados conflictos armados que están alimentados por eso”. Incluso en la guerra de Siria, la grave sequía de los años previos tuvo una importante influencia, como también en Afganistán u otros países asiáticos el cambio climático ha alimentado los conflictos.
Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de la ONU para América Latina y el Caribe, añade además que los fenómenos atmosféricos como la Dana de Valencia, destruyen no solamente las casas, sino también los medios de vida, los campos. “Los incendios en Suramérica este año han sido catastróficos. En la Amazonia se han perdido miles y miles de hectáreas en Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú, de zonas productivas y también zonas de biodiversidad, de bosques que son nuestra alimentación del futuro”, relata. A lo que se suman las sequías por el fenómeno el Niño, que han echado a perder el 25% de las cosechas de todo Centroamérica este año.
Adaptación al cambio climático
Las cumbres del cambio climático se centran en dos grandes temas, la mitigación (frenar el cambio climático) y la adaptación. Miguel Pajares cree que las políticas están fallando en los dos ámbitos, puesto que no hemos logrado reducir el consumo de combustibles fósiles, que sigue creciendo cada año a pesar del aumento de las energías renovables, ni se han aportado los fondos necesarios para la adaptación de los países más vulnerables. “Hasta el momento las aportaciones son mínimas”, lamenta el experto. Según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se necesitan 300 mil millones de dólares anuales en adaptación, de los que se ha aportado menos del 10%.
Además de la reconstruir, Lola Castro subraya que debemos “prepararnos mejor” para fenómenos climáticos cada vez más frecuentes y virulentos. Para eso son necesarios “cambios en adaptación climática, es decir, cómo manejamos los flujos de agua, los ríos, nuestras costas…”, explica. La reconstrucción, dice, debe ser “rápida”, para permitir rescatar a las personas afectadas y rehabilitar las vías de acceso para las labores de limpieza y la distribución de ayuda.
La COP29 está discutiendo un nuevo marco de financiación para la adaptación de los países del sur global, pero Pajares señala que todos los países tendremos que hacer esa adaptación. “Lo que hay que hacer es diseñar los planes urbanísticos de una manera completamente distinta, teniendo en cuenta cuales son las zonas inundables, dejando espacios suficientes para que las aguas puedan circular por esas zonas, etcétera”. Pero Pajares teme el impacto que pueda tener negacionismo del cambio climático a pesar de las evidencias.