El Gobierno flota y reflota

Barcelona

El Gobierno flota. Y reflota en las inundaciones. Como bien siendo habitual. Un día es la consagración de su vicepresidente climática, Teresa Ribera, como número 2 de la Comisión Europea, contra los bloqueos más duros y los pronósticos más pesimistas. Hoy, el paquete fiscal.

Todos sabíamos que no se trataba de una reforma fiscal global, como era deseable, sino de algunos retoques de impuestos, pero significativos. Otra vez, contra todos los augurios, camina.

Políticamente, lo relevante es que las tensiones internas del bloque de la investidura entre conservadores y progresistas no han desembocado en el abismo. Están ahí, cada uno en una esquina, los derechistas de Junts y los radicales de Podemos, pero convergiendo. Ocurre también que sin el acuerdo de última hora, los presupuestos eran una ensoñación imposible. Ahora son un sueño, pero quizá posible.

Fiscalmente, la recaudación de impuestos a multinacionales, eléctricas y bancos deberá sumar más de 4.000 millones: es el grueso de lo que pide Bruselas para tapar el déficit público. Y acerca la presión impositiva española a la media europea. Y desbloquea el quinto tramo de los fondos Next Generation.

Es un paso al mismo tiempo mínimo y de gigante.

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